domingo, 26 de noviembre de 2017

Holiday season with gratitude










The end of the year can carry a lot of emotions with it. It’s time of celebration. It’s time of being grateful. It’s time to spend it with family. It’s a happy time.

Over the years, with adulthood, this time became hard for me. And as I started having this attitude, I saw that the amount of people who share the same feeling of avoidance towards holidays was bigger that I thought. Because of different reasons, some had family members passing away near Christmas, some were nostalgic of letting go each year and facing a new one, some hated the fact of gathering with family members they were distant to just for the sake of the tradition, some got triggered by fireworks and crowds, and else.

The thing is that many of us have a difficult time following traditions, and let’s be honest: They demand a lot of energy, they rise a lot of emotions, they imply being very active.

And there’s a fact: We can’t change the fireworks, the loud music, the hypercrowded places, the collective attitude, etc. We can’t. It’s there. And avoiding it can make it even worse.

So let’s face it. And face it not because the fact that we can’t change it, but because we deserve to make it our way. We deserve to give holidays a new meaning. We deserve to do things as we feel comfortable.

What has helped me overall has been getting to the root of it. It isn’t about the chit chat with distant family members. It isn’t about the polite comments about gifts we don’t like. God, it isn’t even about the gifts or the food.

It is about taking a day, or two, or three, to be grateful. To express that gratitude to the world. To say outloud what we are thankful for, and be aware of what others are grateful for. To see how yes, things suck sometimes, but things are far better than we give them credit for. We could be a hell worse.

And being grateful won’t mean your depression or your physical illness, or your psychiatric crisis go away. It won’t.

But, we do spend many, many hours thinking about how could life be better. Thinking about how others got it easier. Fighting because this isn’t what we expected it to be.

How about taking a few hours to be thankful?

For the simple things. For even the fact of having a diagnosis or treatment. At least we have a diagnosis and we are able to get treated! That’s a huge advantage on relation to what others have to go through.

It can be hard to spend time with family. God, we at least got a family to complain about. We at least got company. We at least got someone to fight with. We aren’t alone with the T.V., wondering what it would be like to be loved.

The fireworks and the crowd gets us anxious. At least we can see, and watch the fireworks. The explosion is a hard noise, but it remind us we can listen. The crowd makes us realize that we can still feel… Or haven’t you been so depressed that you become absolutely numb and aren’t able to differenciate if you have cero or a hundred people around you? I have! And the day I could become annoyed by the amount of people on the street, I knew I was getting better. Because I was able to feel. To see. To perceive.

Useless gifts or extra salty food? Heck, at least someone thought of you and got you something. At least you got someone to give you things. And you can eat. You can eat because someone offered to cook for you. You can eat because you are part of a tradition. And if the food is tasty or not, it’s the least important stuff.

And so…

After all of these… What are you grateful for

Razones.



