miércoles, 29 de marzo de 2017

Dear mom & dad...

Dear Mom and Dad:


I know we’ve had some pretty hard 5 and a half years. Specially, this past 10 months we've been through hell and back. In everything that’s going through, you’ve battled a lot in accepting me with my condition. Having a daughter with major depressive disorder and general anxiety wasn’t part of the plan. I know it wasn’t, and still isn’t easy, to listen to your daughter saying she rather be dead, or that she can’t get out of bed because living life is just to painful. Clearly to see me walking with a cane or unable to get out of bed or with certain body parts of the size of an orange isn't make it any easier. I can see you suffering every time I'm in pain, and desperately searching for ways to ease the symptoms of my physical chronic illnesses. Thank you for trying to make me sleep at night wrapping me with a lot of blankets like if I was a burrito or sending me flowers via Whatsapp to brighten my day.

You’ve done your best in trying to understand me, even in times in which I couldn’t understand myself. Even though sometimes I don’t appreciate it much, you guys are the best support team I could ever ask for. I know I’m very pessimist, and I know that there are times in which my own reality seems like a dark hole, so I get frustrated with my own history when you say things like “You are worth it” or “It’ll be better”. I don’t appreciate those words that much because I don’t think that much of myself and I don’t have a positive vision of my very own future, not because I don’t appreciate the effort that you guys make. I can’t even imagine what it would be like to go through such a painfull process without your love, effort, company, comprehension, etc.

About two months ago, a doctor confirmed us what we already knew: My depression is a chronic, genetic condition. And even though for me it was a relief, I know for you guys it was extremely painfull. I could see the guilt in your eyes. I could see your frustration and your desperation. I could feel your heart breaking when you heard that your little girl, your angel, the baby that you desired so much 23 years ago, would be "sick" for life. They were telling you that I would never be cured, that I had to live with this, that this disease that you’ve seen changing my life and making me miserable would be stucked with me for my whole life. And there was nothing, nothing, not a single thing you could do.

Because all that you can do, is what you’ve done. You’ve been absolutely supportive, you’ve researched about it, you’ve made your biggest effort to understand my mood swings, you’ve swallowed your own tears when I came running saying “I can’t do it anymore”. Somehow, you always find strength and courage to convince me life is worth another shot, that I should try to live again tomorrow because it would be a better day. And somehow, you’ve been right. Here I am, still fighting, accepting the fact that I have a chronic major depressive disorder. It certainly isn’t easy, and there are days in which I want to throw everything away. But I don’t do it because I couldn’t do that to you, I couldn’t break your heart in that way when you’ve been so incredible in these past years.

I've seen you cry because you couldn't take it anymore, I've seen more pain in your eyes than ever every time the word "suicide" came in the conversation. Still, I've seen how you've celebrated every little victory I've had along the way, even if it was something insignificant such as being able to take a shower. Thank you so much for encouraging me every step of the way, for being there. I know sometimes some things don't make much sense, and believe me, I know that you wish my reality was different, but still, you've been there. The world and everything else can be falling apart and still, you worry about if I got enough sleep last night or how I'm tolerating my medication. You've outgrown your very own pain, to try to mend my broken heart and soul with pieces from yours.

You are the best reason to be alive, to try it one more time, to accept the tears I’ve cried. I’m sure without you, this road would have been impossible to go through.
I’m extremely lucky because even though you feel guilty for the genes you gave me(The good, the bad, the ugly ones), that’s nothing compared to all the love and support you’ve given me. I’m sure we’ll have some tough days ahead, but I’m lucky to have parents that are willing to learn in this process with me.

Love you,
Mariana

viernes, 24 de marzo de 2017

Celebrando las 6000 visitas: La vida vale la pena.

