lunes, 30 de enero de 2017

The ones you lose while battling.




For most part of 2016, I was deeply depressed and struggling the worst anxiety of my life. I’ve had frequent panic attacks, suicidal ideation and tons of psychosomatic symptoms. That made me had to put on hold my life as I previously had known it, I had to take a break from my studies, my job, my social life, from almost everything in order to re-evaluate who I was and where was I heading while I tried my best to be alive in a spiral of meds, therapy and pep talks.

My own crisis brought to light a deep dark secret, that depression did run in my family and that we, as happy and fine as we seemed, didn’t escaped from the harsh reality of having a serious mental condition. My reality became so absolutely overwhealming and invaded every inch of my existance in such a way, that I hadn’t other option than to talk about my battle via social networks and personally, in gatherings with friends and family. I talked about it, about what it was like to cry yourself to sleep, to have a catastrophic mind, to fantasize with your own death daily. I admitted my journey in therapy, my likes and dislikes, my relationship with my psychologist and psychiatrist, my very own reflections of how they changed my life. I assumed the medications I was taking, I talked about the side effects, the good, the bad, the ugly, the pharmacist conspiracy, the idea of having them with me in my life for ever, the reality of dreaming never having to take them again.

I was out of the non-gay closet, out of the mental health closet. In the open. In the world for it to tear me apart.

The response was amazing, I was really shocked by how much loved it produced and how empathic could people be. I was surrounded by love and light, people saw the real me and loved me. In this battle of me vs depression, they rooted for me, for my life, and loved me for fighting daily and being open about it.

Those were the inmense mayority. Love won. But I want to talk about those few, very few, who I’ve lost thanks to that.

This piece is for those who couldn’t take the truth, who thought I “didn’t had reasons” to be depressed, who told me I was weak for placing my ocuppations on hold in order to heal myself, who questioned my diagnosis, who trashed talked my psychiatrist and psychologist for their approach, who were “tired” of me having one more fibromyalgia crisis or for having a funny accent as a result of a panic attack, who simply drifted away…

For you: I’m sorry I couldn’t give you more answers, or make my disease convincing enough for you to be in peace with it. Sorry for all the times I couldn’t make it to one plan or another just because I was to exhausted to leave my home, or I couldn’t stop crying or simply because no one couldn’t drive me. I’m sorry for the unexpected, for the way my voice changed, and for the paralyzing effects of panic in my body. Sorry for being so anxious and sad that my body hurted like hell and I had to show up wearing a cane and limping. I know I looked horrible and it made you uncomfortable. I’m sorry that you couldn’t imagine that I could fantasize about suicide, and that I made you feel sick just because you couldn’t accept me with those ideation. I’m sorry for bringing the mental health topic to your family, to your home, to your friends, to your Facebook and Instagram timelimes. I’m sorry for creating awareness on Suicide Prevention Day and talking about those who took their lives away and should be forgotten, because it’s too uncomfortable to admit their humanity.

And most of all: I’m sorry that I didn’t meant a word of the previous parragraph. I’m not sorry. If anything, I’m hurt. I know not everyone wants to talk about mental health and not everyone gets it, but how dare you make me feel bad for having a disease I didn’t chose? How dare you to judge me? Haven’t you understand that I’m fighting, every damn second, to keep myself alive?

I don’t care if my diagnosis is convincing enough for you or not. I don’t care if my diagnosis is too painful for you to believe it or not. Because for me it isn’t a word. It isn’t a matter of a diagnosis, of a cathegory, of a name. It is a reality. It is a life long condition. It is a challenge I’ll have for the rest of my life. And it’s not a movie or a game I can reset or pause. It’s my life, my reality, my story and it’s all I have in a world that won’t stop spinning and that barely gives me time to keep up with it.

So, yes, I miss you. Yes, I never thought I could lose you over this. Yes, it would probably would’ve been easier with you by my side. But don’t you dare to question my psychiatrist, my therapist, my mom or any of those who’ve, in fact, BEEN there by my side this year. Because they are the ones I owe it to be alive to see 2017 rise up.

And it hurts to end the year without you on my life. But I prefer to be alive, struggling, with people who validate my journey and support my struggle. Those are the one worth every breath I struggle to take.

Because my condition is real. And those who really love me, see it.

miércoles, 25 de enero de 2017

Sobre estar bien

Terminando mi primera semana de reintegro a la Universidad, a la vida, a la academia, a la socialización, hay muchos temas que me alborotan la cabeza. Primero, claramente agradecer por las más de 4100 visitas a este blog. Fue una iniciativa que nunca llegué a pensar que fuera tan, tan potente, ni que me mostrara una nueva pasión de vida, ni que le llegara a tantas personas. Son simples recuentos de mi vida, de mis luchas, de mis reflexiones que pongo de manera muy honesta para intentar crear consciencia frente a la realidad que se vive cuando se tiene una situación emocional o física particular y cómo éstos afectan las cosas de la vida diaria. El único objetivo siempre ha sido y será que quienes me lean puedan ponerse en los zapatos de una de las miles de personas alrededor del mundo que tiene una condición emocional particular y que ésto los haga ser más empáticos, mas amorosos, más comprensivos, y así construyamos una sociedad donde no se juzgue tanto, y que por favor, por fin, hablemos sin tapujos de la salud mental, del suicidio, del malestar, de la medicación, de la terapia.