Hace unos días no escribía y para ser sincera, como siempre, era porque no me nacía. Porque he tenido mucho por decir, pero no sabía como decirlo. Porque estaba, o estoy, en uno de esos momentos donde se siente todo pero a la vez no se sabe qué es lo que se siente, o la forma de explicarlo.
Y ayer todo explotó. Ayer tuve un mal día. Y si alguien me pregunta porqué tuve un mal día, es por todo y por nada a la vez. Así que de eso se trata esto.
De que no hay que tener una razón o una justificación para estar mal. Creo que, con el permiso y el perdón de sonar maleducada, tener una condición de salud mental seria da la justificación de poder estar mal ¿no?
Claro, es difícil de entender para las personas que no están ahí, que no conviven de manera directa o indirecta con esto todos los benditos días por los últimos días, meses, años. Y cuando lo ven a uno mal, la pregunta inmediata es ¿Qué pasó? ¿Por qué estás mal?
Y hay varios escenarios posibles. El primero es que efectivamente haya pasado algo inmediatamente anterior que detone la crisis. El segundo es cuando se han juntado cosas (pequeñas o medianas) y el cúmulo de todo lleva a la crisis al final. El tercero es que hayan pasado varias cosas a lo largo de un periodo extenso, que uno no conecte de inmediato, pero que analizando retrospectivamente pues si, se acumularon y llevaron a la crisis. Y la última, mi favorita cuando se trata de temas crónicos, es que si. Es que pasa. Es que no necesita uno decir porqué carajos está mal, porque la condición en sí hace que uno esté mal o esté bien. Para ponerlo en términos aun más prácticos y menos peyorativos: Hay días con muchos síntomas, días con menos, días con un par, y días sin síntomas. Hace todo parte de la condición en sí. ¿Qué si hay razones? Claro que sí. Siempre habrá razones. Desde que uno vio una escena en la película, hasta que oyó una canción, o extraña a alguien, o lo que sea y como sea. Siempre habrá algo porque en la vida siempre hay algo, y cuando uno interpreta las cosas desde una perspectiva más ansiosa, más persecutoria, más negativa, pues claramente que siempre va a haber aun más cosas.
El tema acá es el siguiente y es, no siempre cuando las personas están en crisis es porque algo las detonó en el momento inmediatamente previo. No es necesariamente porque antes estaban mejor o peor. No es un tema de que "Ayer lo vi y estaba como si nada", o "¿No disque estabas estable?". Porque esto no tiene la linealidad o la facilidad de comprensión que a uno le gustaría que tuviera. Esto tiene sus tiempos, tiene su forma, tiene su manera de ser. Y es como es, al tratar de encasillarla en lo que uno piensa debería ser, no tiene sentido. Porque es de otra naturaleza y ya está. Entonces si, efectivamente una persona podrá estar bien hoy, sintomática mañana y mejor al día siguiente. O podrá tener un periodo de 2 semanas en que no pueda funcionar adecuadamente con lo que le pida el contexto. O podrá estar 3 meses con síntomas bajos y controlados, para luego rematar con un día tremendamente emocional o no. El tema es, por más de que la psicología y la psiquiatría y demás han intentado arduamente con manuales diagnósticos y estudios darle un curso y una generalidad a la salud mental, eso viene como viene con la particularidad de cada persona.
Y eso implica que muchas veces, por la misma impredictibilidad del trastorno o la condición o los síntomas o el bautizo que quieran darle, los síntomas se den o no se den un día porque sí o porque no. Claro, terrible para aquellos que nos rodean porque nada es seguro con nosotros, y se frustran y no entienden. Pero es que ni uno entiende, no se los explicamos porque no hay manera de explicarlo, porque a veces la única respuesta real y concreta y adecuada al momento es decir "Porque sí. Porque tengo una depresión mayor crónica" y no es ganas de victimizarse ni de rotularse, es aceptar la vida como va viniendo, vivirla como se va presentando y saber que por más de que uno en un comienzo se mate la cabeza por darle una estructura lógica y lineal al tema, los síntomas tienen su propio Dios y tiempo. Así que claro, es un detalle muy bonito preguntar porqué o qué pasó. Pero no siempre eso tendrá una respuesta. Muchas veces será "no sé". Muchas veces serán generalidades como "la época". Otras serán cosas insignificantes para otros como "Es que tuve una pesadilla". Algunas serán elementos que para otros tienen un significado lindo pero que para uno tiene una sensibilidad particular "Es que terminé materias" y no entenderán porqué eso es un drama.
No es de entender, porque sería injusto uno pedirle a otro que entienda cosas que ni se comprenden por el que las vive. Es cuestión de aceptar. Aceptar y dejar fluir. Aceptar que no siempre hay razones. Aceptar que la razón es que se presenta el síntoma y ya.

sábado, 18 de noviembre de 2017

Surviving suicide.

For a suicide survivor, every day is a victory.
For a suicide survivor, every day is a struggle.
Have you ever wondered what would be today if you weren't alive?
Have you ever wondered if life would still be the same if you weren't here?
That's every day, every minute of every day, for a suicide survivor.
Have you ever seen someone panicking after seeing a violent scene?
Have you seen someone who can't stand the funerals or never attends to them?
Have you seen someone leave a movie or show because of suicidal references?
That's every day for a suicide survivor. Because in every injury, we see our self harm. Because in every funeral, we see what could have been or will be ours.

Have you ever thanked someone for being alive?
Have you ever value how much does it cost to someone to wake up every day?
Have you ever imagine all the work that requires to get out of bed, bath, get dressed and go to your place?
Have you ever wondered that if someone doesn't show up to your party or event, it isn't about you, is just that they couldn't handle life today?
Because that's every day for a suicide survivor. To feel that surviving wasn't worth it. To not have sunshine every day. To perceive that you should have gone when you tried to. To know that you aren't enough, in terms of energy and availability, to keep up with life. To be sure that you aren't normal, and life was made for normal people.

