martes, 3 de noviembre de 2020

El 2020: Caos, incertidumbre y cosas que no hemos perdido.

 En estos tiempos de incertidumbre, hemos podido ver que nuestra salud mental y física han sufrido bastante por distintos motivos. Esta semana es particularmente entendible (aunque siempre lo es) sentirse ansioso, el mundo está manejando temas como las elecciones tal vez más polarizadas y decisivas de los últimos tiempos en Estados Unidos, estamos en la mitad de una pandemia que no parece tener un final pronto, nos acercamos a la segunda ola de contagios del Covid-19, los casos de violencia hacia a la mujer y feminicidios han aumentado, el no sentirnos representados por los políticos de turnos y ver cómo a pesar de los escándalos y violaciones a derechos humanos aparentemente nada pasa, el sentir que el 2020 ya se acaba y entrar en esa angustia existencial, la discriminación en aumento a diversos grupos, etc.. Sumado, además, de las razones particulares que cada quien tiene para sentirse ansioso (enfermedades, final de semestre académico, presiones laborales, relaciones interpersonales...).

Por eso, hice en Instagram (y me pidieron pasarlo a un artículo) algunas ideas acerca de como sobrellevar estos tiempos locos e impredecibles. 

Creo que hay una cosa que se aplica a las elecciones de Estados Unidos pero es transversal a tener una buena salud mental y el mayor bienestar posible en esta época de Fake News, bots y extraños particularmente envalentonados detrás de una pantalla: El manejo de las redes sociales. Está bien cerrar sesión, desinstalar la aplicación o incluso cerrar la cuenta de cierta red en momentos en que sentimos que es demasiada presión, demasiada información, demasiada polarización y demasiada agresividad. Está bien dejar de seguir a personas, así sean cercanas o desconocidas, porque el contenido que comparten no nos hace bien. Está bien tomar distancia y priorizar el contacto con nuestro aquí y ahora en vez de sentir que debemos saber cada detalle agresivo y grotesco sobre el último atentado, la última declaración política o la última pelea de moda. Está bien volver a las viejas maneras de enterarnos de las cosas, por medios verificados, por radio, por televisión, en vez de por Tweets minuto a minuto. Está bien no estar en esta dinámica que hoy en día es tan normalizada de tener el celular todo el día en la mano.

Con respecto al fin de año: No sé si es cosa mía (creo que no) pero en noviembre siempre empiezo a evaluar lo que hice el año en comparación a lo que esperaba que fuera, o a lo que fue el anterior. Este año ni lo hice, porque realmente NADIE se imaginó que llevaríamos más de 7 meses en una pandemia mundial por un virus mega contagioso que hizo que dejáramos de vernos en persona, que empezáramos a estudiar en línea, que trabajáramos por medio de una pantalla y que todos vayamos por la calle con el montón de modelos de tapabocas que hay hoy en día. Por eso, sé que no puedo comparar este año a lo que la Mariana de enero de 2020 pensó que iba a ser, y creo que nadie debería hacerlo. Más bien me inclino hacia la compasión, hacia la gratitud y hacia saber valorar lo que SI se logró este año, y es que si puedo escribir esto es porque he sobrevivido a una pandemia mundial, he tenido relativamente buena salud mental a lo largo del año, he logrado sacar adelante un Máster y sobre todo, tengo a todos mis familiares vivos y sanos. Tengo a mis amigos vivos y sanos. Puedo estar con ellos, oírles sus historias, reírme con sus cuentos, compartir las ansiedades sobre el fin del mundo (que ha llegado como 10 veces este año), puedo decirles cuánto los quiero, y demás. Creo que eso gana cualquier valoración que haga sobre el 2020, así haya sido difícil, así haya perdido la fe en la humanidad cada día de por medio o así tantas cosas hayan cambiado sobre la marcha. Es una invitación a agradecer por lo que hay, valorar lo que se pudo hacer y ver estos últimos meses con compasión ¡Y tomen su abrazo y reconocimiento virtual por haber sobrevivido a este 2020!

Con respecto a la pandemia: Es algo que estamos aprendiendo sobre la marcha, algo que nos llena de preguntas y de incertidumbre y frente a lo que todos, desde el profesional de salud hasta el empresario, estamos absolutamente cansados y agotados física, mental y financieramente. Pero, si algo le aprendí a mi papá (y espero no estar diciendo todo lo opuesto) es que el bien común prima sobre el bien individual. Es decir, que tenemos la responsabilidad compartida con, por y para los demás de cuidarnos y de no bajar la guardia. Las medidas de bioseguridad siguen siendo tan vigentes como siempre, así que sigamos con ellas. Sería ilógico pensar que después de 7 meses nadie sale de su casa ni se ve con nadie, lo necesitamos como seres humanos, pero está en nuestras manos elegir con quien nos vemos, donde y como. Hagamos lo posible por no arriesgarnos más de la cuenta, ya nos han dicho y repetido por un montón de tiempo la manera en que es menos riesgoso, así que por nosotros, por los que queremos y hasta por los que nos caen mal, cuidémonos. Ánimo.