Dejando esto claro, está el punto de volver a la vida "activa", por decirlo de alguna manera. Hoy oía en clase una frase muy cierta y es que la vida es tremendamente difícil de retomar, por lo cual, para no tener que retomarla, no hay que abandonarla. Porque el mundo no para, la gente no para, las cosas no paran y ponerse al tanto es una cosa densa. Densa, densa. Es en esos momentos en que uno cae en cuenta de TODAS las dimensiones de una persona, porque volver a la Universidad no es solo volver a lo netamente académico. No. Es socializar. Es moverse por espacios distintos. Es volver a estar activo físicamente. Es hablar en público. Es volver al sistema jerárquico de una institución educativa. Es leer, y entender lo que se está leyendo. Es aprender de temas nuevos. Es poner atención a lo que oyes mientras escribes en tus notas e intentas comprender. Es madrugar. Es trasnochar. Es interactuar con gente nueva. Es ejercer un rol de profesional con todo lo que esto implica. Es tanto... Y todo al tiempo.

Y claro, querido lector, tal vez si tu nunca has hecho un alto en el camino no entiendes todo lo que implica. Sino que ya, por costumbre, por hábito, lo haces de manera automática y lo haz hecho por años así que parece sencillo. Es la vida y punto. Pero cuando uno se sale de esa corriente, del corre-corre, de la rutina para respirar y se "de-sincroniza", es complejo volver a incluirse. Porque se está en otra sintonía, porque agota, porque es mucho y todo sucede al tiempo. Y lo más importante, que es el tema principal, porque hay una serie de cosas que la gente asume y te impone, que hacen que el proceso sea aún más difícil,

¿Estoy mejor? Si. ¿Me ha servido el tratamiento? Si ¿Me sirvió el semestre sabático? Montones ¿Estoy curada? ¿Estoy bien? ¿Estoy sana?
Acá hago el pare.

Porque a la gente se le olvidan dos cosas. La primera, estamos hablando de salud mental, así que eso es absolutamente subjetivo. Claro, si me preguntan si estoy bien en comparación a Mayo pues claro que si! Pero si me preguntan, hoy me siento mejor que ayer porque ayer estaba baja de ánimo, agotada, ansiosa y estresada. Porque es un proceso. Es un PROCESO de recuperación. Así que toma tiempo, no es de blancos o negros o de extremos tales como "bien" o "mal". No hay una radiografía que pueda decir que en efecto estoy "sana", no puedo demostrar eso. Estamos hablando del estado anímico. Y siendo absolutamente sincera, ¿Hay alguien cuyo estado anímico sea absolutamente constante y plano durante una semana? ¿Durante un día entero? Así que cómo esperan que una persona en recuperación de una crisis de salud mental tremenda lo sea! Si nadie está siempre bien. Es imposible estar siempre estable, siempre feliz, siempre sano.
Y ahí va el segundo punto. Porque como la salud mental es tabú, el estar mal es tabú, y la perfección es anhelada, pues nos han enseñado que solo se pueden hacer las cosas cuando se está bien o porque se está bien. Y yo, con el amor de mi corazón les digo: Al carajo con esto.
Yo no vuelvo porque estoy bien o estoy mal. Yo retomo mi vida porque aprendí a aceptar mi mente, como funciona, con sus complejidades y hoyos negros, y porque al aceptar entendí que ninguna condición física o mental determina que sueños soy o no capaz de cumplir. Porque uno, cuando tiene una condición crónica, no puede esperar a estar "bien" o "sano" para empezar a vivir. Porque ese momento tal vez nunca llegue, así que se tiene que hacer lo mejor que se puede con lo que se tiene. Ser quien se quiere ser con quien se es hoy en día. Imperfecto, roto, enfermo. Salir y cumplir sus sueños. El mío es ser psicóloga para ayudar con el estigma en salud mental y para tener una fundación para gente en situación de discapacidad. Así que ¿qué debo hacer? Debo, primero, terminar mi pregrado y para eso me queda un año de práctica. Entonces a hacerlo! Porque voy a cumplir mis sueños y mis metas, teniendo o no depresión, teniendo o no fibromialgia, teniendo o no artritis, teniendo o no ansiedad.

Claro está, esas cosas extras pues hacen que el camino se vuelva complejo a veces. Que se tengan que tomar ciertas consideraciones, que se tengan que hacer adecuaciones físicas, que se tenga que tomar más tiempo, etc. Es parte de aceptarlo. De aceptarse. De quererse. Y si, tal vez eso haga que me vaya a graduar 6 meses más tarde de lo que pensé cuando empecé la universidad. Y si, eso hace que ahora viva día a día y no sepa mi futuro este semestre pues dependo de mi desempeño, de mi sentir, de mis reacciones, de mi adaptación, de mi evolución día a día. Pero al menos sé que estoy haciendo todo por cumplir mis sueños. No porque los pueda cumplir solamente estando bien, sino porque todo este rollo de aceptar y ser más que tu condición es eso: Es atreverse a soñar y saber que esos sueños se pueden cumplir (si se trabaja hacia ellos claramente) SIN IMPORTAR SI SE TIENE O NO UNA CONDICIÓN FÍSICA O MENTAL. Porque es que el mundo no es de los perfectos ni de los sanos solamente, y siendo sinceros todos tenemos nuestras cosas, solo que pocos nos atrevemos a contarlas.
Con todo esto a que voy: A que estoy asumiendo un reto. A que ha sido difícil. A que sigo en un proceso. A que estoy contenta de ser ya casi una psicóloga y ver pacientes y hablar de salud mental. A que nada es blanco o negro en este tema, así que por favor: No asuman, que porque una persona se atreve a asumir un reto es porque está sana. Porque eso no es lo que importa, lo que vale es que se atrevió a ver más allá de sus condiciones físicas y mentales (si batalla con alguna) y a luchar por sus metas. Y por favor, una gran lección que aprendí de las personas que se recuperan de adicciones: Sólo por hoy. A veces ni siquiera, a veces: Solo por esta hora, solo por este segundo.