Today is national suicide survivor day in the United States. And even if I'm from Colombia, I'm celebrating it. Because people don't know how hard it is to survive. Yes, it is a great gift. But it is a daily struggle. Because problems and pain won't go away, because you carry a ghost within yourself, because your family remains marked for ever, because you've got anniversaries that are inked on your skin.
I'm inviting you to celebrate those who are alive today. Even if they didn't wished for it to be like that. Even if they are hurting. Even if they don't admit it out loud. Send them a message, thanking them for their existence. Be kind, be gentle. Be empathic. Know that suicide survival doesn't end when you didn't die, it never ends. It is present every single day.
For my fellow survivors, with much love and immense admiration.
Sincerely,

A survivor.

martes, 14 de noviembre de 2017

Gracias totales.

Parafraseo a Gustavo Cerati, porque tengo el corazón lleno de gratitud.

Hoy, 15 de noviembre, cumple un año esta iniciativa con 11.500 visitas. Hoy, 15 de noviembre, con más de 60 entradas digo que haber empezado a escribir ha sido la mejor decisión que he tomado.
Y no puedo sino agradecer. A los que me han leído, recomendado, contactado. A los que me han criticado, reprochado, a los que no me han entendido. A cada persona que tomó así fueran diez minutos de sus últimos 365 días para leer alguna entrada que le haya llamado la atención.

Agradezco a las personas que me dieron coraje al pedirme que escribiera en español, cosa que nunca me había atrevido a hacer, pensando que solo en inglés lograría hacer sonar mis demonios de manera más poética y artística.

Agradezco infinitamente a las personas que han entendido el propósito de este espacio, la creación de una comunidad, donde se pueda expresar libremente los pesares sin necesidad de sentirse bien, porque nuestra sociedad solo nos permite sentirnos bien.

Agradezco con mi corazón a todos aquellos que entienden que no es una manera de "llamar la atención con mis desgracias" en dos lenguas y mas de 6 decenas de artículos, sino que han visto el poder de la escritura. La escritura sana. La escritura resignifica. La escritura da sentido.

Porque nada ha resultado más terapéutico para mí que entender dos cosas. La primera, que una comunidad (Así fueran 3 personas) me leen y por ende, tengo una responsabilidad con ellos. De no dejarnos morir juntos, de no hundirnos en el mismo barco, de no hacer de esto una apología al dolor mental, de no crear espacios prosuicidas. Tengo una responsabilidad con ellos, con ustedes que me leen, de que salgamos adelante juntos. De ser honesta. De ser transparente. De mostrarles la crudeza del dolor humano, del sufrimiento humano, de poner en palabra lo que muchos de ustedes sienten pero no quieren decir. Pero de mostrar que de todo se sale, y si no se sale, pues carajo, se aprende a vivir con ello. Y se vive día a día, y llevamos viviendo un año a punta de subidas y bajas, llevamos un año viviendo a punta de reflexiones de la utilidad del dolor, un año a punta de una decisión total de querernos a nosotros mismos (Con lo difícil que es). Llevamos un año queriendo nuestras heridas, hablando sin máscaras y viendo la belleza de sobrevivir. Gracias a ustedes aprendí a quererme, a resignificar mi dolor, a aprender que la palabra crónica no es una sentencia sino una oportunidad, y que no tengo jamás que volver a esconderme para no incomodar a los demás.

Agradezco a todos ustedes por haberme mostrado el amor. Por haberme comunicado sus dolores, sus pesares, sus heridas. Por simplemente haberme buscado porque su corazón necesitaba ser oído. Por compartir lo que escribo con sus vivencias y decirme un "Yo pienso esto mismo" que me saca una sonrisa. Por haberme enseñado que los rotos amamos como los valientes, de manera fuerte y entregada, con todo y por todo. Por quererme y seguirme en los momentos en que les he dado tours por mis lugares más oscuros y tenebrosos.

Les agradezco por mostrarme mi camino y mi vocación: Hablar por los que no tienen voz. Hablar por los que no pudimos salvar. Salvar a los que no pueden o no quieren hablar. Mencionar el suicidio, la psiquiatría, la psicología clínica, la farmacología, los centros de salud mental, como deben ser mencionados: Una realidad creciente en todo el mundo.
Finalmente, nunca tendré palabras suficientes para agradecerles por haberme dado una razón para estar viva... Créanme o no, cuando ese fantasma incansable del suicidio aparece, mi comunidad de salud mental, mi blog, mis seguidores acá o en The Mighty o en Instagram se me cruzan fuertemente por la cabeza. Porque yo prometí nunca dejarlos solos. Así como ustedes nunca me han dejado sola a mí.

