sábado, 15 de junio de 2019

8 lecciones al cumplir 8 años con depresión.

Hace 8 años estaba empezando mi primera crisis depresiva. Parece un mal cumpleaños o aniversario, pues creo que para nadie es un secreto lo duro que es el camino de las condiciones de salud mental. Aún así, 8 años después decido celebrar las lecciones que he tenido y que sigo adquiriendo a cada segundo de la convivencia con la depresión. Durante los primeros años cada deseo de cumpleaños, de año nuevo, de las estrellas fugaces iban dirigidos a una simple cosa: no tener depresión. Busqué todo tipo de curas y creo que lloré demasiadas lágrimas de la impotencia de ver que pasaban los días y yo seguía con depresión. Y es que no es fácil para nadie, pero menos para uno que ve como su vida se deteriora a pedacitos, entender que se puede vivir plenamente con depresión. No todo el tiempo, no estoy acá para decir mentiras y para decir que todo el camino es maravilloso. Las crisis siguen siendo tremendamente complejas y difíciles, pero creo que la clave después de 8 años es saber que todo pasa. Que el momento malo no dura para siempre, ni te define.
Después de 8 años he aprendido un montón de cosas. Pero hoy, ad portas de este cumpleaños, decido compartir las 8 lecciones más importantes que he aprendido después de 8 años con depresión.
1. Pide ayuda y acéptala agradecidamente.
La calidad de vida después de un diagnóstico depende fuertemente de poder tener un buen equipo de tratamiento, una gran red de apoyo y lo más importante de todo: Una mente abierta y un corazón dispuesto. El tratamiento no es fácil, los medicamentos tienen bastantes efectos secundarios que no son agradables, la terapia confronta, no siempre es fácil hacer ejercicio o tener una buena alimentación... Pero el tema es que yo, y estoy segura que la mayoría de personas, prefiero poder vivir una vida lo más funcional posible así sea con un par de tallas más de pantalón. Porque en este momento no hay cura para la depresión mayor crónica, y el tratamiento puede ser imperfecto, pero hay varias opciones para tener LA mejor calidad de vida posible.
2. Acepta que perderás gente.
Porque si. Perderás a las personas que piensan que sólo hay una manera de tener depresión, que sólo hay una forma de estar deprimido. Esas personas no logran entender que si bien hay generalidades, hay tantas maneras de estar deprimido como personas que están deprimidas. Para eso, siempre hay que recordar que nadie sabe lo duro de tu lucha mejor que tu mismo, ni se deben explicaciones a nadie. Además, hay que aceptar que vivir con depresión es un tema de gran complejidad y no todo el mundo quiere ni todo el mundo puede estar cerca de alguien con depresión. No es malo, es lo que hay.
3. Así mismo, conocerás gente increíble.
Al menos en mi caso, siento que nada se compara a la magnitud de las relaciones que establecí una vez pude aceptar y enfrentar la depresión. Me presenté a la vida como una persona que se adueñaba de su historia y eso atrajo gente que me quería realmente por lo que soy, con mis demonios y mis fortalezas. Al haberme visto en momentos tan oscuros, ya nada los aleja de mi lado. No son personas perfectas ni mucho menos, pero son reales, son empáticos y me apoyaron tanto en el dolor que nadie se alegra mas de mi bienestar que ellos.
4. Redefinirás lo que esperas de la vida.
Yo pasé gran parte de mi infancia milimetrando cada parte de mi plan de vida (que incluía estar casada ya básicamente y pues... no) y luego la depresión vino como un tsunami. Cuando me tocó mirar, luego de la crisis, con qué había quedado, ya no me reconstruí igual. Porque muchos detalles superficiales ya parecían absolutamente inútiles y me quedo con la importancia de lo que realmente es prioritario: estar bien y estar en paz. Ni siquiera plantearme absolutamente dichosa todos los días, porque ya sé que eso no existe. Simplemente quiero una vida con la que esté en paz, rodeada de gente y realizando actividades que me hagan bien. Ese es el fondo, la forma ya la veremos.
5. Sentir todo tan profundamente también es una ventaja.
Las personas con algún desorden depresivo hemos sentido la tristeza a un nivel descomunal, que muchas personas nunca vivirán. Al pasar esto también sentimos la alegría, el bienestar, el amor o la tranquilidad de forma mucho más profunda, más reflexiva. Además, cuando se ha pasado tanto tiempo en la oscuridad sin ver una salida, cualquier lucecita brilla más fuerte.
6. Cada día es una victoria.
8 años con 3 intentos de suicidio. E ideación suicida un montón de veces que no puedo ni hacer las cuentas. Y acá estoy, viva escribiendo esto, haciendo realidad muchos proyectos pero sobretodo: sintiéndome en paz. Y cala en el alma pensar en las segundas, terceras y cuartas oportunidades que la vida me ha dado, porque no he hecho mayor mérito para que así sea. Simplemente he sido de buenas, pero desde ahí no doy ni un día por sentado.
7. Aceptar la vida por lo que es te ahorrará mucho.
Si, en el mundo ideal no habría depresión. O al menos no me hubiera tocado la lotería genética para tener depresión toda la vida. Pero esto no es el mundo ideal, ni lo será. Es lo que hay, y hay que mirar que hacer con eso. Porque si bien la vida es de una manera, lo que hace la diferencia es cómo se enfrenta uno a las condiciones de juego. Con la depresión o uno remonta el tema para vivir la mejor vida, o deja a la depresión ganar lo que termina de manera frecuente en un suicidio. ¿Cuál va a ser tu historia?
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Hay gente que la tiene mucho peor, y no hablo del típico caso de personas en otros continentes. Hablo de pacientes con condiciones de salud mental. Por eso se ha creado una especie de jerarquía, en que la gente te responde "Bueno, al menos no es una esquizofrenia". Y claro que yo sé que no es una esquizofrenia. Y claro que yo sé que la gente con esquizofrenia la pasa mal. Pero yo, con mi "poca cosa" de depresión también lo paso mal, y mi dolor es válido. El dolor de todo el mundo es válido más allá de si hay 100 mejores o 100 peores. Esto no es una competencia ni un ranking. Es una lucha de día a día.
Escribo esto porque hay miles de personas diagnosticadas a diario con depresión y nadie está exento a ser una estadística más. Y el camino es complicado, es difícil y da susto, pero esta comunidad de salud mental es una pequeña familia donde estamos para aprender los unos de los otros. Así que espero que mis lecciones aprendidas en el 33% de mi vida, que es lo que llevo con esta condición, le sirvan a alguien de algo. Escribo esto porque hoy estoy bien, hoy estoy estable, hoy estoy agradecida por seguir viva. Y he aprendido a querer mi depresión, pues es la maestra más jodida pero más eficaz que he tenido en 24 años. Así que felices 8 años juntas, kid. 

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