domingo, 26 de febrero de 2017

Arthritis: Here's your welcome party



I still don’t get you. But you are here so, welcome! I was hoping you were just a reactive reaction but apparently I have a cozy body in which you decided to make a home, so there you go. You have met fibromyalgia, dermatitis, and the landlords: Anxiety and depression.


And I still don’t get you but you somehow work with them right? Like anxiety overcomes and you just decide to activate my joints and swell them up and that.
I still don’t get you because eventhough I’m diagnosed, I refuse to go to a doctor. Don’t get me wrong, you matter and I should get help. But hey, I’ve been to every kind of doctor in my last 5 years, I’ve gone through every single test, I’ve taken so many pills, and I’ve heard so many times the phrase “But you are so young to have _______ (fibro, anxiety, asthma, depression, dermatitis)” while the doctor looks at me with some pitty, cartoon-ish eyes. And I just smile because what else can I say? Yes? Thank you? I know? Shut up? So I just smile.

When we first met, dear Arthritis, you were just a reaction to a bacteria. And it was O.K. But they warned me that in people with poor inmune system, with previous chronic illnesses, and with muscular issues, there was the possibility that the arthritis became permanent.

And in that moment I knew, that that was my case. Because those are the type of jackpots I win. I’ve never, ever, won any raffle, I’m pretty average, but in health terms I’m always, always the one that deffies the odds. The young girl with fibromyalgia. The rare case of asthma that reappears. The one with a chronic major deppresive desorder. The girl who loses her ability to speak or that paralizes after a panic attack. Yup, that’s me. The one that the doctors (after the pitty eyes) say “It’s not that common, less in someone so young”. And I just laugh. Because that’s me.

I’m trying to get you, and I’m trying to deal with you and fibromyalgia at the same time (You guys make such a good pair). Because fibro screws up my muscles, and you my joints, so it’s the whole package. I feel like I’m a mom dealing with twins and trying to calm them down after a simultaneous tantrum. It’s either focusing on something that helps my some muscles or something that helps my swollen joints. And the same when you pair up with anxiety. You haven’t done a duo appeareance with depression, but I can bet you will, and it will be remarkable as everything you do.

So as you see, I have a lot of balls in the air. So I’ll try to calm you down with acupuncture, because I already take a lot of meds (psychiatric, asthma, fibro, dermatitis), so I’m going natural on you. It’s nothing against you, is just that they came first, but you are as important as them, I swear.

I still don’t get you, but I have to. I guess. So welcome to my life, please try to not make a lot of noise, but as I’ve seen, you are a really loud and attention seeking pal. I've also noticed how you decide to make a big entrance every time I get a cold or when the weather is bad. And to make me hurt so bad, I can't even stand up straight. So I'll get used to walk with my back in a 90 degree angle. And to minimize the shock everytime I get up and I see that you decide to make some random joint of mine look like a canaloupe. I'm trying my best, it's just that girl, you ain't easy! You want way too much attention and I have to, you know, keep up with the other aspects of my life AND take care of my other diseases. You are certainly not the only one and you'll have to share the attention I give you.

I would send you a hug, but thanks to you I can barely move my shoulder and elbow. So I send you a kiss dear arthritis.

All my love,

Mariana

miércoles, 22 de febrero de 2017

Sobre los días de mierda.



Cualquier persona que me conoce, desde que he tenido memoria me ha dicho que soy muy posuda y fotogénica. Y siempre lo he tomado muy bien, no han faltado los que dicen "Te están diciendo que eres fea PERO que en las fotos no se nota", lo que me da risa. Aún así, no subo una foto donde salga fea, la mayoría de fotos me las tomo sonriendo y aunque muy rara vez me maquillo, intento verme decente.

Así que el estar subiendo esta foto, donde soy más cobija que mujer, con ojos tristes y pequeñitos, es un tremendo paso. Porque salgo terrible. Y ahí está el punto, me la tomo y la subo para reflejar esta realidad de la salud mental. Hay muchos, muchos días difíciles. Pero hay unos que se pasan, que sólo pueden ser descritos como una mierda y donde todos los aspectos de tu vida colapsan. La sinceridad es clave en este blog y ha sido el éxito del blog, así que pido perdón si hiero susceptibilidades con la palabra "mierda". Pero los que están o han estado en mis zapatos saben que hay días que sólo se pueden describir así: como una grandísima mierda.

Más adelante haré una entrada hablando de mi día hoy porque necesito decantarlo, pero incluyó vómito, migrañas, un desmayo en la Universidad, artritis al cien que hace que cualquier mínimo movimiento o postura sea incómoda, muchísima frustración, llanto, tristeza, ansiedad y pánico fuerte y un cansancio existencial. Que es tanto físico como mental y que uno dice "Al carajo todo".

Y esto como me deja? Absolutamente descompensada, débil, con un sueño tremendo pero incapaz de acostarme en una postura cómoda, y triste. Claramente triste porque los días difíciles nunca se vuelven más fáciles ni te acostumbras a esos momentos en que toda la lucha se complejiza.

Y por eso la foto. Para reflejar esa realidad que uno muchas veces esconde. Para mostrar que si hay días tremendamente dolorosos y difíciles en los que haber sobrevivido es una proeza. Si la gente lo quiere tomar como que lo hago para inspirar pesar, allá ellos. Yo se que lo hago por todos los que a pesar de ser honestos con nuestros dolores, tenemos días tan de mierda que queremos esconder y hacer como si nada.

Y si, tuve un día de mierda. De mierdísima. Detestable. Insoportable. Y acabo apaleada. Y mañana me levantaré a luchar de nuevo, veré a mi ahijado el sábado y lo alzaré, me agacharé y le contaré historias felices. Seguiré como si nada en mi Universidad, seguiré haciendo voluntariado y estaré con mi familia y amigos. Y después de unos días, el día de mierda será más y más lejano y llegarán otras cosas en que pensar.