Entonces... 6000! Gracias, porque son ustedes los que hacen esto posible, los que visitan y retroalimentan. Gracias, porque apoyaron mi iniciativa de hablar sin tapujos sobre la salud mental, porque leyeron y siguen leyendo mis desahogos, mis dolores, mis victorias. Gracias, porque sé que parte de esas visitas son más por el morbo y el chisme, pero también sé que muchas son por el interés genuino de educarse sobre la salud mental y de entender que es éste rollo de vivir con estos rótulos en el día a día. Y hay gente que ha aprendido cosas, hay gente que se ha sentido identificada, hay gente que me ha entendido y sobretodo, hay muchos que me apoyan. Así que gracias.
Y si me permiten, creo que lo apropiado en este momento es hablar sobre la vida, decir que vale la pena vivirla. Porque en ese aprendizaje es en el que estoy en este momento. Así que acá vamos.

La vida no vale la pena porque sea sencilla, todo lo contrario, vale la pena aun cuando es tremendamente complicada. Y cuando uno le apuesta a la vida, cuando uno decide estar vivo a pesar de que la cabeza le dice lo contrario, a pesar de que se hastíe del día a día, a pesar de las caídas y recaídas, no es porque esté eligiendo el camino fácil. Todo lo contrario, vivir es una apuesta demasiado difícil, es un compromiso muy complejo.
Y escoger la vida no es simplemente decir "Listo, sigo vivo" y ya está. Cambio de chip, pajaritos cantando, gente sonriendo, sol y arcoiris. No. Es seguir siendo quien eres, con los mierderos que tienes, pero dar la pelea. Y dar la pelea es una elección que se hace día a día, mejor, segundo a segundo. Porque por el hecho de decidir  seguir en este mundo no significa que el camino se vuelva más sencillo, sino que simplemente decides seguirlo recorriendo con sus subidas y bajadas a ver qué más hay más adelante, con que sorpresas tanto buenas como malas te encuentras. Es quedarse a ver la película completa y no salirse en el minuto 22 porque la trama era muy densa, pero el que uno se quede a verla no quiere decir que le va a gustar, o que va a ser menos compleja, o que va a tener un final feliz. Simplemente que uno está dispuesto a disfrutar de la película por su totalidad, y cuando se acabe porque se tiene que acabar, ahí si decir "Fue buena/mala, mejor/peor de lo que esperaba".

Y es que para nadie es fácil, así que ¿Por qué para uno si sería fácil? A cualquier persona que le pregunte, le garantizo que le va a responder que tiene alguna cosa que le genera dolor, dificultad, que lo preocupa, que lo desvela. Relaciones amorosas, temas de salud, falta de dinero para pagar las cuentas, desempleo, enfermedades de familiares, un hijo rebelde, etc. Todos tenemos nuestra cruz, como dicen por ahí. Y para todos, nuestra cruz es igual de dolorosa, de valiosa, de compleja. Que Ud. y yo tengamos problemas distintos, no hace que los míos sean más valiosos que los suyos. Funciona igual si tenemos problemas similares, eso no hace que los suyos sean más importantes que los míos. Los enrredos de cada cual son importantes para cada quien y punto. Claro está que hay matices, maneras de enfrentar el mundo que hacen que mientras unos surfean con cada oleada que les mande la vida, otros se ahoguen con la misma ola y se derrumben y terminen revolcados y llenos de arena en la costa. Y vuelva a empezar.