Siendo así, no es más por hoy. Vamos por un año más. Y por todos los que podamos.
Gracias por darme vida, amor, pasión y una vocación.

Gracias totales.




jueves, 9 de noviembre de 2017

Abuse is never valid.

For the past month or so, sexual assault has been the it topic in news all around the world.
And I’m glad.
Because we can learn many things about it, things we should’ve known by now but somehow, are unfamiliar to us until it affect us directly.
We’ve seen how it’s not a matter that affects young women who “dress up provocatively” in dark alleys. No. It’s a matter that affects both men and women, of all age, of all races, of all economic status. It’s a matter of people at their work place, people trying to get a job, people who already have a job. It’s a matter of people hanging out with people they admired, people who somehow had power over them, people who inspired them, people who represented what others wished to be. It’s a thing of not only being abused, of feeling vulnerable, of having your identity and intimacy destroyed, but also of carrying with the blackmail of not being able to say anything. Because you can loose your job. Because your dreams can be over. Because no one will believe you. Because people always tend to get on the side of those with more powerful. Because somehow, for absolute sorrow of many, our society will always find a way of justifying the abuser. Because we live in a world, where it is more shameful to admit you are a victim, than to admit that you did the crime.
I think the greatest lesson, upon many, many lessons this events teach us, is that abuse isn’t always what we think.
Abuse isn’t just penetration.
Abuse isn’t just finding fluids of somebody in others’ body.
Abuse comes, in the very first moment that a person feels their intimacy is being violated. That their barreers are being penetrated. That someone, without their consent, takes absolute control of their corporal being to permeate in their psychology, in their identity, to absolutely break their story. Is having to laugh at that sexist joke, because if you don’t you are “way too sensitive”.
Abuse comes in the moment that a person feels abused. And we can’t discuss that. We can’t tell someone they weren’t abused, we can’t talk them out of it to make them feel whole again. We can’t convince them that their truth isn’t valid, because it’s their truth.
Abuse comes in infinite ways. It comes in jokes, comments, suggestions of dress code, sexist adds, insinuations, sexual proposals, physical advances, telling someone they should be “honored to be desired at least”, allowing boys to tell girls to raise their dresses because “it doesn’t mean a thing”, and much, much, much more things much, much, much more agressive.
It’s finally, not a matter of being gay or straight. It’s not a matter of your gender or sexual orientation and identification. To blame it on that only perpetuates prejudices and stereotypes that create fractures on society. It’s not to blame on alcohol or drugs, or any kind of addictions. It’s not valid because when we open Twitter we see headlines saying that 13 year old Stranger Things actress is described as hot, sexy, attractive. We need to stop the sexualization of minors, because that justifies the perception of them as sexual objects, making them even more vulnerable to sexually abussive comments from people 30-40-50 years older than them.
We need to stop. We need to praise those brave souls who tell their stories. We need to support and create spaces in which people can come clean about their experiences. We need to validate them, no matter which action made them feel abused. We need to create awareness, that it isn’t valid. No matter how much money, status, or power you can have.
Abuse is never valid.


domingo, 5 de noviembre de 2017

Respirando por la herida.

El otro día, alguien por concluir una conversación me dijo "debes cerrar la herida", hablando de una situación que para mí es dolorosa.
Y me resonó, no por esa herida en particular. Sino porque siempre me ha resultado curioso el uso de la expresión herida, cuando uno se refiere a algo psicológico o emocional, como cuando uno tiene una herida física. Al equipararse claramente hay esta idea de que el funcionamiento es similar entonces, que algo te corta, que hay que respetar el proceso de cicatrización y que eventualmente, la piel se regenerará.

Entiendo perfectamente porqué se usa la comparación y le veo sentido, pero hay algunas heridas que se salen de este funcionamiento, que son para mí las emocionales o psicológicas. Seguiré con la metáfora de la herida, pues es el lenguaje más común. Hay algunas que no cierran, hay algunas que pueden estar quietas y en un evento o momento particular desangrarse a uno al punto de sentir que se muere. Hay heridas que cierran y vuelven a abrirse y cierran y vuelven y cierran y vuelven y así. Hay algunas que quedó un pedacito sin curar, por donde cala el dolor y respira el sufrimiento.