Brevísima reflexión porque el artículo grande sobre esta experiencia viene pronto, debo decantar la experiencia y mejorarme un poco para sacar fuerzas para escribir de aquello que nos incomoda admitir, y es eso que nos duele. Además porque la artritis la tengo en la inmunda y es, literalmente, muy doloroso escribir. Pero debía mostrar el día a día de vivir con una condición mental y hey, eso incluye los días en los que pensamos que no vamos a sobrevivir.

Gracias por último a mi familia, a la Universidad y a mis amigos. Se más que nadie que he sido tremendamente difícil en estos últimos días, especialmente hoy, y sólo he recibido amor, ánimo y comprensión. Eso hace que todo apeste un poco menos.

lunes, 20 de febrero de 2017

O sacamos cuerito para sobrevivir o morimos en el intento.



Estos días he tenido la cabeza a millón, las razones se las cuento después, pero el caso es que ha sido análisis tras análisis y así. Y han sido semanas difíciles tanto emocional como físicamente, así que hace 8 días, preparándome par celebrar el día de San Valentín entre ataques de pánico y síntomas depresivos, recuerdos de relaciones pasadas, con una irritabilidad incomparable una gripa asquerosa y articulaciones inflamadas decía "La vida me odia". Porque si. Porque la vida no te manda una cosa, ni te manda de a pocos. Te manda todo, donde te duele, cuando te duele y como te duele. Así.

Y después, en este mar de compasión propia me puse a pensar... Que la vida nos odia a todos. Porque no hay una sola persona que se exima de tener estos períodos repletos de cosas que nos duelen, que nos enrredan la cabeza, de heridas a medio cerrar a quien alguien ocasionalmente le rocía limón por encima. Y si es así, tal vez sea porque la vida no nos odia. Sino que la vida es así, compleja, desordenada, dolorosa.

Pero desde pequeños nos convencen que no, que la vida es fácil, que los momentos difíciles son pasajeros y escasos, que es estable. Porque claro, asumo que venderle a alguien la vida de una forma realista y dolorosa no sería muy atractivo, y no muchos se apuntarían a vivirla. Así que nos la venden de otra manera y cuando vemos cómo es la vida en realidad, menuda decepción y frustración. Porque vemos que la vida es repleta de altibajos, de hilos rotos, de nudos vueltos a hacer para reunir la pita, de caminos abandonados, de momentos rocosos tremendamente placenteros y toboganes de hielo resbalozos. La vida es compleja, es complicada y lo es para todos. No es porque seas malo, no es porque Dios te odie. Es porque siempre habrá algo complejo en alguna de las infinitas dimensiones que tiene la vida. Así sea algo mínimo, así sea algo que cambie el rumbo por completo, siempre hay algo. Y siempre habrá algo. Y no está mal, es como es y punto, solucionas algo y sigue y solucionas otra cosa y sigue y así...

A todos nos toca lidiar con cosas que son significativas para cada quien, y que lo afectan de manera particular. Así que claramente lo que para mi resulta retador, para otro es una grandísima bobada, mientras para otro es impensable y tortuoso. Y así. Por eso hay que entender que cada persona está en su propia lucha y que (acá va algo muy difícil de entender) está haciendo lo mejor que puede con las herramientas que tiene. Si, que quisiéramos que la gente actuara distinto, si, que nosotros haríamos otra cosa en su lugar, si, que no entendemos porque actúan como hacen... La lista es infinita, pero sea persona está luchando con sus mejores armas de batalla los diferentes demonios que la vida le pone. Y eso es respetable, admirable y requiere ser visto con empatía. Porque todos estamos en el mismo juego luchando con distintos demonios, haciendo lo mejor que podemos para sobrevivir.

Y claramente, las situaciones nos cambian, especialmente aquellas que son más dolorosas. Eso es una realidad, la aceptemos o no. No somos quienes éramos hace un mes, un semestre, un año, menos una década. Y no simplemente por los cambios naturales del ciclo vital (Es decir que claramente yo no soy a mis 22, la que era a mis 12 por simples cambios fisiológicos, hormonales y psicológicos deducibles y generalizables) sino porque he pasado por momentos de felicidad plena y por el mismísimo infierno, varias veces y por largas temporadas. Y eso me ha cambiado, me guste o no. Me ha moldeado, me ha dado armas de batalla, me ha cambiado de camino más veces de las que puedo contar y me ha entregado las armas que necesité en su momento para sobrevivir. Porque eso es lo que nos hace a todos. O sacamos cuerito para sobrevivir o morimos en el intento.

Y saldremos de esta y entraremos a otra, y tal vez si esa otra nos afecta menos o si tenemos otras cosas positivas pues ese nuevo reto nos parecerá como si la vida se estuviera relajando. Y está bien verlo así. No todo suele ser tan doloroso, ni tan drástico, ni tan dramático ni nos cambia tanto. A veces simplemente son retos más pequeños. Y está bien.

Vendrán momentos más sencillos que otros, vendrán pruebas mortales, nos cuestionaremos el por qué de todo infinitamente, perderemos gente en el camino, cambiaremos de camino tal vez a alguno en el que ni siquiera exista una ruta previa y nos toque a nosotros con machete construirla, saldremos adelante y volverá todo a iniciar. Siendo los mismos pero absolutamente distintos.

Porque como dije antes, o sacamos cuerito o morimos en el intento. Y hasta ahora hemos sacado cuerito: Si Ud está leyendo esto y yo lo estoy escribiendo, es porque hemos sobrevivido a todo aquello que parecía imposible en algún momento. Así que felicitaciones.