Con respecto a la incertidumbre: Concentrémonos en las cosas que si podemos hacer y si podemos controlar, en todo lo que depende de nosotros: nuestros hábitos, nuestra alimentación, en qué carajos invertimos el tiempo, la cantidad y calidad del sueño, mantener y crear nuevos vínculos afectivos, pasar tiempo con las personas que nos aportan a nuestro crecimiento como personas, nuestro desempeño laboral o académico, el cuidado de nuestra salud física y mental (pidiendo y aceptando la ayuda cuando es necesario), fortaleciendo nuestra espiritualidad e intentando vivir el día a día, estar en el momento presente, recurriendo a aquellas personas que son nuestro espacio seguro con patas y siendo muy conscientes de que si bien la pandemia cambio nuestros hábitos, no nos quitó todo. No nos quitó el amor de la gente que nos rodea. No nos quitó el coraje para enfrentar la incertidumbre cada día. No nos quitó la esperanza. No nos quitó la posibilidad de respirar. No nos quitó el arte. No nos quitó la posibilidad de manifestarnos en contra de lo que nos duele. No nos quitó el activismo ni el amor por las causas. No nos quitó nuestras pasiones. No nos quitó la capacidad de aceptar nuestra vulnerabilidad y lo que nos duele. No nos quitó el poder vernos con autocompasión y amor propio.

Está bien no estar bien. Está bien sentirse agotados de este año y tener la esperanza de que el 1ero de enero de 2021 todo estará mejor. Está bien aceptar que necesitamos ayuda y que las cosas que antes eran fáciles de manejar ya no lo son. Está bien haber llorado en los 11 meses de esta década más que en todos los de la década pasada. Está bien sentirse perdido. Está bien ser humanos y vulnerables. Pero lo más importante, es que está bien reconocernos todo lo que hemos logrado (por más pequeño que parezca) en este año y que hemos hecho nuestro mejor esfuerzo.



viernes, 12 de junio de 2020

The lingering symptoms of a mild Covid19 case.


I know I’m no one to judge you, to tell you what to do and I surely don’t pretend to do so. But I chose to speak about what the experience of having Covid-19 has been to me, in case anyone wants to know how a medium case develops. All we see in the news are the stories about people who in a somehow miraculous way have no symptoms at all, or those who in a truly miraculous way (To a believer as myself) recover after spending a month or month in the UCI, in coma, with a ventilator. I’m here to talk about the spectrum of people who are between those two extremes, but also to speak about the aftermath. I’m also here as a chronic illness, immunosuppressed patient, who has asthma and arthritis and how those processes have been affected too.

I can’t tell you how I got infected, because I had been home in self-isolation for 25 days when my symptoms started. On April 8th I had diarrhea and migraine, which I blamed on anything else but the virus, and the next day I had what I felt like was a very strong and fast asthma attack. I used my inhaler and went to the E.R., where they told me that as I had been at home for almost a month there was no way I had Covid-19, and with no further blood test or X-ray they sent me home. That first week was the worst, I felt a pain that I had never felt before on my body, like if it was being run over and it was about to explode. I was tender to touch, I couldn’t sleep for more than 2-3 hours, I cried my eyes out because of the pain, I couldn’t eat or drink anything without having diarrhea and nausea, my head felt like a ticking bomb, I had horrible nightmares, I felt exhausted and I couldn’t recover myself no matter what I tried. The second week, the same, plus an urinary tract infection. I remember telling my mom that whatever I had in my body was a different kind of illness, a more aggressive one, an unknown one. I kept having the same symptoms, with a plus on two nights: I had the most draining night sweats, that left me like I had just came out of the pool, and then, at the next day, my temperature would drop to the minimum before hypothermia ( 35°C). When it happened for the second time, I told my psychiatrist (who’s my closest doctor) and he send me some tests and x-rays, all came out non conclusive, so he told me to attend the hospital he works in. I did, and there they treated me like a “covid-19 suspect case” for the first time. At the next morning, at 4 a.m., I was allowed to go home to wait for the covid-19 test results, which came back positive some days later. The UTI went away with a medication, but the rest of the symptoms stayed the same, and have stayed the same, even when my second test result was negative in the first week of May.
And that’s what I want to talk about. I’ve been negative for 41 days today. Still, I have diarrhea, strong headaches, night sweats, pain, fatigue (sometimes needing to take 2 or 3 naps a day), and difficult breathing in and out. I’m more dependent of my inhaler that what I’ve been since I was 5 years old, needing to use one 3 times a day and the other one 2 times a day. I’ve lost a lot of weight, like about 8-10 kgs. My arthritis medication was suspended by my doctor since April, and my mildly aggressive chronic illness is having the time of its life crooking my fingers and keeping me up at night thanks to the pain and inflammation in every joint, starting in my jaw and ending on my toes. My skin is so dry from the constant diarrhea and sweating that it’s cracking up open, and I’ve had a lip injury for 20 days now. I don’t know, when I go to sleep, if I’m going to be able to work and study as much as I need the next days, because there are days in which I can barely get out of bed and I can’t focus. Last Monday I slept 3 naps, 2 and a half hours each. I’m doing my Master’s, and my thesis. I need to be able to do something, but there are days in which it’s simply not possible. On Saturday I went out for the first time to a place that wasn’t the hospital since March. I walked a block and came home gasping for air, with my lungs like I’ve run a marathon and my body aching, in the worst physical shape I’ve been in my life.