Si uno, estando en un proceso de recuperación se atreve a empezar un nuevo proyecto o está mejor, apoyénlo en la política de sólo por hoy. No metan, por favor y así sea con todo el amor, la presión del futuro y las declaraciones totalitarias de "Ya está perfecta, ya retomó su vida por fin". No. Así sea por amor, porque sé que es con amor y es porque creen en uno. Pero repito, se está en un PROCESO DE RECUPERACIÓN, así que las cosas cambian fácilmente y eso, para uno, es tremendamente doloroso y difícil de aceptar. Así que por favor, no agreguen más presión. Apoyen, amen, crean en las personas, pero entiendan que vivimos por el hoy. Por el ahora.

Dejando esto claro, estoy en la Universidad. Es un reto gigante, que ha valido la pena. Estoy más tranquila hoy, 25 de Enero, y hablo por hoy: Fue una gran gran decisión retomar, así como en su momento fue lo adecuado suspender. De mañana no sé.
Por ahora me pondré a leer textos de psicooncología, y mañana veremos. Por hoy, estoy satisfecha de haber estudiado estos 3 días porque sé que lo debo hacer para poder ser quien QUIERO ser. Porque me he mostrado como soy. Porque cuento orgullosa mi historia, mis condiciones, mis caídas y mis levantadas. Porque ninguna enfermedad física o mental limitan quien soy, al contrario, me hacen una guerrera y a pesar de que eso signifique tener heridas, estoy orgullosa de ser quien soy.

miércoles, 18 de enero de 2017

Desplegar las alas e intentar de nuevo.

Eso dice Mario Benedetti, en uno de mis poemas favoritos, siendo él uno de mis poetas favoritos. La poesía tiene esta cosa mágica, al igual que el arte, la música y la misma escritura (he ahí mi razón de estar acá en este blog, publicando semana a semana) de convertir lo intolerable en magia. De hacer del dolor algo bello, admirable, deseable. Escribimos o se pinta acerca de la muerte, del desamor, del rechazo, de la tristeza, y de alguna manera se vuelve arte. Se vuelve inspirador. Se vuelve hasta atractivo diría yo.
El poema del que hablo de Benedetti, No te rindas, hace eso. Convierte la lucha de una persona al borde de rendirse en algo mágico. Hace el vivir, con dolor a cuestas, algo admirable. Inspira a ver más allá de todo aquello que nos dice que no sigamos adelante. Hace que estar acá, respirando y vivo, sea un triunfo, un regalo, un privilegio. 

Y empiezo con un título extraído del poema porque me gusta pensar que estoy en ese momento. Desplegando mis alas, intentando de nuevo.

La vida que sigue después de una crisis devastadora es indescriptible. Es imposible poner en palabras la desolación con la que se queda, la pérdida de identidad, el desespero, el sentimiento de estancamiento, la confusión, el cansancio, la falta de rutina... Son tantísimas cosas. Estuviste meses en la mitad de un tornado. Y todo era nuevo, tu misma identidad era nueva con cada amanecer ya que tu ánimo, tu fuerza, tu motivación eran cambiantes e impredecibles. Tu vida en términos de rutina cambió totalmente, tuviste que abandonar tantas cosas, tuviste que dedicar cada simple segundo a ti, a tu recuperación, a intentar disipar el monstruo en tu cabeza. Tu filosofía de vida cambió, te diste cuenta que simplemente cuentas con el segundo que estás viviendo así que no debes vivir en función de un futuro que tal vez no llegará. Tu relación contigo misma ha evolucionado del odio, de la negación a una sana (casi permanente) aceptación llena de amor y fortaleza. 
Y todo esto sucede mientras luchas, luchas con tus crisis de depresión, luchas con el suicidio, luchas con la ansiedad, luchas con los cambios físicos en tu cuerpo, luchas con el asma, luchas con la fibromialgia, luchas con la artritis, luchas con la fatiga crónica, luchas con la hipersomnia, luchas, luchas, luchas.
Llega el momento en que todo, por alguna razón empieza encajar. Algo te motiva a mirar hacia el futuro, algo te hace sentirte viva de nuevo, algo te incita a al menos intentarlo (en mi caso, reconectarme con mi parte espiritual e ir a mi ciudad amada, Salamanca). Claro está, con esto no digo que estás feliz y sana y estable un día y ya. He dejado claro que todo con lo que lucho (menos la artritis que todavía tengo que definir tratamientos y eso, así que no se el pronóstico) es crónico así que lo más probable que me acompañe por el tiempo que esté en el planeta. Pero empiezas a encontrar algo, por pequeño, que te inspira y te motiva y te hace (por un segundo) cerrar los ojos y hasta disfrutar el movimiento del tornado. 

Y decides intentar de nuevo.
Intentar qué? Intentar vivir.