Y cada vez que se vuelva todo complejo, en que todo se junte, en que parezca que no hay ninguna luz y piense "La vida me odia" o "Soy el títere personal de Dios", recuerde: Todos estamos en la misma. Todos estamos jodidos. Todos luchamos con algo. Todos hacemos todo lo posible para sobrevivir. Así que o la vida nos odia a todos, o simplemente como es mejor verlo, es que la vida no es fácil para nadie y ya está.

martes, 14 de febrero de 2017

Oh, sweet love.


About a month ago, I heard something that I haven’t been able to shake of my head. A Belgium friend, who worked as teacher for a long time told me that what she had learned in this experience is that “We all want love, we all need love, we are all looking for someone who loves us.”. And I couldn’t agree more.
As we enter February, and keeping that quote in mind, let’s talk about romantic love, shall we?
And let’s talk about finding that romantic love, dating, having a relationship while battling a mental or physical condition (That’s a little bit harder).
There’s another thought I haven’t been able to shake of my head in the past months (basically since my process of accepting and loving myself with chronical depression, anxiety, fibromyalgia, asthma and arthritis began) and is that once you realize who you truly are, the dating world becomes way harder. Why? I found two main reasons. The first, you finally accept yourself as enough with your conditions included, and you aren’t expecting someone to love you in order to feel complete or worthy. So you don’t settle down anymore. The second one, because you realize that your conditions are part of who you are, which means that you can’t (AND SHOULDN’T) hide them as they make you who you are, and they are part of your day to day.
With that in mind, obviously you will become more and more picky when deciding who to spend time with. Because you know that in order for you to have a relationship, as it should be honest and sincere, you WILL have to come clean about your emotional and physical baggage. And that is absolutely scary, as you’ve seen how hard and judgemental people can be.
It implies a severe change in you, as you’ve gone through all the phases to get here:
“I shouldn’t talk about my condition, it will scare him off” (Been there).
“I will subtlely talk about mental health to see what he thinks about it AND then I will talk about myself” (Been there, had quite some umpleasant surprises).
“I will ask him for his mental health directly and if he has something, I’ll admit my issues” (Been there).
“I will bluntly tell him all the details of my several conditions in the first date so he knows what he’s getting into” (Been there, it usually scares people off).
“I will tell him that my mental condition won’t affect our relationship and that our relationship won’t affect my mental condition” (Been there, that’s a big fat lie. Try having a major depressive episode mixed up with a heart break. Fun, right?)
“I know it won’t scare him off, I can be honest”. (Been there, you’ll get some surprises as people “suddenly and coincidentally disappear” after you opened up).

And you go through a whole self-love and self-acceptance process and finally see it, you should be with someone who gets you, who doesn’t want to change you, who understands you, who lets you be YOU. Sounds easier than it is. Because you are battling this blurry line between “OMG I’m talking way too much of my conditions, I will definitely scare him off” and “My condition changes my daily life, so if he wants to know how my life is, he has to learn about my conditions”. And so, so many won’t get it: It isn’t a matter of identifying or hidding behind a disease. Is the fact that it changes you, it somehow conditions what you can or can’t do, it needs to be understood so they can understand you. They need to know why you will start crying out of nowhere, or why one day you won’t have the energy to go out after 6 p.m., or why a simple stimuli (which is meaningless to everyone) triggers a panic attack in you, or why in some dates you’ll wear the fanciest of the accesories: your cane.
So that’s why it’s harder. It isn’t something we say so people will feel sorry for us. No. It’s that it requires several steps. First, find someone who shows empathy, that’s absolutely key. Because without empathy you will be attatched to someone who will tell you “Give me a break” or “Don’t make a scene” or “I don’t get why you don’t wear high heels, you would look hotter” when you are having a depressive episode or a panic attack or you arhtritis is bitting you. And hey, battling our minds and bodies is hard enough to be battling with that kind of people.
If you are lucky enough to find someone who is empathic, give him a chance and educate him, Clearly he is willing to, so show him that battling a mental health issue doesn’t make you part of the cast and crew from Girl, Interrumpted or that having fibromyalgia and arthritis doesn’t mean you are overreacting and weak.
And if he gets you, and understand you, and tries his best to learn about you and your conditions (which doesn’t mean he has to have PhD in clinical psychology), give him a chance. If you like him too, of course. I’m not saying you should marry every empathic guy you meet, I’m saying you shouldn’t take them for granted because empathy nowadays is an uncommon trait.
Keep on the quest, I bet you it’ll be worth it. I’m a hopeless romantic so I’m absolutely sure that there’s someone out there for everyone, and you, Dear reader aren’t the exception no matter which conditions you may or may not have. Unless you want to be alone, which is absolutely fine, but this article was focused on those of us are interested in adding romance to our lives.
In case you live in Singletown currently, and no one tells you this on Feb. 14, Happy valentine’s and you are absolutely amazing and worth it.

domingo, 12 de febrero de 2017

"Aprende a aceptar y dejar fluir"

Entonces. Esta entrada llega un poco rápido teniendo en cuenta la de Getting to (self) acceptance que subí hace nada. Pero es un tema que representa mi temática actual, mi vida en este momento, con el que he estado lidiando desde hace un par de días y simplemente estaba esperando a que mi cabeza se organizara un poco para hablar de eso.