Entonces dejamos claro que para nadie es fácil, y por el hecho de que a Ud. le cueste más estar vivo, o sienta que lo llama mucho la idea de desaparecer, no hace que por luchar la vida se lo ponga fácil. Es más, uno siente que es más complejo, porque se abruma con mayor facilidad y hay momentos en los que simplemente le habla a su Dios y le dice "A lo bien estoy viva para estar apagando tantos incendios? Tenía que seguir viva para ver como x o y persona que tanto amo sufre?". Y la respuesta es 1. Si Ud sigue vivo no es porque tenía que seguir vivo, sino porque eligió estar vivo. Eligió la vida. Elige la vida cada día. Y 2. Pues si. Porque la vida es compleja (Como ya quedó claro) y vivir es estar cerca al sufrimiento propio y ajeno, a que las cosas salgan como uno no esperaba, a que lleguen decepciones grandes, a que aparezcan problemas de la nada, a sentir que todo lo que podía salir mal se junte y explote.
Porque sí, yo elijo vivir cada día. Pero hay días en que simplemente me canso y no doy más y flaqueo. Y me cuestiono cuál es el punto de estar acá, porque como lo dije en artículos pasados, una recuperación si que no es fácil. Ya vamos para un año y hay caídas feas, hay momentos duros, hay episodios complejos. Ha habido cosas que sinceramente me han superado y en los que simplemente me he reído de lo abrumada que he estado y digo "No puede pasar una cosa más", porque ha habido peleas, sorpresas no muy bonitas, decepciones, idas de gente que quiero, crisis infinitas, lugares y situaciones absolutamente aversivas, días en los que mi cuerpo simplemente no da y no quiere dar. Y no es fácil, no es romántico, no es poético. Nada. Hay días simplemente de mierda, semanas de mierda en los que escoger la vida no es sencillo.

Pero también elegir la vida ha sido viajar a sitios amados, conocer lugares nuevos, sentir a Dios en mi vida, descubrirme como escritora, leer frases absolutamente inspiradoras que le dan sentido a la vida al menos por un momento, ver a mi ahijado reconocerme, hablar como una lora y hacer pijamadas inolvidables, aprender de testimonios de gente guerrera y maravillosa de la que me rodeo que a pesar de toda la mierda que comieron (que es significativamente mucha más que la que yo he experimentado en mi vida) siguen vivos y son felices y escogen vivir. Ha sido conocer extraños por medio de la lucha de salud mental, que se han convertido en guerreros conmigo. Ha sido ver a mi mejor amiga graduarse y retomar la hermandad que nos ha unido por más de 15 años. Ha sido aprender a dejar, aprender a soltar, aprender a que no todos pertenecen en mi historia y está bien. Ha sido reafirmar quienes siempre han estado y quienes nunca. Ha sido volver a la universidad y hacer mis primeros exámenes en muchos, muchos meses, y estar en un campo donde nunca pensé acabar pero que me prende la llamita en el alma un poquito más con cada persona que conozco. Ha sido enfrentar mi realidad familiar y que poco a poco el dolor y la nostalgia se cambien por experiencias nuevas, hablar de ello por primera vez y ver que los que importan, lo recibieron con nada más que amor, comprensión y admiración.

Entonces, sí bien no es fácil el balance es bueno. Y es que hasta el dolor y los problemas lo valen cuando uno se da cuenta de todo lo bueno que se perdería si simplemente hubiésemos hecho caso a nuestras cabezas cuando dicen "No más, nos vamos de este planeta". El dolor es real, y es muy intenso, pero no se le puede dar el poder y el derecho de arrebatarnos todo aquello bueno, bonito, sincero y hasta mágico que nos da la vida día a día. Y simplemente por eso, es que la vida vale la pena. Luchar lo vale todo, porque al final de eso se trata: De aprender a vivir una vida equilibrada, entre el dolor y lo positivo, teniendo lo que se tenga, de valorar el hecho de estar acá: Porque si bien hay mucha mierda en el camino, hay el doble de magia. La vida vale la pena.

lunes, 20 de marzo de 2017

At the end of the day, not everyone you lose is a loss.