Pero te preguntas cómo hacerlo, ya no te acuerdas la forma de hacerlo. Y te preguntas cómo vivir, como estar en el mundo, como tener sueños, aún teniendo depresión, ansiedad, fibromialgia, artritis, asma, fatiga y demás. 

Claro está que te aterra. Que no funcione, que no lo logres, que recaigas, que falles, que algo salga mal, que te pongas peor, que eso que te inspire se desvanezca... La ansiedad te repite eso. Cada segundo. Y la depresión te hace sentir insuficiente. Pero te preguntas, si tal vez, alguien. en algún lugar del mundo, en algún sitio de la historia, estuvo realmente listo, sin pánico, antes de tomar un paso grande.

Obvio, no todos ellos batallaban condiciones mentales. Obvio, no todos ellos tenían enfermedades crónicas. Pero volver a la vida, tomar un gran paso, hacer algo importante aterra. A todos.
Así que con esto anuncio, a mis lectores, a los que me han dado tantísima fuerza, que doy el paso: Retomo de a pocos la vida. Empiezo mis estudios. Que claro está, en la incertidumbre de las condiciones, no significa que estudie todo el semestre, que sobreviva al primer día, que esté una semana entera. Voy día a día, porque dependo de mi estado día a día. 

Pero doy el paso hacia vivir una vida plena y feliz, teniendo depresión mayor y demás temas crónicos. Porque lo valgo. Porque una condición mental no te hace ni más ni menos. Porque una pausa en el camino la tiene cualquiera, pero el tema no es quedarse ahí sino siempre, siempre, a tu tiempo ir para adelante. Y así como lo pone Benedetti, la vida es arte. Y yo Mariana Solarte, creo firmemente que sobrevivir cada día con una condición mental es arte, y la recuperación es una pieza inspiradora, maravillosa.



"No te rindas, aún estás a tiempo

de alcanzar y comenzar de nuevo,

aceptar tus sombras,

enterrar tus miedos,

liberar el lastre,

retomar el vuelo.

no te rindas que la vida es eso,

continuar el viaje,

perseguir tus sueños,

destrabar el tiempo,

correr los escombros,

y destapar el cielo.

no te rindas, por favor no cedas,

aunque el frío queme,

aunque el miedo muerda,

aunque el sol se esconda,

y se calle el viento,

aún hay fuego en tu alma

aún hay vida en tus sueños.

porque la vida es tuya y tuyo también el deseo

porque lo has querido y porque te quiero

porque existe el vino y el amor, es cierto.

porque no hay heridas que no cure el tiempo.

abrir las puertas,

quitar los cerrojos,

abandonar las murallas que te protegieron,

vivir la vida y aceptar el reto,

recuperar la risa,

ensayar un canto,

bajar la guardia y extender las manos

desplegar las alas

e intentar de nuevo,

celebrar la vida y retomar los cielos.

no te rindas, por favor no cedas,

aunque el frío queme,

aunque el miedo muerda,

aunque el sol se ponga y se calle el viento,

aún hay fuego en tu alma,

aún hay vida en tus sueños

porque cada día es un comienzo nuevo,

porque esta es la hora y el mejor momento.

porque no estás solo, porque yo te quiero."