¿Por qué lo hago público? Primero, porque al empezar este proyecto en Noviembre del año pasado y convertirme en vocera de salud mental, luchando contra la estigmatización, a favor de los derechos, de la educación, del trato igualitario, de la discusión abierta, pues lo hice directamente desde mi caso. No desde mi experiencia como futura psicóloga, no cómo seguidora de mil portales que hablan de salud mental, sino desde mi batalla. De mi vivencia con la depresión desde hace 5 años y medio, y de la crisis de depresión mayor tan tremenda que me dio en Mayo de 2016. Entonces pues parte de seguir con todo esto es relatar cómo voy viviéndolo día a día, y estas noticias pues afectan directamente mi vivencia ahora y a futuro.

Segundo, porque al ser honesta, al hablar, al abrirme con las más de 4600 visitas que ha tenido el blog (Qué montón, gracias totales) recibí la mejor respuesta: Que gente conocida, familiares, amigos, desconocidos se me acercaban por distintos medios y me contaban su propia historia, de manera franca, honesta, dolorosa y admirable. No les puedo describir con palabras lo lindo que es esto, cómo se llena el corazón al abrir espacios de compartir honesto, sincero, crudo y amoroso. Pero si les puedo decir que lo vale, y por eso escribo, y por eso seguiré escribiendo. Por ustedes, que saben quiénes son, y por los que me leen en silencio y con eso sacan fuerza para seguir luchando detrás del velo. Y por los curiosos, chismosos, que siguen juzgando, para ver si de tanto leerme se les queda algo de educación y de desestigmatización en cuanto a temas de salud mental.

Listo. La primera aclaración es que no me voy a meter a hablar directamente de la salud mental de la gente que me rodea, de mis antepasados, de la gente con la que comparto apellido. Este blog y este espacio es para contar MI historia, no la de ellos. Segunda aclaración, lo hago acá y no en The Mighty por la misma intimidad (chistoso ese concepto en un blog al cuál cualquiera tiene acceso) que conlleva este espacio, y por lo que representa: Acá fue que empecé a mostrarme como soy a través de las letras. Y es un honor seguirlo haciendo.

No es una clase de genética ni de farmacología, no sé del tema más allá de lo que me incumbe y no me interesa. Si a los que saben del tema, les sirve lo que diré bien, si no y si me quedo corta, lo siento pero también está bien. Y aquí vamos…

Hace unos meses me sometí a un estudio genético y tuve respuesta. Del montón de cosas que salieron, unas tremendamente curiosas, unas que tienen mucho sentido, unas que me cambiaron la vida, y unas que realmente no entiendo, salieron un par de conclusiones. La primera, mi depresión es una depresión mayor crónica, es decir de un componente genético y biológico altísimo, y como supondrán por la palabra “crónica”, esto va para largo, hasta que la muerte nos separe. La segunda, que por mi funcionamiento genético y biológico y metabólico y no sé qué más, el tratamiento previo debe ser modificado tanto en su administración, como en cantidad, como en el tipo de antidepresivo que funciona mejor según todo eso.

Vamos por partes entonces.

Con todo y que soy creyente, con todo y lo mucho que los quiero, con todo y lo que sé de psicología, estos resultados no están sujetos a discusión y estoy aceptándolos. Así que sería maravilloso que nos uniéramos todos y aceptáramos esto en vez de sacar todas las posibles razones por las cuales podría desafiar mi genética y milagrosamente curarme. Esta información es cómo si me dijeran que tengo diabetes, o si dijera que el origen de mi asma es genético. Nadie se pondría a decirme “No, pero dale con positivismo” o “Si no piensas en eso fijo se pasa” o “Eso no significa nada porque tú eres una dura”. Mil millones de gracias anticipadas por la charla motivacional pero esto es de aceptarlo. De saberlo aceptar. De entender la fina línea entre resignación y aceptación, y aceptarla como cualquier otra condición crónica de mi vida. De saber que no te define, no te hace ni más ni menos, pero es una condición vitalicia como cualquier otra a nivel físico, que no se niega y que no se cura por más “positiva, alegre y animada” que esté. Lo afronto de la mejor manera, pero hay claramente un componente que se me sale de las manos, y está bien. Lo acepto. Me acepto.

Tener esta condición vitalicia implica que tengo que aprenderme a conocer, aprender a que me tiene bien, a que me dispara las crisis, a manejar la ansiedad, a leer mi sintomatología, a pedir ayuda a tiempo y a, con toda la esperanza que tengo, llegar al día en que esto esté controlado así como el asma, o como la fibromialgia, o como la artritis, y no me impidan vivir mi vida de la mejor manera. Esto (y quiero ser muy clara) no es una condena. Es un tema de aceptación, de aclarar, y es para serles absolutamente sincera una noticia que me da libertad y paz por primera vez en muchísimos años.

No es para darles clases de depresión, no es para darles clases acerca de lo dura que es la gente, pero mis últimos años y especialmente los últimos meses fueron un constante: “¿Qué hice mal? ¿Cómo me gané esto? ¿Por qué no mejoro tan rápido? ¿Por qué me pasó esto?” y un cuestionamiento de la gente de “¿Y has intentado_______?”, “¿Y si cambias de terapeuta?”, “¿Y tú psiquiatra si es bueno?”, “¿Y no estarás mal diagnosticada?”, “Eso no es nada, todos pasamos por esto”, y así… Han llegado, para mi indignación y de forma que todavía no me explico, a cuestionar a mi familia y a mi equipo, a criticar sus capacidades, a creer que lo podrían hacer mejor. Y fue un infierno, porque claramente todo el mundo (Que no está en tus zapatos) piensa que lo harían mejor. Con este resultado en la mano puedo decir lo que siempre, SIEMPRE supe: Ni mi familia, ni mi equipo podrían haberlo hecho mejor. Estoy absolutamente orgullosa de ellos, del esfuerzo, de sus ganas de que yo esté mejor, de su preocupación genuina por mí como persona. Sin este resultado (que es ridículamente minucioso y especializado), nadie podría haber imaginado la magnitud ni la prevalencia vitalicia de mi condición mental. NADIE (Además, si partimos de la base del tabú que se maneja frente a la salud mental, es MUY jodido hacer un árbol genealógico sincero, honesto y responsable acerca de las enfermedades mentales que podríamos heredar… Pero como les dije en un comienzo, es mi historia, no la de mi familia. Y a aquellos familiares lo suficientemente valientes para aceptarme su viaje y su recorrido con la salud mental, gracias por facilitarme el camino, claramente tenemos ahí un tema genético muy denso, y mi gratitud eterna a ustedes por quitarse la máscara conmigo. Mucho amor). Así que sí, mi psicóloga es la mejor, mi psiquiatra es tremendo profesional y mi familia se pasa. Y este examen lo confirma, han y hemos hecho lo mejor que se puede y lo seguiremos haciendo.

