lunes, 4 de mayo de 2020

¡MI CUERPO SUPERÓ EL COVID19!


Mi experiencia con el coronavirus ha sido distinta a la que muestran en los noticieros o en las redes, donde suele sobresalir lo difícil y complejo que es todo. Si bien han sido unos días (Especialmente la primera semana) de mucho malestar físico, ésta es una historia de gratitud. Desde que estaba en la panza de mi mamá he tenido vainas de salud, nací y boom oxígeno por un tiempo, trasfusiones, exámenes, hospitalizaciones. Y han sido 25 años de muchos, muchos médicos y muchas pastillas, vacunas, inhaladores, etc. Por esto mismo tenía (y todos a mi alrededor) un miedo infinito de contagiarme de coronavirus, entonces asumimos medidas de protección desde el 13 de marzo. Desde ahí solo salí al reumatólogo a los 2 días, a pasear los perros una vez al frente de mi casa con mi súper tapabocas que me tapa media cara y guantes, a la terraza 2 veces subiendo por escaleras sin tocar nada y solo con mi mamá y sebas, y ya después de urgencias. No tuve contacto con nadie diferente, no fui a un supermercado, a una oficina, a un centro comercial, a nada.
Por eso una de las preguntas que más he oído desde que salió el resultado es ¿ENTONCES CÓMO TE CONTAGIASTE? Ni idea. No sé, los médicos no saben, los epidemiólogos tampoco, las enfermeras tampoco y los psicólogos que me llaman todas las tardes, tampoco. Pero si sé que el 8 de abril empecé con una migraña tremenda y muchos síntomas gastrointestinales, al día siguiente empezaron a molestar los pulmones, me costó respirar y tuve que ir a urgencias. Allá no me hicieron nada, radiografías ni pruebas de sangre, pues decían que debía ser una gastroenteritis y ya. A la casa, con un inhalador distinto, pero sin diagnóstico ni nada. Esa primera semana fue muy difícil, mucha tos, sensación de ahogo, síntomas gastrointestinales fuertes, sudor en las noches y temperatura por debajo de 35.5 en el día, dormir todo el día, fatigarse con cualquier cosa y sobretodo mucho dolor en el cuerpo. Pero un dolor diferente, como el dolor de cuando a uno le están tomando la tensión y el tensiómetro espicha el brazo muy fuerte. Ese tipo de dolor, pero en todo el cuerpo. No dormía, no comía, lloraba. Lo único que me mantenía bien era el amor de la gente cercana, especialmente de mi mamá y mi hermano, y mi espiritualidad. El 20 ya me cansé, no me pasaban los síntomas, se había sumado una infección urinaria, tenía la saturación y la temperatura bajas, me hicieron exámenes ordenados por el médico domiciliario y todos salieron bien. En la noche, por orden de mi médico, fui a urgencias de la clínica donde él trabaja y fue la noche más rara de mi vida. Me marcaron como caso sospechoso de covid19, me bajaron a un piso reservado solo para casos así o casos confirmados, donde todos los médicos, enfermeras y personal vestían con sus trajes de astronautas, con 3 pares de guantes, gafas, gorro, varios tapabocas y demás. Era un sitio casi vacío, donde hacía frío y todo el mundo estaba tenso, a pesar de eso las personas fueron increíblemente amables. Me hicieron exámenes de 6 de la tarde a 2 de la mañana mientras yo alternaba entre llorar, rezar y hablar por whatsapp o instagram. Al final, hacia las 3 de la mañana, me hicieron la prueba del covid19 con una sonda. Fácilmente la experiencia más horrorosa de mi vida entera.
Llegué a mi casa a las 4:30 am a intentar dormir y a medida que fue pasando esa semana, la tercera de síntomas, empecé a sentir alguna mejoría. Pude dormir mejor, ya no estaba tan ahogada, los dolores eran de a ratos. Y el 27, día en el que me sentía relativamente bien, me notificaron que era positiva. Mi primera reacción fue rabia y risa, por lo irónico de la situación de que me notificaran eso en mi día 44 de aislamiento. Pero aun así solo sentí susto por mi mamá y mi hermano, que viven conmigo y me han cuidado incansablemente, pero no por mí. Fue raro eso, en una persona tan ansiosa, pero después del diagnóstico empecé a verme rodeada por amor infinito y por un montón de apoyo.
Personas que han estado en mi vida en distintos momentos, familiares, amigos, vecinos, me empezaron a llenar de amor y de paz. La gente empezó a rezar por mí y por mi familia, a mandarnos mensajes de ánimo, a hacer videollamadas. Fue una ola de cariño que no esperábamos y ciertamente nos quedamos con eso. Al menos sé que yo me siento infinitamente afortunada, porque hoy más que nunca sé con quienes cuento y estoy abrumada de saber que son muchísimas las personas que están ahí ya sea para preguntarme como estoy todos los días, para reírse de mi humor negro que no se ha ido, para distraerme con sus cuentos, para mandarme podcasts o canciones, etc. Soy infinitamente afortunada también porque hoy, que escribo esto (30 de abril), me siento animada y mejor. Tengo síntomas, esto es como una ruleta rusa en que cada día molesta algo distinto o no se sabe con qué intensidad molestará, pero anoche pude dormir bien y hoy no he necesitado dormir en el día. Mis médicos me han dicho todos que soy una consentida de Dios ya que una persona con mi artritis, tratamiento inmunosupresor y asma puede complicarse muy feo y muy rápido. Yo he tenido mucho malestar por momentos, pero nunca he sentido que me muero o que no puedo con esto. Solo ha sido, en mi caso, un malestar distinto, raro, más intenso y más largo, pero que he podido afrontar con mis médicos, con medicamentos necesarios, rodeada de dos de mis personas favoritas y en constante contacto con toda la gente a la que amo.
Estos 20 días de maluquera me han servido para ver que este cuerpito, roto y remendado, funciona muy bien y que tengo infinitas cosas para agradecerle. He podido suspender mi tratamiento de la artritis (por orden médica) y no he tenido malestar más allá de la inflamación y el dolor manejable, todo sea para salir lo más pronto posible de esto. Sé que mi historia ha sido compleja, y es solo en este momento que juré iba a ser desastroso, en que puedo ver que no es una historia de sufrimiento sino de gratitud y enseñanzas. Es en este momento, a pesar del aislamiento, del súper tapabocas, en que me siento más rodeada de amor que nunca y en que tengo más cosas para agradecerle que pedirle a Dios. Sé que todo estará bien, sé que estoy bien. Publicaré esto cuando me den el resultado negativo, cuando pueda decir que es otra prueba superada con éxito y sobretodo, con mucha gratitud.
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Hoy, 4 de mayo publico esto al saber que mi familia no tiene el virus y que mi segunda prueba ha salido negativa por lo que, si bien tengo síntomas todavía, solo quiero gritar que ¡MI CUERPO SUPERÓ EL COVID19!


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