Mario Benedetti

lunes, 16 de enero de 2017

Winter and fibromyalgia

I live in Colombia, and as it is very close to the Equator, we don’t have seasons. Depending on the altitude of where you live, you have a variety of climates that stay relatively stable through out the year (with the exceptions of rainy-dry seasons). Therefore, I don’t have to live in a place that has winter so I’m not used to see how amazingly your body changes with the seasons. Thus, the reason for this article.
I’m currently in Europe for vacations. I’ve been to Fatima, Madrid, Salamanca and currently I’m in Avila. It’s a beautiful town, with gorgeous XIth century walls that surround the city center and most importantly (for me at least) native home of my favorite Saint of all time, Saint Therese of Avila. Long story short, the spiritual part is very important in my life and as I’m currently going through a major depressive episode, I felt I needed to come to my saint’s town as part of my recovery process.
Oh! Two small, tiny, little details. First, I have fibromyalgiaasthma, some remains of a reactive arthritis I got a month ago, major depression and anxiety. And second, it’s winter in Europe. You can see where I’m going, right?
I’m not going to talk about the depression and anxiety in winter time, that’s topic for another article. I’m going to talk about the physical, chronic illnesses and this  winter climate, which is new for me but a reality for many, many people around the world.
Let’s start with the fact that, if you have a chronic illness, is hard enough to travel for the physical toll it has in you. Don’t get me wrong. I’m not being ungrateful. I love traveling and I’ve been lucky enough to be able to do it to get to know amazing places, and to come to Avila and Fatima in such a hard time has been good for my soul. I’m absolutely thankful for this trip and I will travel in any climate just for the love of getting to know new places, or going back to cities that stole my heart.
But it’s hard people. You are chronically fatigued, therefore all you want to do is sleep and journeys require you (in general) to wake up early and stay up until late, walking and touring around. And it’s exhausting for people with no conditions at all. Now imagine for us who have any condition that makes you feel tired all the time. Fun. The part of your sleeping patterns is also a mess, jet-lag isn’t certainly cooperating with your hipersomnia or insomnia. Long walks, through uneven lands, taking stairs in museums or churches. Different food, also…
But let’s focus on winter, shall we? So you don’t get sick (in our cases, sicker) you have to wear a billion layers. Thermal underwear, special socks, pants, shirt, sweater, special winter coat, two sets of gloves, hat, scarf. You are like a freaking package. You can’t even bend your joints. 
Fibromyalgia problem #1: your extremities swell up, therefore with all this clothing (if it fits) it gets way too tight and makes it even more painful.
Asthma problem #1: you are supposed to wear a scarf thicker than a concrete wall in order for no cold air to get in your lungs because it makes you sick. But you are already short of breath because of the weather, therefore you can’t breathe and LESS with a huge scarf covering your nose and mouth. So you lower it in order to breathe, and cold air gets in which is bad, and… I don’t need to explain this vicious circle, do I?
I’m 22 years old, so everyone expects me to be happy, full of energy, active. And I’m not because all of the things I previously explain, well, at least not all the time and less when it’s 28 degrees out there and I’m freaking freezing while my body enters in strike. So you ask to go slower, you make some stops, you constantly enter to places where there’s heat to breathe better, you suggest to take a taxi or a bus. And as considerate as people may be, they don’t get it, because you are just a lazy young woman who doesn’t want to walk and get to know new places. They don’t get it that your body just doesn’t work in this temperature and that it wakes up all the pain in your joints and muscles and collapses your lungs. And yes, yes I know there’s inhalers and pain killers but it’s not enough.  Plus, it is absolutely frustrating to be in this limbo where you aren’t healthy enough to be as any 22 year old tourist would be, but you don’t have a disability, at least not a visible or constant one (because there are days in which you are perfectly functional).
And I’ve been thinking about it, but what really encouraged me to write about this was the following situation. I was at mass, and for the fibromyalgia and arthritis, it’s hard for me. I can’t kneel when I’m supposed to, because it is extremely painful and hard to get up, and sometimes the hip or back or leg pain makes me sit down at times when I have to be standing up. In one of those moments, where pain made me sit down, I looked to the left side and there was a 70 year old lady, with a cane, standing up, giving me the stink eye and looking me with disappointment. Now, days after that, I would like to tell her 
“Dear 70 year old lady who gave me the stink eye.
I’m sorry but I won’t apologize for having sat down at church the other day. I have s chronic condition which is really painful, and gets worse with the freezing climate of your very beautiful town, and makes it hard to be up for long periods of time. I would love to let you have my body for a day so you can prove it yourself, but as I can’t, you’ll have to believe me when I say it’s very, very painful. I already told God about it and he’s ok with it, it hasn’t interfered in our relationship as He gets that I have to make some changes to adapt daily situations to my condition and He loves me no matter if I’m standing or sitting down for health reasons at mass. May God bless you (I dare to say this as we met in church so I’m guessing you are a believer). 
Love,
The 22 year old lady who sat in mass.”
P.s: For all of you who have fibromyalgia or arthritis or both and live in places that have seasons, I’m very, very, very empathic and I admire all the courage you have to manage the symptoms and live your daily life in such a cold weather for whole months during your lifetime. All my love. 

sábado, 14 de enero de 2017

Carta a la Mariana del 2002

Recientemente estuve en bastantes sitios que marcaron de alguna manera mi infancia, ya que estuve en Salamanca (lugar dónde viví cuando pequeña) y otras ciudades cercanas que, por lo que dije antes, frecuenté bastante cuando pequeña. Por esta misma razón, y retomando la sabiduría de mi psicóloga cuando trajo hace unos meses esta frase a colación, han sido unas semanas basadas en (como diría Mercedes Sosa) " Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida". Ha sido la definición perfecta de estos días. Claro está, que la continuación de dicha frase también ha cobrado sentido "y entonces comprende como están de ausentes las cosas queridas". Pero esa parte, al ser más dolorosa y melancólica, la gente lo suele olvidar.
"Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida y entonces comprende como están de ausentes las cosas queridas". Aplica para mucho. Para básicamente todo en mi vida en este momento, pero como este no es un blog enfocado en la separación de los padres, en las tusas o en temas de orientación profesional, me dedicaré en la medida de lo posible y en su mayoría a hablar de mi. Claro está, que todo se entrecruza entonces temas distintos a las condiciones mentales o físicas se abordan, pero no quiero enfocarme en eso. Que quede claro.
Fue maravilloso en tantísimas medidas y a un nivel tan personal que es difícil entrar en detalles, porque no encuentro palabras que abarquen la totalidad de eso. Pero fue tremendamente melancólico también. Y durante estos días, en los que he recorrido mis pasos, intentando reencontrarme con la Mariana de esa época (2002), pues me surgieron un montón de pensamientos que quiero poner a continuación: En una carta dedicada a la yo pequeña, a la Mariana del 2002. A pesar de que somos la misma (si y no, debatible según tu corriente filosófica) cuando hable en segunda persona me dirijo a la Mariana pequeña, en primera a la Mariana actual, y en plural pues a aquellas cosas transversales y atemporales que nos cobijan a ambas y a Mariana en su vida entera. Espero que tenga sentido y que se entienda. Y acá va.