Claramente se vienen cambios a nivel médico en tanto tenemos un panorama más claro frente a qué medicación me funciona mejor y en qué dosis debe ser administrada por las enzimas que metabolizan los medicamentos y por los genes que tengo. Y con este cambio, más la psicoterapia, más la aplicación de técnicas y herramientas que he aprendido a lo largo de este proceso, más la compañía de la gente que quiero, el hacer lo que me apasiona y una gran, gran, gran aceptación, la idea es que esto se vuelva un tema crónico controlado.

Frente a las preguntas de todos de ¿Vas a estar siempre deprimida o serán crisis así separadas por toda tu vida? ¿Qué tanta posibilidad tiene tu mamá/ papá/ hermano/ primos/ tíos/ abuelos/ hijos/ sobrinos/ nietos/ bisnietos de tener esto y tener depresión? ¿Cómo será tu vida? ¿Estarás medicada siempre? ¿Podrías cambiar tu genética? Les digo que no tengo respuesta ante ninguna de estas preguntas ni me interesa. Estoy aprendiendo y digiriendo esta información hoy, y al mayor plazo que podría pensar es a la próxima semana. Más allá no sé ni me interesa pensar.

Las únicas respuestas que les doy son dos: La primera, si pudiera cambiar mi genética mi primer cambio sería tener los ojos de mi mamá, los de mi abuela paterna y materna o los de mi abuelo paterno (Que son verdes y azules respectivamente). Dos, para responder si mis hijos tendrán depresión primero tengo que tener novio, casarme con alguien, tener hijos, y dejar que vayan viviendo y ahí ver si tienen o no síntomas de depresión, así que los resultados de esa investigación se demora mínimo 15 años (Si tienes mucho afán por saberlo, consígueme un novio que es el primer paso).



Así que esto es todo por ahora. Les contaré como me va en este proceso de aceptación. Les contaré como me va con el cambio de medicación. Y espero que les guste mi faceta de escritora, porque depresión crónica implica que estaré escribiendo por mucho, mucho tiempo más, contándoles cómo es esto de vivir con una condición mental (controlada o no) de por vida.