We've all seen a train, or a subway. There's a driver, and wagons and everything. It stops in different stations, and people come in and go out. Some people will enter in the first stop and will be in it for the whole way, until the very last stop. Some will come, get in it for some time and a couple of stops later, they will get down, but while their at it, they will write on the windows obscene stuff, will break some chairs, will leave garbage. Some will just get in for and go out on the very next stop. Some will step on the wagon and say "Crap, this isn't the right direction for me" and get down before the doors close. Some will do that, but will leave some scarf in the floor of the train, so they'll be getting in and out wagons for a very long period of time, finding their item that's lost. Some will just come and do other things meanwhile, and even if they stay for several stops in the train, their presence will make no difference and they won't remember a lot of the characteristics of it once they get down. Some, will be in the train for the long haul, but they'll keep fighting with people that come in, smoking in it, drinking alcohol and screaming songs from the top of their lungs, and will refuse to get out until the driver force them to. Some will come out of the blue and stay until the very end, making the train much prettier, cleaning it, painting it, playing soft music. And so...

Now, imagine that you are the driver, that the train is your life, and that the people that come and go are in fact, people that come and go in your life. You'll see, not everyone comes in the train and stays as long as we want them to, some stay longer than we wish they did, some just even stepped on it but left a piece of them so you'll have to carry it around until you decide to clean and get rid of what people left. There will be times in which the train is going through the most horrible stations and the dangerous parts of town, those no one wants to go to, and you'll see the train seems empty, but some people, few people remain: Maybe scared, or maybe fascinated by those damaged, terror-movie type of stations, but they are still there.

And that's life, people come and go from your life, some people will leave permanent scars, some people will leave a part of them in your life and will occasionally stop by to find that what they are missing, some will stay for a long time even though they are causing damage and you'll be forced to kick them out for your own well-being, some will be there since day 1 until the last day you live, some will come in the middle on the road and make your journey much prettier.
I never get used to people entering my life and leaving out of the blue. In fact, I suffer so much when people leave that I tend to be very cautious of who I allow to get into my train, because I don't want to feel pain when they leave. And certainly, there are certain periods of life in which people will leave the train almost empty, and you have to get used to the fact that people, most people, people who are with you just in a superficial relation, people who are just curious, but not really interested in you, people who can't deal with tense moments and uncomfortable topics, will leave. Maybe they'll return, maybe not. But you have to keep going no matter how empty your wagons may seem, because when you pay close attention, you'll see who are still there: The ones that always have, and always will. And frankly, those are just the ones you need, even if they are few.

It's not that you choose to be lonely, or maybe you do, but pain changes people. Even though we don't want it to, and we refuse to accept it, pain does change people. I can't tell you exactly how I've changed, or which things remain. I can't say that all that I've lost of the old me where the bad habits and that I've only gained good ones. No. I can't really tell you which are which clearly: All I know is that (And not only with me, but in general people who've gone through traumatic situations, who've been close to death, whose world has been turned upside down) I'm not the same I used to be. Because I had to change in order to survive, because if I kept my old ways I would end up dead or totally loosing my mind. We have to adapt the circumstances, the curve balls that life throws in our directions, and the harder the surprises are, the more effort we need to do in order to be able to keep up with them. So if you go through a life-changing experience, the harder it is (or the harder you perceive it), the more you'll change. And it's not bad, you had to do it in order to survive. Not everyone will get it, because not everyone has gone through YOUR experience.

They say that we shouldn't allow the world to harden our hearts, but sometimes that's the only way to do it. Because if you felt everything as you used to, if you suffered with criticism as you did before, if you mourn everyone that come and go as if your life ended the minute they walked away, you wouldn't make it. You wouldn't come out alive to the other side. Because that's some harsh pain, and you have to survive, which makes you have to build a shield so you won't die every time someone questions your path, your decisions, or chooses to walk away.

And as you've changed, that also means that you aren't willing to take bullshit anymore. Because you've seen how complex but how simple life is, at the same time. You've seen real, heart-wrenching problems. You've seen your whole existence in danger. So you know that the moments you have here, with a little peace, you rather spend them with people who lift you up, who make you better, who fill your heart. Because life's too messy to spend your good moments with people who don't deserve them. You learn, that you really get what you give, and that that simple rule should apply to anyone, So if someone wasn't there at your worst, do they deserve your best? You gave it all you had, you worked your ass off to have some sort of peace (you aren't fully recovered, but hey! Let's celebrate little victories), and you are gonna spend it with those who made you miserable? To those who talk trash about your process? To those who questioned your truth? To those, who simply walked away, and left you when you needed them the most?