Querida yo pequeña:
Te escribo esto porque si tu pudieras verme hoy, 15 años después tendrías muchas preguntas. Si bien todo el mundo cambia a medida que crece, yo he pasado por unas cosas que me han hecho volverme de un carácter muy distinto al que tienes tu a tus 8 años. Es difícil de entender, porque sinceramente ni yo te puedo explicar como llegamos acá. Como terminó todo así. A nivel familiar, personal... Simplemente puedo decirte que las cosas han resultado muy distintas a como tu las imaginas. 
Me acuerdo mucho, que a tu edad siempre decías que cuando tuvieras 22, 23, MÁXIMO 24, ya estarías casada y tal vez con un hijo. Déjame decirte que no podías estar más equivocada. Y yo, no podría estar más lejos (al menos en este momento a mis 22) de casarme y tener un hijo. Se que sueñas con el Príncipe azul y que piensas que el amor es perfecto, pero nos hemos dado cuenta (tal vez con estrellones feos) que requiere mucho cuidado, respeto, paciencia y responsabilidad. Que no es tan fácil como creíamos y que, si bien existe, hay que construirlo poco a poco. Yo se que a veces con esa cabecita ansiosa piensas que nunca tendrás novio, pero los he tenido y nos ha ido bien en general. He conocido gente a quienes he amado de verdad, que me han amado y que me han ayudado a crecer muchísimo. De las "tusas" o despechos ni te hablo, pero sólo te digo que sobrevivirás a todas, todas, que en su momento dejará de doler y que aprenderás con esto a ser paciente. A que no todos son el amor de tu vida y está bien que no sea así. No hay afán por encontrarlo, tranquila. Tienes mucho afán por crecer y una serie de preconceptos de como debería funcionar la vida en términos de tiempos y eso, pero te vengo a contar que no podrías estar más equivocada. Y que aferrarte a eso no te hará bien, pues la vida está llena de sorpresas que te sacan del plan original y debes reponerte y seguir. Y está bien.
Eres una niña tremendamente alegre, espontánea, libre. Eres feliz y me gusta recordarte así. Amas bailar y cantar (aunque tengas una voz de espanto), y tienes coraje para hacerlo en público. Te cuento que yo lo he perdido, me he vuelto más penosa, más reservada, más privada, con un poco menos de vida. Y no me gusta, pero es lo que hay ahora. Sigo siendo alegre, y ahora soy bastante irónica y sarcástica. Pero suelo hacer reír a la gente como tu lo haces desde siempre (claro, que el contenido de los chistes ha cambiado porque ya soy toda una adulta y tu una pequeña). Por cosas de la vida, no se si sea bueno o malo (porque ya cuando grande aprenderás que no todo es sólo bueno o malo, hay matices) tenemos una condición que hace que esté más triste y ansiosa que la mayoría de la gente. Más adelante te contaré mejor de eso. Pero está bien, estaremos bien.
 Sigo sonriendo todo el tiempo, como lo haces tu, sólo que ya tengo todos los dientes completos y se complementan muy bien con los cachetes que no cambian. Esto hace que alegremos a la gente, y que 15 años después me digan que tengo la misma cara de cuando tenía tu edad. La vida funciona de manera chistosa y tu, que cuando eras aún más pequeña te hacías la enferma para ir no ir al colegio, pues ahora tienes unas cuántas enfermedades que parece que nos van a acompañar mucho tiempo. No es nada grave, no nos pone en peligro, sólo hace que haya tenido que cambiar algunas cosas de mi vida diaria para rendir con la salud que tengo y ya está. El asma volvió, la dermatitis sigue, y ahora tenemos unas cosas en los músculos y las articulaciones que ni te digo el nombre porque es muy difícil. Eso hace que tenga que usar bastón a veces (acabo de comprar uno de flores divino que es más juvenil y no me da tanta vergüenza o pereza usar por los comentarios de la gente), que no pueda estar de pie mucho tiempo o que me duela subir y bajar escaleras, pero le saco humor al tema y ya está, eso lo hace más llevadero. Ah! Y tampoco puedo usar tacones. Lo siento, se que eres vanidosa y te imaginas como una adulta entaconada y elegante, pero pues como te dije antes, la vida nos cambia los planes. Y los tacones son muy incómodos igual así que es hasta bueno tener una excusa para no usarlos... Te acostumbrarás a ser pequeñita y medir 1,60 y te gustará, porque inspiras ternura y consigues novios más altos con mayor facilidad que te abrazarán mucho. Así que está bien.