Cuando hay un dolor emocional tan tremendamente fuerte, tan destructivo, tan absolutamente devastador, uno siente como la piel se le rompe. Siente cómo se le quiebra el corazón. Siente cómo lo corporal cambia si o si por el dolor. Pero esas heridas no son visibles, sería tremendamente interesante si lo fueran.

Creo que todos estaríamos más remendados y pedaceados de lo que queremos admitir. Pero al no serlo, no sabemos la magnitud que tiene, no tenemos una forma de medirla, de saber su profundidad, su longitud, que tan letal es o no.
Esto se termina sabiendo a lo largo del tiempo. Hay algunas cosas que con una bandita sanan. Hay otras que uno piensa se cierran, pero las ve palpitar cada tanto, calentarse, hacerse visible, y uno ve que ese proceso todavía no está culminado. Hay otras, que uno sabe que están abiertas, que viven abiertas, y que cada tanto uno chorrean. Hay otras, creo que solo aquellas personas con dermatilomanía como yo o los médicos, podrán entender. Y son esas heridas físicas que salen, y uno la molesta. Cada vez que está a punto de cicatrizar, uno se rasca, se pellizca, se molesta, y volvemos a empezar de cero. Volvemos al punto donde la herida está recién hecha. Y llega un momento, cuando uno ha interrumpido tanto y tanto y tanto la cicatrización que la piel cambia. Se vuelve un hueco, de textura distinta y color como café o morado. Y ya no es ni una herida abierta, pero tampoco una sanada. Es la señal de que no se logró cicatrizar, pero que el cuerpo tuvo que cerrarla. Estas, por su naturaleza, si me parecen muy similares a las emocionales. Creo que hay infinitas que son así, y que si pudiéramos vernos veríamos un montón de estas manchas irregulares de color distinto que simbolizan heridas que siguen abiertas sin estarlas. Porque uno no dejó que cerraran, o porque la vida no dejó. Porque cada noche, cada pensamiento que llegaba recordaba lo que carecíamos. Porque cada domingo en la tarde extrañábamos a esa persona. Porque cada mañana al tomar los medicamentos psiquiátricos recordábamos nuestras luchas. Porque nuestras heridas físicas nos muestran cuando nos odiamos tanto que decidimos escapar de la vida hiriéndonos en la piel, para plasmar el dolor adentro nuestro.

Y pienso que realmente las heridas psicológicas no son absolutamente equiparables a las físicas y a su funcionamiento porque no pasaran nunca desapercibidas. A mí me sacaron el apéndice hace diez años, y cicatricé muy bien, al punto que la herida no tiene relieve, se ve solo si se mira muy muy de cerca, y se nota si me bronceo porque es más blanca ahí que el resto del abdomen. Ya está. No me molesta al vestirme,  no pienso en ella, me baño y ni la noto.

Mientras tanto, creo que las heridas psicológicas nunca se van del todo. Siempre habrá una palabra, una persona, un nombre o un sonido que haga que se abra de nuevo, o que seamos conscientes de que nunca cerró del todo. Y no está mal. Creo que es valeroso, admirable y poderoso saber que vivimos con tantas heridas latentes y que a veces se ahondan más o se hacen más notorias, pero aun así manejamos para vivir cada día. Para creer. Para funcionar. Para estar acá y ahora en todo momento. Aunque sepamos que la vida misma, vivir la vida misma, implique percibir esas heridas y la forma en que nos marcaron. Eso, para mí, es valor. Saber que no tiene que cerrar, que tal vez siempre estará abierta y sangrando, que dolerá y que la recordaremos siempre. Y aceptarlo, porque estar rotos significa que hemos vivido, que nos hemos atrevido, que hemos sentido. El punto no es remendar todo para que vuelva a ser como antes porque no lo será jamás. El punto está en agradecer de vivir aunque se tenga tantas heridas abiertas y latentes, y aceptar que están heridas y latentes. Porque nos permite ver distinto, sentir distinto, vivir distinto, aprendiendo del dolor y resignificándolo.


El 2020: Caos, incertidumbre y cosas que no hemos perdido.

 En estos tiempos de incertidumbre, hemos podido ver que nuestra salud mental y física han sufrido bastante por distintos motivos. Esta sema...