miércoles, 8 de febrero de 2017

Entre la aceptación y el hacer concesiones, la universidad.

El tema es el siguiente. Este blog está destinado a reflejar la realidad de lo que es vivir con una condición mental, en el proceso de aceptación, pero con todo lo que esto implica. Hasta ahora, creo que exceptuando algunos momentos "darks", puedo afirmar que en general los escritos suelen ser muy alegres, alentadores y positivos. Este, no sé si lo termine siendo al final, pero empieza con un sabor amargo, no amargo, agridulce ¿Tal vez?

Y es el que viene al enfrentar tu lucha de desestigmatización y todo este discurso a la realidad. Porque es algo así como una persona con movilidad reducida, que se mueve en silla de ruedas y usa todos los espacios adecuados, monta en ascensor, utiliza las rampas, tiene espacios específicos para cuando vaya a cine o cuando esté en un bus de servicio público. Y dice, que puede hacerlo todo "como cualquier otro". Pero llega a un espacio y solo hay acceso por medio de escaleras. Y está solo y se da cuenta, que por mas adecuaciones, por mas "normal" que él se conciba, siempre habrá algo que no podrá controlar que le recuerde, que ante cierto público, él no funciona como los demás.
Por esta condición debe hacer concesiones, adecuaciones, cambios para que la vida se adapte a él, y no él a la vida que es lo que nos han enseñado. Un carro diseñado particularmente, trabajar en un espacio con acceso para personas con movilidad reducida, adecuaciones en su casa para que se pueda mover libremente en los espacios, una cocina con gabinetes bajos o con adecuaciones para alcanzar aquellos elementos altos, una ducha con acceso en silla, etc. 
En algo así estoy yo. Pero con salud mental. 
Mis adecuaciones para la salud física ya están interiorizadas, no peleo por eso, uso mi bastón y mi inhalador con orgullo, me mido en el esfuerzo y espero pacientemente a los ascensores cuando sé que las piernas o los pulmones, o ambos, no me dan. Soy asmática así que no tengo ni tendré gatos de pelo fino y corto pues estando con ellos mis pulmones hiperreaccionan y todo se va al carajo, y lo acepto. Tengo dermatitis y una piel hiper alérgica, no puedo usar cremas con perfume o jabones diferentes al Dove (Muy elegante, lo sé) y está bien. Tengo alergia a la lana y al polvo y eso, entonces me pongo una ruana y empiezo a estornudar, a llorar, mientras la piel se llena de ronchas. Y está bien. No uso lana, no uso ciertas cremas, me reduzco a los jabones y lociones que me mandan, no tengo contacto con gatos o con sitios con mucho polvo, uso ascensores, uso bastón, y está bien.
Pero cuando las concesiones implican el tema de salud mental es distinto, Porque te diferencian de manera clara, porque lo sientes más personal, porque te sientes (aunque no lo estén haciendo) atacado. Te sientes discriminado y subvalorado. Te sientes impotente. Lo que no pasa cuando hablamos de hacer cambios en lo físico, más allá de la jartera no pasa. Pero cuando es por tu salud mental, por tu mente, es extraño. Es molesto. Es difícil de digerir. Es mucho que aceptar. 
¿Por qué? Creo que porque cuando se "meten" con el funcionamiento de tu mente, se meten con todo. Con quien eres, con lo que sientes, con lo que haces, con lo que crees, con lo que profesas, con como actúas, con tus sueños, con tus miedos, con tu historia. Con todo. Y tener ese "centro" de control, el cerebro y la mente, funcionando diferente es complejo de aceptar. Es complejo de entender porque no lo podemos entender en su totalidad o ver de formas tangibles en su totalidad. Es o el estudio genético, o el estudio de estructuras, o el estudio de función biológica. Y aparte los tests y la evaluación psicológica de múltiples formas, y la psicoterapia. 
Y acá estás tu, reuniendo ambos, intentando defender tu derecho de hablar de eso de frente, de que no te traten distinto, de demostrar que eres igual que los demás, de educar, de desestigmatizar, de hacer y hacer y hacer. Para cambiar la realidad de la salud mental, pero es que creo que en papel es muy distinto a la práctica.
Por el simple hecho de que el mundo está hecho para el promedio. Para la gente de inteligencia promedio, de respuestas emocionales comunes, de movilidad regular, de capacidades físicas y motoras acordes a la edad, etc. Y eso no está mal, para esto vamos a quitarnos de la cabeza los términos bien/mal, ¿listo?