Tengo que reconocerte, que a tus 8 años, tenías una gran habilidad para elegir amistades. Muchas de tus amigas de ese momento siguen siendo amigas mías hoy en día. Algunas han llegado luego, pero las que tu elegiste son como hermanas. Así que felicitaciones! 
Como lo supones desde tu edad, entrarás a estudiar psicología. Y te encantará. Sólo que debes recordar siempre que para ayudar y servir a los demás como puedes, debes estar lo mejor posible tu. Tu vas primero (eso ni yo lo he logrado entender pero te lo digo desde ya) y tienes que ser responsable con tu salud mental para poder hacer todo eso que sueñas con los demás que te necesitan. Y para que veas como es de bonita la vida, una de las mejores universidades en el campo que te gusta de psicología es la de Salamanca. Así que volverás a ese sitio que tanto has amado. Y a medida que crezcas lo amarás aún más. Lo visitarás 3 veces y cada despedida será más dura que la anterior. Porque Salamanca, como lo sabes, es tu casa. 
La vida como la tienes ahora cambiará muchísimo. Pero nunca olvides que tienes los mejores papás del mundo, independientemente de lo que pase con ellos. Ojalá pudiera yo volver a lo que tu estas viviendo en el 2002,  a la vida en familia y los miles de viajes en carro cantando La Oreja de Van Gogh. Pero no puedo, así que te digo que aunque la forma cambie, el fondo no. Y tu mamá seguirá siendo tu mejor amiga, serás siempre y cada día más la princesa de tu papá y tu hermano será eternamente la persona que más te quiere y te protege en el mundo.
En cuanto a las tristezas, se que es difícil de imaginar porque eres tremendamente distinta. Y es un camino difícil de aceptar. Pero luego de 5 años de batallar, de negar y de finalmente, aceptar, te digo que eres Inmensamente fuerte y es gracias a esa base que tu sentaste, que yo sigo luchando y que soy abierta con el tema. Tu me inspiras. Tus sueños, tu amor por la vida, tu inocencia, tu alegría. Eso me inspira a seguir acá y a ser mejor. Por ti
Por último, gracias por desde tu corta edad tener una espiritualidad tan fuerte. Gracias por fijarte en Teresa de Ávila. Hoy en día tiene un valor invaluable en mi vida, y llevo el "Nada te turbe, nada te espante" en la piel (Si, te harás un tatuaje. Es mas, tienes dos. Si, a tus papás no les gustará. Si, a tu hermano menos. Si, seguramente te harás más. No, no duele tanto como crees). Es por ti, por tu fe desde niña que hoy la espiritualidad es un motor fuerte y que encomiendo cada movimiento a Dios a través de Teresa. Esto no quiere decir que vayas a ser monja, te intentarán convencer y cada vez que vayas  un convento por poco y te dejan allí. Per tengo clarísimo, como tu a tu edad, que nacimos para tener hijos y una familia. Además con lo enamoradiza que eres no durarías un mes (yo intento serlo menos... Pero sigo siendo una romántica de cuento). 
Chiquitina. Guerrera. Loca. Bailarina. Activa. Te prometo que intentaré ser más como tu, con tu energía, tu fe en la vida y tu amor en la gente. Prometo cumplirte los sueños que aún sean posibles. Uso colorete y me visto de faldas y vestidos, me siguen encantando los anillos y me estoy dejando crecer el pelo, se que eso te pondría orgullosa y ahí medio me parezco a quien tu sueñas ser de grande. Prometo intentar recordar las sevillanas y el pasodoble, y ser como tu: libre, curiosa, alegre y llena de amor. Prometo nunca olvidar quien eras, como eras, lo que te gustaba y lo que no. 
Tranquila con tu cabeza, se que desde ya te llena de ansiedad y miedos, pero el 99,9% de las cosas que te dice ella nunca se cumplirán. Y con la depresión y la salud física, aprenderemos a vivir con amor, paciencia y aceptación. Prometo quererte y cuidarte siempre. Eres lo más bonito que tengo. 