Or you rather be with those who stayed in your train even when the road was tough, when the wagons had poor lighting, when the chairs were uncomfortable? To those who instead of saying "Hey, you've changed..." say "Hey, you've changed!", because they also had to change in order to survive, and also lost people in the process, therefore they are empathic with your journey.

And yes, there are some seats on the wagons who still miss the person that was there. And that still don't get why they got down, or where, or how. But the reality is that kid, the only person who really matters, and who WILL be all the time in that train is yourself. At the end of the day, you are the only certain thing you have in life. The rest that come and stay, are more than welcome and will make your life easier and happier (most of them at least). And you are the only one that gets why you've changed, how have you changed, what stayed and what left.

At the end of the day not everyone you lose is a loss. The new you wasn't right for them, or they weren't right for you, Period. You just have to keep going to the next station...

miércoles, 15 de marzo de 2017

Ser psicóloga y paciente a la vez.

Yo amo la psicología, no me veo estudiando nada más ni ejerciendo algo distinto. Siempre lo he hecho, aún cuando no sabía a que se refería. Sabía que tenía algo que ver con la gente, con entenderlos, con oírlos, con ayudarlos, y que implicaba mucho contacto con los otros. Así que sonaba bien. Me acuerdo de tener 7 años y decir "Voy a ser psicóloga y pedagoga para montar un jardín infantil.", sin tener idea de qué demonios era la psicología (9 semestres después hasta ahora lo voy entendiendo, pero si me ponen a definirlo, me ahogo y no sé como poner algo tan complejo en pocas palabras). Igual, siempre supe que ahí iba a terminar. Más adelante, me hicieron pruebas de orientación profesional y daba en el clavo, humanidades como psicología o pedagogía, algo de artes y algo de literatura (Ignorado esto último hasta la creación de este blog). Vi clases de psicología en el colegio y me veía haciendo eso, aparentemente además era buena en eso así que fantástico. Pero no fue hasta que fui paciente, que me convencí de que quería ser psicóloga.
Porque conocí a mi psicóloga y un día, al mes o algo así de conocerla dije "Si algún día logro hacer sentir a un paciente como ella me hace sentir a mí , me doy por bien servida". Era una extraña que se volvió mi lugar seguro, el sitio donde yo sentía que me sentía en paz, que podía ser yo sin miedo a que me juzgaran. También el sitio donde me sacaban la piedra y me cuestionaban cosas hasta ahora incuestionables, pero todo tenía un sentido claro y yo lo veía. Y más allá de esto, mi psicóloga era (y es) una excelente persona. Después me vine a enterar lo buena que era en su tema, el reconocimiento que tiene en el país y los aportes a la disciplina, pero lo mejor era su calidad humana. Era alguien que con la mirada sabía si yo quería llorar, o si le estaba escondiendo algo, o que cuando le contaba algo profundamente doloroso, se conectaba de una manera inexplicable en palabras con mi dolor. Yo no me sentía loca, ni me sentía sola. Y eso era bonito, era nuevo, era necesario. Porque ella no solo era buena en su trabajo, sino que era buena. Era (es) un ser humano intachable. Y eso era lo que yo quería ser, lo que quiero ser, lo que sigo queriendo transmitir.