El tema es este: La vida, el sistema educativo, el trabajo, los sistemas de movilidad, los edificios, los menús en restaurantes, los cines, no sé, TODO, está diseñado para gente que pertenece a ese grupo de gente promedio. No para los alérgicos, los celiácos (aunque hay opciones, pocas, pero hay), para los de movilidad reducida, para los que tienen problemas sensoriales (ceguera o sordera), para los que tenemos temas emocionales  mayores, para los que tienen inteligencias de otro tipo, etc.
No les he dicho mentiras cuando digo que el tema emocional en ningún momento te define o define qué sueños puedes o no cumplir. No. Pero me he dado cuenta que implica, como cualquier otro tema de salud,  que afecte mi funcionamiento en la vida diaria, hacer concesiones, comprometer cosas, saber tus límites, aceptar un trato particular.
Y llevo tres semanas en negación porque estaba tan, TAN enfocada en tener un trato igualitario... Pero ¿Para qué? Si yo, con la aceptación, sé que no soy igual. Sé que mi cabeza funciona distinto, sé que he pasado por experiencias altamente diferentes,sé que tengo restricciones, sé que es un tema médico que yo no elegí. Todo eso lo sé, y lo digo, y lo repito. Acepto estar por fuera del molde, pero mientras me conviene. Y estas semanas me dí cuenta de que estar comprometido con tu aceptación no es de momentos o de conveniencias, es de hacerlo 24/7 y no solo predicarlo o escribirlo, creerlo sobretodo. Entonces ¿A qué el miedo? A reconocer que soy distinta y que funciono de manera distinta. Porque reconocerlo implica aceptarlo. Aceptarlo implica amarlo. Amarlo implica interiorizarlo. Implica tratarse con tal compasión, entendimiento y aceptación que se sabe, por principio de autocuidado, que se funciona distinto y que si, en efecto hay que hacer concesiones y ajustes, porque no eres una más. No porque no quieras ser una más (Aunque qué pereza) sino porque además biológica y genéticamente no puedes ser diferente a quien ya eres, y debes hacer lo mejor que tienes con lo que puedes. Que es lo que tienes? Una cabeza que funciona diferente. Qué es lo que quieres? Ser psicóloga. Qué es lo mejor que puedes hacer? Sacar tu carrera adelante ACEPTANDO por completo lo que implica ser una estudiante con un diagnóstico de depresión mayor crónica y ansiedad generalizada que te lleva a ataques de pánico que te dejan muda y con el acento (cuento viejo, pero es que el Lunes volvió a pasar así que, acá vamos otra vez). Implica reuniones, hablar mucho del tema hasta saturarse, oír cosas tal vez no muy agradables, buscar alternativas, hacer concesiones, llegar a acuerdos, hacer ajustes y sacar la práctica adelante con lo que hay.
Por eso tal vez decía que aceptar es un compromiso tremendo. Porque uno desfallece, y es más fácil ser uno mas en el montón. Pero desafortunada (o afortunadamente) 1. Mi cuerpo y mi voz me delatan 2. Mi equipo me dice que sea honesta con mis limites y restricciones 3. Se me metió en la cabeza abogar el resto de mi vida contra la estigmatización en salud mental, educar a la gente en el tema y volverla un tema de conversación serio, habitual y comprometido y la más importante 4. Tanto blog y tanta foto y tanta cosa ¿de qué sirve si yo no lidero con el ejemplo, si yo misma no aplico lo que digo, si yo escondo mi condición por miedo al estigma, si yo no me acepto así eso implique ceder y hacer concesiones y ajustes?
Todo esto para decir que el regreso ha sido complejo. Porque todo se ha dado para que todas las arandelas con las que viene mi depresión y mi ansiedad salgan a florecer, implicando que tengo que tomar la actitud responsable de aceptarlas y de pensar cómo, siendo yo un paciente, seré responsable con mis pacientes. Y han sido muchos ajustes, concesiones, cambios (Que la Facultad me ha sugerido con todo el amor, debo darles crédito por su comprensión y preocupación genuina por mi) pero que implican que una vez más (es como la quinta vez que digo eso en el blog) las cosas no salen como yo las había planeado. Y eso, a pesar de que ya me voy acostumbrando al sentido del humor de Dios, apesta y frustra.
Pero seguiré guerreándola, así haya momentos en que me cuestione por qué todo es tan complejo. La razón, porque soy distinta al prototipo del sistema. Y eso, creo (cada vez me convenzo más de que sí pero hombre, soy humana y dudo) es lo que quiero ser.

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