And I’m here. I was able to have a covid-19 case that was treated at home, I didn’t step on a UCI, I had no traditional symptoms, I’m lucky, but my body is exhausted and broken and somehow forgot how to go back to normality. People all around the world share the same, they have been up to 3 months with symptoms until they started to feel themselves again. To them, I hug you! To the rest, I just want you to think if you are willing to have symptoms for 2 months straight just because you think this is a political conspiration, or because the BBQ couldn’t wait, or because the face mask is too tight and doesn’t let you breathe.

lunes, 4 de mayo de 2020

¡MI CUERPO SUPERÓ EL COVID19!


Mi experiencia con el coronavirus ha sido distinta a la que muestran en los noticieros o en las redes, donde suele sobresalir lo difícil y complejo que es todo. Si bien han sido unos días (Especialmente la primera semana) de mucho malestar físico, ésta es una historia de gratitud. Desde que estaba en la panza de mi mamá he tenido vainas de salud, nací y boom oxígeno por un tiempo, trasfusiones, exámenes, hospitalizaciones. Y han sido 25 años de muchos, muchos médicos y muchas pastillas, vacunas, inhaladores, etc. Por esto mismo tenía (y todos a mi alrededor) un miedo infinito de contagiarme de coronavirus, entonces asumimos medidas de protección desde el 13 de marzo. Desde ahí solo salí al reumatólogo a los 2 días, a pasear los perros una vez al frente de mi casa con mi súper tapabocas que me tapa media cara y guantes, a la terraza 2 veces subiendo por escaleras sin tocar nada y solo con mi mamá y sebas, y ya después de urgencias. No tuve contacto con nadie diferente, no fui a un supermercado, a una oficina, a un centro comercial, a nada.
Por eso una de las preguntas que más he oído desde que salió el resultado es ¿ENTONCES CÓMO TE CONTAGIASTE? Ni idea. No sé, los médicos no saben, los epidemiólogos tampoco, las enfermeras tampoco y los psicólogos que me llaman todas las tardes, tampoco. Pero si sé que el 8 de abril empecé con una migraña tremenda y muchos síntomas gastrointestinales, al día siguiente empezaron a molestar los pulmones, me costó respirar y tuve que ir a urgencias. Allá no me hicieron nada, radiografías ni pruebas de sangre, pues decían que debía ser una gastroenteritis y ya. A la casa, con un inhalador distinto, pero sin diagnóstico ni nada. Esa primera semana fue muy difícil, mucha tos, sensación de ahogo, síntomas gastrointestinales fuertes, sudor en las noches y temperatura por debajo de 35.5 en el día, dormir todo el día, fatigarse con cualquier cosa y sobretodo mucho dolor en el cuerpo. Pero un dolor diferente, como el dolor de cuando a uno le están tomando la tensión y el tensiómetro espicha el brazo muy fuerte. Ese tipo de dolor, pero en todo el cuerpo. No dormía, no comía, lloraba. Lo único que me mantenía bien era el amor de la gente cercana, especialmente de mi mamá y mi hermano, y mi espiritualidad. El 20 ya me cansé, no me pasaban los síntomas, se había sumado una infección urinaria, tenía la saturación y la temperatura bajas, me hicieron exámenes ordenados por el médico domiciliario y todos salieron bien. En la noche, por orden de mi médico, fui a urgencias de la clínica donde él trabaja y fue la noche más rara de mi vida. Me marcaron como caso sospechoso de covid19, me bajaron a un piso reservado solo para casos así o casos confirmados, donde todos los médicos, enfermeras y personal vestían con sus trajes de astronautas, con 3 pares de guantes, gafas, gorro, varios tapabocas y demás. Era un sitio casi vacío, donde hacía frío y todo el mundo estaba tenso, a pesar de eso las personas fueron increíblemente amables. Me hicieron exámenes de 6 de la tarde a 2 de la mañana mientras yo alternaba entre llorar, rezar y hablar por whatsapp o instagram. Al final, hacia las 3 de la mañana, me hicieron la prueba del covid19 con una sonda. Fácilmente la experiencia más horrorosa de mi vida entera.