Getting to (self) acceptance



So, it’s probable that if you are in here, you are as me: “Not normal”. You have something, let’s say physical or psychological, that makes you unable to fit in the mold society wants you to. It’s likely, that you as me, aren’t a common ____ (enter age here) year old ____ (enter sex or specie here). Like me: Hi, I’m Mariana and I’m not the typical 22 year old woman. Why? Because I have major depression, general anxiety, asthma, fibromyalgia, arthritis and dermatitis (I know, irresistible dating profile). So that means I have to use an inhaler, I use a cane sometimes, I can’t wear high heels, I can’t stand up for long periods of time, my legs swell up so I can’t wear super tight pants, cold makes my joint hurts so I’m always with tons of layers and sometimes gloves in the tropics of Colombia, I get anxious about silly things that don’t represent real, objective jeopardy for me or my life, I’m tired ALL the time, I usually don’t have a lot of energy, there are days in which I can’t stop crying or can’t get out of bed, my skin is full of bruises and of rashes and red dots, I’ve had more suicidal thoughts and moments than I would like to admit, and that’s all I can remember right now (Again, irresistible dating profile).
You can see now why I’m not the typical 22 year old girl.
Going to a club is a huge effort, I can’t wear heels, I don’t drink (If you have depression, don’t drink. Don’t be stupid), I don’t smoke (If you have asthma, don’t try cigarrettes, don’t be stupid) and I don’t do drugs (I’m guessing that if you have a mental health issue, it’s better to remain taking legal drugs. But I’ve never done it so I have no idea, therefore I can’t have an opinion on that). I have to wear my cane, while limping, in a gathering with people my age. A do ra ble. And I’m absolutely exhausted so I stay a little, while drinking water. So it’s common to listen stuff like “Oh you are such a grandma” or “Is that really necessary” or “I’m sure it’s a matter of time”. Well, no. It’s chronical, and I’m not making it up.
But you want to fit in. You want to be like the rest of them. You want people not to talk behind your back. So you do your best, ignore your body, climb your way up into the heels and go out all night. And then, when you physically can’t get out of bed in 3 days, you understand it: You have to listen to your body. To your unique body. Accept it and love it as it is. And just let go the fantasy of fitting in.
And you want to fit in. So you try to have casual relationships, and the “no strings attached” stuff. But you can’t. Because you are anxious, and you have to much baggage that is part of you, and if someone is with you they need to deal with it. So you get involved. And there, you just screw things up. And then, a normal break up becomes a depressive episode. So you learn to wait, for the one that will be able to understand the puzzle that is your mind, even if that means letting crushes and lovers go. You understand it: You have a unique mind. Accept it and love it as it is. And just let go the fantasy of fitting in.
And when you don’t fit in, and when you have way too much baggage, you are left out. People start speaking. Start gossiping. Start making things up. Start judging you. Start stigmatizating you.
All of the sudden they start to dissapear in a subtle way, to never ask you about your health, to never speak about your symptoms. Some just go, like that, once and for all. But you want to fit in so badly. And you understand that there are so, so, so many things of what’s going on with you that you can’t control and you desperately want the people you love to get that too.
That you didn’t chose this. That, yes you can seak help and try your best to be the best version of yourself, but that you work in a different way: Your system, your mind, your organs, you aren’t like that. And that’s why sometimes legs won’t work, that’s why you have to wear a cane, that’s why you can’t stop crying, that’s why you get paralized in a movie when they mention the word “suicide”.
You can’t help it, you aren’t like them, you won’t fit in. And by that I’m not saying that I’ll be having anxiety, depression, arthritis, fibromyalgia, asthma for my whole life (Eventhough I’m realistic and I know my odds, we’ll be friends for a long, looooong time). Let’s say a fairy godmother comes tomorrow and makes me absolutely healthy. Still I wouldn’t fit in. Because I’ve lived what many of the people that reject me haven’t: I have lived discrimination, stigmatization, I’ve been in situations in which I was disabled, I’ve had to stop my life because my mental health couldn’t take it anymore, I’ve been with one step in the afterlife and one here, I’ve been seconds away of being in a mental health facility, I’ve had to take every single psychiatric medication, I’ve survived death…
And eventhough going through all of that has been incredibly painful, I’m glad of not fitting in. Because yes, I’ve lost friends, lovers, best friends, family members, job opportunities, dates. I’ve been judged for people who I thought were like family to me. And the saddest thing: I’ve begged so much to gained them back. I’ve sacrificed my dignity so people wouldn’t reject me and tried, denying the reality of my mind and soul, so badly to fit in.
Dear reader: Don’t. Don’t beg for love or acceptance. Don’t kill yourself in the process of fitting in (because you might end up, in fact, dying). You are different, you are diverse, and that’s absolutely beautiful. You’ll embrace it someday, that makes your heart more tender, softer, makes you more empathic, identifies you with becoming an advocate for whichever cause affects you because you’ve seen stigma IS real. You are marvelous, for all of those things that make you unable to fit in.
You’ll be alone. Yes. You’ll suffer, you’ll loose people that you never thought of loosing. But you’ll find wonderful, amazing, adorable, empathic people in blogs, in pages like The Mighty, in support groups, who will get what you are going through. And you’ll see that people who are 10-20-30-40 or even 50 years older than you, and that live in other continents, and that you may never even see in person, will fill your heart with love and understanding. Because they, as you, won’t fit in. They get you. They support you. They believe in you. And that will make you love yourself, because for the first time you’ll see that you aren’t a monster or a broken ghost that should be hidden.

You are a freaking art work, unique, admirable, unable to understand it fully because every single viewer has a different interpretation. And that, my friend, is amazing.

miércoles, 8 de febrero de 2017

Entre la aceptación y el hacer concesiones, la universidad.

El tema es el siguiente. Este blog está destinado a reflejar la realidad de lo que es vivir con una condición mental, en el proceso de aceptación, pero con todo lo que esto implica. Hasta ahora, creo que exceptuando algunos momentos "darks", puedo afirmar que en general los escritos suelen ser muy alegres, alentadores y positivos. Este, no sé si lo termine siendo al final, pero empieza con un sabor amargo, no amargo, agridulce ¿Tal vez?