Ahí, viendo cómo le cambia la vida a un paciente con un buen psicólogo, fue que yo dije: Por acá nos vamos. Y soy enamorada de mi profesión, pero en este momento no es fácil.
Si bien los momentos difíciles y oscuros anímicamente habían estado presentes durante toda la carrera, era manejable. Y, de alguna forma que hoy parece imposible, no mezclaba mi vida personal con lo académico. Funcionaba y ya está. Luego vino toda la crisis y la historia que ya saben, y volví a mi carrera. A lo duro. A prácticas como psicóloga clínica. Y todo el mundo quedaba como en shock: Este personaje en plena recuperación e una crisis mayor de salud mental, se va a una práctica clínica. Eso como que no tiene mucho sentido, el jodido a tratar a otro jodido ¿De cuándo a acá?
Pero siempre fue mi sueño, siempre quise tener una experiencia clínica (después de que la fantasía del jardín infantil se viniera al piso, siempre me imaginé con un consultorio clínico, o sea en español: Viendo pacientes con algún grado de malestar emocional o que vienen simplemente buscando un espacio para hablar y mejorar su calidad de vida). Y con esta batalla de que la condición no me define, ni que me limitaba, pues me aventuré, sabiendo que podía ser tremendo.
Claramente no estaba lista, pero siendo sinceros ¿Hay alguien que alguna vez está listo para algo? No. La vida es enfrentarse a cosas que te dan susto, dar el salto y ver si vuelas o si te vas para el piso como una plasta. Así que salté.
Acá tengo que reconocer que no salté sola, la facultad y los profesores han sido supremamente comprensivos con mi situación de recuperación-cambio de medicamentos-restricciones, etc, y han hecho hasta lo imposible por adaptar el currículo para que el totazo no fuera tan duro, para que no viera ciertos pacientes con temáticas muy delicadas y similares a las mías, a esperar a que estuviera más estable. Eso si, la carga y la exigencia académica igual, lo que cambió fue la forma. En fondo, igual.
Y ha sido un mes y medio increíble, realmente es hermoso el trabajo con el otro, el poder estar ahí con una mirada, una palabra, con la empatía que tantos buscan pero es tan escasa hoy en día. Pero así como ha sido de lindo, ha sido complejo. No me voy a enfocar en el gasto físico (que es BASTANTE), sino en la parte de ser paciente y psicóloga a la vez. Eso choca a veces. Es como el mar, a veces tranquilo y a veces con unas olas muy agresivas que vienen y desubican todo. Y a veces uno dice "Yo quién soy para apoyar a otro si tambaleo tanto?", y así. Pero por cosas de la vida, que es maravillosa a veces, cuando uno se enfrenta con alguien que realmente está sufriendo, es un cambio de chip. Claro, se dicen cosas que a veces le revuelven a uno sus fibras, o que revolotean en la cabeza todo el día, o que te producen un bajonazo tremendo. Pero luego. En la consulta no. Eso es mágico. De haber cosas, ha habido infinidades que me recuerdan a mí, a mi historia, a los que quiero, a lo que me duele, a lo incómodo, a lo bonito. Como me dijeron alguna vez por ahí (Obviamente esta sabiduría solo podría venir de mi psicóloga) "Hay algo de uno en cada paciente que vemos". Y es cierto.