Llegué a mi casa a las 4:30 am a intentar dormir y a medida que fue pasando esa semana, la tercera de síntomas, empecé a sentir alguna mejoría. Pude dormir mejor, ya no estaba tan ahogada, los dolores eran de a ratos. Y el 27, día en el que me sentía relativamente bien, me notificaron que era positiva. Mi primera reacción fue rabia y risa, por lo irónico de la situación de que me notificaran eso en mi día 44 de aislamiento. Pero aun así solo sentí susto por mi mamá y mi hermano, que viven conmigo y me han cuidado incansablemente, pero no por mí. Fue raro eso, en una persona tan ansiosa, pero después del diagnóstico empecé a verme rodeada por amor infinito y por un montón de apoyo.
Personas que han estado en mi vida en distintos momentos, familiares, amigos, vecinos, me empezaron a llenar de amor y de paz. La gente empezó a rezar por mí y por mi familia, a mandarnos mensajes de ánimo, a hacer videollamadas. Fue una ola de cariño que no esperábamos y ciertamente nos quedamos con eso. Al menos sé que yo me siento infinitamente afortunada, porque hoy más que nunca sé con quienes cuento y estoy abrumada de saber que son muchísimas las personas que están ahí ya sea para preguntarme como estoy todos los días, para reírse de mi humor negro que no se ha ido, para distraerme con sus cuentos, para mandarme podcasts o canciones, etc. Soy infinitamente afortunada también porque hoy, que escribo esto (30 de abril), me siento animada y mejor. Tengo síntomas, esto es como una ruleta rusa en que cada día molesta algo distinto o no se sabe con qué intensidad molestará, pero anoche pude dormir bien y hoy no he necesitado dormir en el día. Mis médicos me han dicho todos que soy una consentida de Dios ya que una persona con mi artritis, tratamiento inmunosupresor y asma puede complicarse muy feo y muy rápido. Yo he tenido mucho malestar por momentos, pero nunca he sentido que me muero o que no puedo con esto. Solo ha sido, en mi caso, un malestar distinto, raro, más intenso y más largo, pero que he podido afrontar con mis médicos, con medicamentos necesarios, rodeada de dos de mis personas favoritas y en constante contacto con toda la gente a la que amo.
Estos 20 días de maluquera me han servido para ver que este cuerpito, roto y remendado, funciona muy bien y que tengo infinitas cosas para agradecerle. He podido suspender mi tratamiento de la artritis (por orden médica) y no he tenido malestar más allá de la inflamación y el dolor manejable, todo sea para salir lo más pronto posible de esto. Sé que mi historia ha sido compleja, y es solo en este momento que juré iba a ser desastroso, en que puedo ver que no es una historia de sufrimiento sino de gratitud y enseñanzas. Es en este momento, a pesar del aislamiento, del súper tapabocas, en que me siento más rodeada de amor que nunca y en que tengo más cosas para agradecerle que pedirle a Dios. Sé que todo estará bien, sé que estoy bien. Publicaré esto cuando me den el resultado negativo, cuando pueda decir que es otra prueba superada con éxito y sobretodo, con mucha gratitud.
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Hoy, 4 de mayo publico esto al saber que mi familia no tiene el virus y que mi segunda prueba ha salido negativa por lo que, si bien tengo síntomas todavía, solo quiero gritar que ¡MI CUERPO SUPERÓ EL COVID19!


El 2020: Caos, incertidumbre y cosas que no hemos perdido.

 En estos tiempos de incertidumbre, hemos podido ver que nuestra salud mental y física han sufrido bastante por distintos motivos. Esta sema...