Y es el que viene al enfrentar tu lucha de desestigmatización y todo este discurso a la realidad. Porque es algo así como una persona con movilidad reducida, que se mueve en silla de ruedas y usa todos los espacios adecuados, monta en ascensor, utiliza las rampas, tiene espacios específicos para cuando vaya a cine o cuando esté en un bus de servicio público. Y dice, que puede hacerlo todo "como cualquier otro". Pero llega a un espacio y solo hay acceso por medio de escaleras. Y está solo y se da cuenta, que por mas adecuaciones, por mas "normal" que él se conciba, siempre habrá algo que no podrá controlar que le recuerde, que ante cierto público, él no funciona como los demás.
Por esta condición debe hacer concesiones, adecuaciones, cambios para que la vida se adapte a él, y no él a la vida que es lo que nos han enseñado. Un carro diseñado particularmente, trabajar en un espacio con acceso para personas con movilidad reducida, adecuaciones en su casa para que se pueda mover libremente en los espacios, una cocina con gabinetes bajos o con adecuaciones para alcanzar aquellos elementos altos, una ducha con acceso en silla, etc. 
En algo así estoy yo. Pero con salud mental. 
Mis adecuaciones para la salud física ya están interiorizadas, no peleo por eso, uso mi bastón y mi inhalador con orgullo, me mido en el esfuerzo y espero pacientemente a los ascensores cuando sé que las piernas o los pulmones, o ambos, no me dan. Soy asmática así que no tengo ni tendré gatos de pelo fino y corto pues estando con ellos mis pulmones hiperreaccionan y todo se va al carajo, y lo acepto. Tengo dermatitis y una piel hiper alérgica, no puedo usar cremas con perfume o jabones diferentes al Dove (Muy elegante, lo sé) y está bien. Tengo alergia a la lana y al polvo y eso, entonces me pongo una ruana y empiezo a estornudar, a llorar, mientras la piel se llena de ronchas. Y está bien. No uso lana, no uso ciertas cremas, me reduzco a los jabones y lociones que me mandan, no tengo contacto con gatos o con sitios con mucho polvo, uso ascensores, uso bastón, y está bien.
Pero cuando las concesiones implican el tema de salud mental es distinto, Porque te diferencian de manera clara, porque lo sientes más personal, porque te sientes (aunque no lo estén haciendo) atacado. Te sientes discriminado y subvalorado. Te sientes impotente. Lo que no pasa cuando hablamos de hacer cambios en lo físico, más allá de la jartera no pasa. Pero cuando es por tu salud mental, por tu mente, es extraño. Es molesto. Es difícil de digerir. Es mucho que aceptar. 
¿Por qué? Creo que porque cuando se "meten" con el funcionamiento de tu mente, se meten con todo. Con quien eres, con lo que sientes, con lo que haces, con lo que crees, con lo que profesas, con como actúas, con tus sueños, con tus miedos, con tu historia. Con todo. Y tener ese "centro" de control, el cerebro y la mente, funcionando diferente es complejo de aceptar. Es complejo de entender porque no lo podemos entender en su totalidad o ver de formas tangibles en su totalidad. Es o el estudio genético, o el estudio de estructuras, o el estudio de función biológica. Y aparte los tests y la evaluación psicológica de múltiples formas, y la psicoterapia. 
Y acá estás tu, reuniendo ambos, intentando defender tu derecho de hablar de eso de frente, de que no te traten distinto, de demostrar que eres igual que los demás, de educar, de desestigmatizar, de hacer y hacer y hacer. Para cambiar la realidad de la salud mental, pero es que creo que en papel es muy distinto a la práctica.
Por el simple hecho de que el mundo está hecho para el promedio. Para la gente de inteligencia promedio, de respuestas emocionales comunes, de movilidad regular, de capacidades físicas y motoras acordes a la edad, etc. Y eso no está mal, para esto vamos a quitarnos de la cabeza los términos bien/mal, ¿listo?
El tema es este: La vida, el sistema educativo, el trabajo, los sistemas de movilidad, los edificios, los menús en restaurantes, los cines, no sé, TODO, está diseñado para gente que pertenece a ese grupo de gente promedio. No para los alérgicos, los celiácos (aunque hay opciones, pocas, pero hay), para los de movilidad reducida, para los que tienen problemas sensoriales (ceguera o sordera), para los que tenemos temas emocionales  mayores, para los que tienen inteligencias de otro tipo, etc.
No les he dicho mentiras cuando digo que el tema emocional en ningún momento te define o define qué sueños puedes o no cumplir. No. Pero me he dado cuenta que implica, como cualquier otro tema de salud,  que afecte mi funcionamiento en la vida diaria, hacer concesiones, comprometer cosas, saber tus límites, aceptar un trato particular.
Y llevo tres semanas en negación porque estaba tan, TAN enfocada en tener un trato igualitario... Pero ¿Para qué? Si yo, con la aceptación, sé que no soy igual. Sé que mi cabeza funciona distinto, sé que he pasado por experiencias altamente diferentes,sé que tengo restricciones, sé que es un tema médico que yo no elegí. Todo eso lo sé, y lo digo, y lo repito. Acepto estar por fuera del molde, pero mientras me conviene. Y estas semanas me dí cuenta de que estar comprometido con tu aceptación no es de momentos o de conveniencias, es de hacerlo 24/7 y no solo predicarlo o escribirlo, creerlo sobretodo. Entonces ¿A qué el miedo? A reconocer que soy distinta y que funciono de manera distinta. Porque reconocerlo implica aceptarlo. Aceptarlo implica amarlo. Amarlo implica interiorizarlo. Implica tratarse con tal compasión, entendimiento y aceptación que se sabe, por principio de autocuidado, que se funciona distinto y que si, en efecto hay que hacer concesiones y ajustes, porque no eres una más. No porque no quieras ser una más (Aunque qué pereza) sino porque además biológica y genéticamente no puedes ser diferente a quien ya eres, y debes hacer lo mejor que tienes con lo que puedes. Que es lo que tienes? Una cabeza que funciona diferente. Qué es lo que quieres? Ser psicóloga. Qué es lo mejor que puedes hacer? Sacar tu carrera adelante ACEPTANDO por completo lo que implica ser una estudiante con un diagnóstico de depresión mayor crónica y ansiedad generalizada que te lleva a ataques de pánico que te dejan muda y con el acento (cuento viejo, pero es que el Lunes volvió a pasar así que, acá vamos otra vez). Implica reuniones, hablar mucho del tema hasta saturarse, oír cosas tal vez no muy agradables, buscar alternativas, hacer concesiones, llegar a acuerdos, hacer ajustes y sacar la práctica adelante con lo que hay.
Por eso tal vez decía que aceptar es un compromiso tremendo. Porque uno desfallece, y es más fácil ser uno mas en el montón. Pero desafortunada (o afortunadamente) 1. Mi cuerpo y mi voz me delatan 2. Mi equipo me dice que sea honesta con mis limites y restricciones 3. Se me metió en la cabeza abogar el resto de mi vida contra la estigmatización en salud mental, educar a la gente en el tema y volverla un tema de conversación serio, habitual y comprometido y la más importante 4. Tanto blog y tanta foto y tanta cosa ¿de qué sirve si yo no lidero con el ejemplo, si yo misma no aplico lo que digo, si yo escondo mi condición por miedo al estigma, si yo no me acepto así eso implique ceder y hacer concesiones y ajustes?
Todo esto para decir que el regreso ha sido complejo. Porque todo se ha dado para que todas las arandelas con las que viene mi depresión y mi ansiedad salgan a florecer, implicando que tengo que tomar la actitud responsable de aceptarlas y de pensar cómo, siendo yo un paciente, seré responsable con mis pacientes. Y han sido muchos ajustes, concesiones, cambios (Que la Facultad me ha sugerido con todo el amor, debo darles crédito por su comprensión y preocupación genuina por mi) pero que implican que una vez más (es como la quinta vez que digo eso en el blog) las cosas no salen como yo las había planeado. Y eso, a pesar de que ya me voy acostumbrando al sentido del humor de Dios, apesta y frustra.
Pero seguiré guerreándola, así haya momentos en que me cuestione por qué todo es tan complejo. La razón, porque soy distinta al prototipo del sistema. Y eso, creo (cada vez me convenzo más de que sí pero hombre, soy humana y dudo) es lo que quiero ser.

jueves, 2 de febrero de 2017

Hablemos de salud mental de una vez.