Pero ayer, en mi casa me enfrenté a una lectura de psicología de la salud que hablaba de la artritis. Si bien es algo que está en mi vida desde Diciembre, no he querido buscar mayor cosa o ir al médico para tratamiento (como debería, yo sé), porque después de recibir el diagnóstico me dio puro y físico pánico. Porque si bien tengo otras cosas por ahí, esas simplemente son incómodas en la vida diaria. Tal vez lo único que se nota es cuando tengo una crisis de dermatitis y me cubro los brazos, o cuando hago un esfuerzo grande y me ahogo. Pero de ahí no pasa. Vienen y van los síntomas. Pero yo sabía que con la artritis era distinto, sabía el pronóstico, sabía lo incapacitante, sabía las deformidades. Entonces simplemente se volvió un tema que evité hasta que la vida me lo estrelló en la cara con una lectura. Ésta hablaba de la condición "crónica y debilitante" en general: De los síntomas, de qué pasa a futuro, del pronóstico, de las afectaciones psicológicas y de cómo manejarlo (adherencia al tratamiento, manejo de depresión que aparece por los mismos síntomas y del estrés y la ansiedad,  aceptación de la condición discapacitante, de cómo afecta ésta la vida de la persona y por ende, fortalecer la red de apoyo para que le ayuden con las tareas para las que físicamente no da). Y yo dije, destrozada "Mierda, esta no puedo ser yo". Pero era yo. Claramente, yo no sé mi pronóstico, ni tengo deformadas las articulaciones, ni sé como será el tema en 5,10,15,30 años. Puede que me muera mañana y no tenga que ver cómo evoluciona la condición. Pero era yo, la psicóloga, leyendo de lo que me pasaba y me iba a pasar a mí, la paciente.
Y claro, ahí entendí una cosa que a uno como que se le olvida, y es que los psicólogos somos humanos. Todos somos humanos, más allá de la profesión que tengamos, y por ende tendremos algo que nos jode: física, emocional o socialmente. Ser psicólogo no te vacuna contra las enfermedades mentales y la somatización, ser médico no te hace inmune al cáncer o a los infartos, ser profesor no implica que no pierdas algún examen alguna vez en tu vida, ser abogado no implica que nunca te demanden. Nada. Porque somos humanos y la vida, como he repetido infinitas veces en este blog, es jodida. Y es jodida, tremenda, difícil, enrredada, compleja, inesperada y demás para todos. Sin importar tu profesión, y eso no te hace menos capaz de ejercerla.
Así que si, soy psicóloga y estoy jodida. Y si, ayudo a gente menos, igual o mas jodida que yo. Porque soy buena en lo que hago y eso es independiente de lo que haya tenido que vivir emocionalmente o del funcionamiento de mi sistema inmune o de si uso un bastón o no. Y si, seguiré viendo pacientes y leyendo casos acerca de cosas que llegan muy cerca al corazón, y no, no es ni será fácil. Porque en la vida real uno no puede separar totalmente la psicóloga de la paciente. Puede diferenciarlas, tomar distancia, entender que hay momentos y lugares para todo, y que ni ellos son yo ni yo soy ellos. Pero al fin y al cabo la misma persona que los trata y los escucha es la persona con la historia que les he contado hasta hoy y les seguiré contando. Y la que cuenta esto es la misma que los escucha a ellos, tal vez un poco más boquisucia e imprudente, pero al fin y al cabo soy la misma: sea escritora, paciente o psicóloga.