viernes, 6 de enero de 2017

Reflexiones de Fátima en tiempos difíciles.

Recientemente tuve una experiencia complicada, sobre la cual no estoy lista para dar detalles todavía pero se sobreentiende, por el tema del blog. A los que no entiendan muy bien o no se imaginen lo que fue, pues paciencia que en su debido momento hablaré de eso.
El tema es que dicha situación puso una vez más mis planes en veremos. Empecé el año aún más perdida que antes y ha sido difícil de digerir. Debo ser honesta al respecto, ya que la gente que me lee se identifica con mi camino, y la verdad es que han sido probablemente los dias más complejos de todos estos meses.
Por razones que van más allá de mi poca comprensión del destino o del tiempo de Dios, salí del país justo después de que dicha situación se presentara y viajé a Europa. Era un viaje que ya estaba programado, que incluso era para hace unos meses, pero que por destino (que hoy entiendo mejor) se pospuso para estas fechas. 
El punto es este. En una de esta noches,  me encontré sola por cuestión de unos minutos a las 9:00 de la noche en el santuario de Fátima. Hacía unos 4 grados de temperatura, y la noche estaba despejada así que se veía la Luna y algunas estrellas. Estaba por primera vez sola en muchos días y no lo digo simplemente por la compañía de mi mamá. Por un tiempo breve, tal vez un minuto y medio o dos, me vi completamente sola en este semicírculo gigantesco del santuario de Fátima. Me di la vuelta, mire hacia todos los lados, y no había nadie. Absolutamente nadie. Estaba sola, en la mitad de esta obra arquitectónica, rodeada de estatuas de santos en la parte de arriba, con murales de la pasión de Cristo en el lado, con la basílica imponente, sus campanas, su corona y su cruz, y la imagen de la virgen. Todo esto en mármol o una piedra blanca que parece mármol (no sé de piedras o de arquitectura, lo siento), iluminada en su totalidad por unos gigantescos focos de luz aún más blanca. Arriba, la luna y las estrellas. Y entonces exhalé. Era la primera vez en días en que mi mente se quedaba callada, estaba supongo perpleja de esta inmensidad y susurré "soy la única persona acá". Y sentí el frío, ese que sientes que se te rompen las orejitas, que la punta de la nariz es de hielo y que cuando exhalas, sale una bocanada de humo. Odio el frío, me activa el asma y la fibromialgia y todo me duele y demás, pero esta vez fue distinto. El frío me hizo sentir viva. El dolor al respirar y la tos, el dolor muscular y articular, todo lo odiado, me reafirmaba que ahí estaba viva.
Al verme ahí, helada y consciente, miré la magnitud de estas estatuas, de la basílica, las columnas e incluso del cielo de la noche. Y me dije a mí misma "debe haber algo más". Algo más que vivir por vivir, que estar por estar, que hacer por hacer. ¿Por qué estaba yo allí, sintiendo mi pequeñez, unos días después de uno de los momentos más complejos, sino el más de mi última crisis? Estaba en Fátima, viva.
No sé si fue el entorno, mi fe, o qué, pero volvió la cuestionada búsqueda de sentido. Me rehuso, realmente, a decir que estaba ahí solamente porque estaba viva y ya está. Y que se está vivo porque no se está muerto. Y que no se está muerto porque simplemente no has querido o no has podido quitarte la vida. No. Si bien esto es cierto, en el sentido estrictamente lógico, simple y anatómico: Estás vivo porque no estás muerto. Pero me rehuso, a una explicación con tan poca magia.
Estas vivo, estoy viva, estamos vivos, porque debemos estar vivos en este momento específico. Y esto no es una orden o un juicio, no es una condena o una obligación. Creo que he dejado clarísima la intención de desestigmatizar el suicidio, normalizarlo, verbalizarlo, ponerlo en evidencia, crear consciencia de esta creciente problemática de salud mental a nivel mundial. Creo, también, que entiendo muy bien sin juicios lo que es no querer estar acá y sentirse listo para acabar con la historia propia, ya que he estado ahí muchas veces (algunas más densas y radicales que otras).
Pero el punto es que si yo estoy escribiendo esto, y tú me estás leyendo es porque ambos estamos vivos. Lo queramos o no. Lo hayamos buscado o no. Ese es otro tema.
Y está el tema de por qué seguimos aquí.
Creo profundamente, porque soy una persona católica con una espiritualidad relativamente buena y fuerte, que estamos acá con una misión, con un propósito, para algo (religión y suicidio, batalla constante e interesante que abordaré en otro artículo). El problema: que cada quien es el encargado de descubrir para qué está acá. No hay un manual, no hay un código para hackear el sistema y obtener la respuesta. Es una pregunta que muchos incluso, mueren con muchas décadas encima sin haber podido responder. El otro problema: si se tiene alguna condición mental, en mi caso hablo por la depresión, se encargará de convencerte diariamente de que uno nació para ser inservible, sin talentos, sin futuro, sin manera de cambiar el mundo, básicamente que se es una pérdida de espacio y oxígeno. El reto, como siempre acá, vivir más allá de la condición mental.
Me gusta creer en algo que me dijo un sacerdote, y creo que aplica a las distintas creencias, y es: Dios no perdió el tiempo creando a una persona. Así uno se sienta absolutamente sin sentido, perdido, confundido. Hay un propósito, una razón, un por qué. Siempre, siempre, siempre. Y acá hablo de metas grandes y pequeñas, porque entiendo que las aspiraciones a futuro a veces son complejas pues no se ve un futuro claro. Pero hay tantas, tantas maneras de darle sentido a la vida diaria. Sea sonriéndole a alguien, hablando con un adulto mayor, agradeciendo. Cosas simples y sencillas. No estoy pidiendo, porque no soy así y sé lo que cuesta, que todos los que estamos acá "porque toca" (no es la expresión más apropiada pero transmite el mensaje) seamos mañana seres absolutamente sonrientes, empalagosos, y estemos bailando y cantando. No. No es real, no es posible y no va a pasar.
Lo que estoy intentando decir es, si ya estamos acá (porque todavía no es nuestro momento de irnos así a veces no comprendamos esto), pues encontrémosle el sentido a la cosa. Y como el sentido de vida es un tema complejo de buscar para la mayoría y que toma tiempo, y que se deriva de estar activo en la vida (cosa difícil si uno es suicida o si tiene una condición mental que requiere ciertos cambios en la vida y en la rutina), pues hay que encontrar el sentido en pequeñas cosas diarias. Decir, hoy estoy agradecido porque al menos me pude bañar, o porque tuve energía para salir a dar una vuelta, o porque tuve apetito y comí 2 de las tres comidas, o porque hice reír a mi mamá, o porque descubrí un secreto de mi abuela, o porque vi un bebé en la calle que me sonrió. Lo que sea. Pequeñas cosas. E irás encontrando el común denominador en cosas y dirás "hey, aparentemente soy bueno para el servicio/para hacer reír a la gente/para que me cuenten sus problemas/para trabajar con máquinas/para tratar con animales" lo que sea. Y verás, que estás acá, que sigues acá, porque tienes una misión con eso que te llama. Que solo tú puedes cumplir. No es el tema del vacío que dejarías en tu familia o amigos si te suicidas, es el tema de que tienes una misión en esta vida, en este mundo, para dejarlo un poquitín mejor de lo que lo encontraste, y si decides decirle no a la vida, pues estás renunciando a eso.
Todo esto puede parecer lejano, complejo y hasta imposible (confieso que hasta ahora me lo empiezo a creer a medida que lo escribo, me cuesta todavía), pero al menos por pensarlo me dio algo de esperanza y cambió mis sentimientos de tristeza y desgano así fuera por unos segunditos. Y he hecho lo de las pequeñas cosas y si bien no te quita la depresión de inmediato ni te hace un ser lleno de vida y enamorado de la misma, te da un momentito de felicidad y de gratitud, de utilidad en el cual, estar aquí tiene sentido.
Porque estamos acá, para bien, y hay que hacer lo mejor con eso.

El 2020: Caos, incertidumbre y cosas que no hemos perdido.

 En estos tiempos de incertidumbre, hemos podido ver que nuestra salud mental y física han sufrido bastante por distintos motivos. Esta sema...