Estando con mi mamá, me hizo una pregunta y era si no me molestaba ser reconocida por ser una escritora de salud mental, ya que el serlo implicaba que la gente conocía de mis diagnósticos y mi condición. Y me quedé pensando, y lo único que se me ocurrió fue responderle lo siguiente que pondré acá:
Claramente, para luchar contra un tema de salud mental, hay que identificarse con la condición por la cual se quiere luchar. Es algo así como sentirse aludido por el racismo y decir que se es una persona de color, o apoyar el matrimonio homosexual al ser lesbiana, o querer una igualdad de género completa y ser mujer. Con esto no estoy diciendo que hay que necesariamente estar afectado por una causa para defenderla, yo apoyo el matrimonio y la adopción homosexual y soy heterosexual, condeno el racismo y nunca he tenido un episodio discriminatorio, y conozco hombres que luchan a favor del feminismo. Pero si es más usual que aquellos que han visto sus derechos directamente vulnerados, que han sentido la discriminación en carne propia, que han entendido que es el estigma, sean los abanderados más fuertes de lucha contra ciertas causas.
Entonces ¿Me molesta que la gente me asocie con depresión, ansiedad y enfermedades físicas crónicas? No. Porque precisamente ese es el punto de luchar contra el estigma. No está en negar lo que nos hace distintos, está en entender que eso que nos hace distintos nos hace iguales. Es decir, disminuir el estigma no está en que yo salga y niegue mi depresión, está en demostrar que por tener depresión no soy ni menos ni más capaz que otra persona sin depresión. Y en eliminar todos los estereotipos que conlleva el estigma, que lo profundiza, que alimenta las creencias populares. Ahí entra un poco el tema de la educación, que es el primer paso en eliminar el estigma. Y es poder decir, con una sonrisa, "Si, tengo episodios depresivos mayores desde hace 5 años", cuando hay días en los que no lloro, o tengo energía, o no estoy irritable, o soy positiva y absolutamente alegre. Es poder decir "Si, tengo ansiedad generalizada y me dan ataques de pánico", cuando hay momentos en que soy un manojo de nervios mientras otros en los que no me afecta. Es poder decir "Si, tengo fibromialgia y artritis" cuando no todos los días uso bastón, cuando no siempre tengo las articulaciones inflamadas, y cuando el rastro de los dolores en la mayoría de días sea que simplemente al estar en una misma posición por mucho tiempo, exhale, me masajee el sitio donde me duele y si acaso me pare y cambie de postura.
Ahí yace, para mi, la lucha que defiendo a capa y espada contra el estigma que hay en salud mental. Y es que no es un tema que se elimina al negarse, o al esconderse. Todo lo contrario, crece y se empeora. ¿De qué sirve no ser honesto con un tema de salud mental y buscar ayuda? De que tal vez la persona no aguante más, no tenga apoyo o herramientas, y un día simplemente decida acabarlo todo, dejando a la familia preguntándose como no vio nada. O sirve para alimentar secretos familiares, tabús, ilusiones de árboles genealógicos perfectos que cuando alguno decide investigar ve que no es el primero de sus familiares que lucha con una condición, sino que viene de años atrás, que es más común que el mismo apellido que comparten, pero que nadie nunca se atrevió a hablar. Porque hay esta creencia de que quienes luchamos con temas de salud mental somos débiles o queremos llamar la atención, o que eso "se pasa eventualmente comiendo chocolate". Cuando la verdad es que cargamos una enfermedad por generaciones, y vamos como Sherlock Holmes, investigando, juntando pistas, reuniendo testigos, analizando testimonios, caminando entre vidrios rotos como si se tratase de una maldición. Cuando debería ser tratado como los antecedentes de cáncer, diabetes, glaucoma, hipertensión, etc. Porque es una enfermedad, y porque aceptar que se tiene es de valientes. Lucharla contra la cabeza es de gente con pantalones. Hablarlo es de gigantes.
Solo hablando logramos educar, y solo educando logramos que se entienda que por luchar con una enfermedad mental no significa que uno esté atado de pies y manos en una bata blanca en un cuarto de 4x4 sin ventanas y con una puerta controlada desde afuera. Muchas veces significa llorar en la noche, no dormir pero levantarse cada día con la cabeza en alto para ir a estudiar, a trabajar, a cuidar a los hijos.
Así que no, no me importa que me reconozcan como la que tiene depresión y ansiedad. Porque si fuésemos honestos, nos sorprenderíamos de lo común que es y de cuántos luchan a escondidas. Lo que me importa es que estoy demostrando día a día que si bien tengo malos días y momentos difíciles, se puede vivir con depresión y con una sonrisa en la cara. Se puede tener una condición mental y ser funcional. Se puede tomar medicamentos psiquiátricos y soñar y luchar por esos mismos sueños. Porque todos tenemos algo, y eso, nos hace iguales.

El 2020: Caos, incertidumbre y cosas que no hemos perdido.

 En estos tiempos de incertidumbre, hemos podido ver que nuestra salud mental y física han sufrido bastante por distintos motivos. Esta sema...