miércoles, 8 de marzo de 2017

Depresión, bipolaridad, hipocrondría, anorexia, retardo mental, ansiedad, suicidio: Ni adjetivos, ni insultos, ni burlas.




Hace unos días me enteré que unas personas, hace unos años, se referían a mi como "hipocondríaca". Y sinceramente tuve dos reacciones. La primera, indignarme porque me dijeran eso. La segunda, indignarme porque me dijeran esto. Si, suena igual. Pero no es igual. La diferencia es la siguiente: En el primer escenario, me indigno porque yo sé que no soy hipocondríaca, porque créanme que si lo fuera ya me lo hubieran diagnosticado porque sinceramente estoy altamente monitoreada por psicología y psiquiatría. Y si lo fuera, no tendría problema en aceptarlo así como he aceptado todos, todos mis fantasmas y he hablado de ellos. Solo soy una persona con una salud compleja, un cuerpo somatizante (No se si esa palabra exista) y un sistema inmune hiperreactivo. Y claro, las personas que lo dijeron tal vez nunca entendieron lo que era vivir un día con fibromialgia, o intentar dormir con artritis o ahogarte por el asma cuando hay cambios de temperatura. Que bien, felicitaciones por ellas, pero yo sí, y es real, y es una porquería. Créanme, que no es algo que valga la pena inventarse, no gano nada al hacerlo... Si me fuera a inventar algo, me inventaría una enfermedad cool e interesante, no aquellas que padecen las personas de la tercera edad o los niños chiquitos(Con todo el amor para los que comparten esto conmigo, pero es cierto: No hay nada atractivo en las articulaciones inflamadas, en no poder moverte y usar bastón y nada, nada, nada menos sexy que un inhalador de asma). Y no tengo la sintomatología de un hipocondríaco, empezando porque aborrezco ir al médico, pero ahí va el segundo punto: Nadie sabe realmente de qué habla cuando dice que alguien es hipocondríaco sino los expertos en salud mental y los que lo padecen. Entonces la gente tiene una imagen muy vaga y asocian que tiene que ver con enfermedades y muchas y BAM: Ésta persona es hipocondríaca. Y no. Primero, instrúyase acerca de qué es ser hipocondríaco. Ahí va a ver que se diagnostica si no hay evidencia de enfermedad física, y para su pesar, todas mis enfermedades tienen soporte médico. Así que lo siento, simplemente tengo una salud que jode y ya está. Me encantaría que viera que tan real es viviendo en mi cuerpo un día, pero como no puedo, si quiere bien pueda pedirme mis soportes médicos.
Ahí va el segundo punto, y es la (Que pena la palabra, los que me leen habitualmente ya saben como es esto) prostitución de los rótulos mentales. Y es que es así. O ¿Cuántas veces no oímos a gente diciendo "Uy, mucha anoréxica" porque alguien no comió en una comida o comió poco? o ¿"Estoy deprimido" porque a alguien se le acabó la temporada de una serie en Netflix y no tiene nada más que hacer? o ¿"Para cortarse las venas" cuando alguien ve algo triste o denso o qué se yo? 
Y no. Otra vez no. Parte de la educación es el lenguaje, es el cuidado, es saber qué implica lo que dice. Y si, me dirán que soy una mamerta y que molesto mucho, pero pilas con lo que se dice! Porque es chistoso, para mi era frustrante, pero ya en este punto la ironía es algo maravilloso y es lo siguiente: Tu dices abiertamente que tienes depresión e ideación suicida y nadie te cree. Te cuestionan el diagnóstico. Te dicen que no es eso, que todos tenemos momentos difíciles. Te dicen que es cuestión de actitud. Que no te rotules. Pero cuando hablas con esa persona del clima, por ejemplo en Bogotá donde llueve mucho, te dicen "Que clima tan deprimente, estoy que me pego un tiro.". Entonces ¿Cómo funciona la cosa? Podemos rotular el clima y tu puedes hacer comentarios con contenido delicado cuando es una exageración y no hay fundamento pero cuando alguien tiene sintomatología real, la biología que corresponde para el tema, un cuerpo que funciona diferente, una vida jodida, ¿Ahí está mal el rótulo? ¿Ahí está mal el uso de la palabra? ¿Ahí está el tabú?
No entiendo, y me molesta realmente. Especialmente con el tema del suicidio. Un tema tan tremendamente delicado y hay gente que tiene la osadía de decir "Me voy a suicidar por la cantidad de trabajo que tengo". ¿Me están jodiendo? ¿Son acaso conscientes de la magnitud de lo que están diciendo? ¿Saben cuán doloroso es un episodio suicida para una familia y lo insoportable y desesperante que es tener pensamientos suicidas? Pues yo si. He hablado con muchas familias de personas que ya no están y el vacío, la confusión, el dolor, son inmensos. Se les acaba la vida. Se cuestionan todo. Cada día es un sufrimiento, recordando a la persona que ya no está y con la cabeza que no para diciendo "Qué pude haber hecho diferente? Cómo no me di cuenta? Qué hice mal?", y así. Y para el que padece las ideas suicidas y en serio en algún momento ha dicho "Me quiero matar", es un infierno. Porque uno sabe que está pensando en algo que no debería pensar. Porque uno entiende las consecuencias. Porque uno no se explica en qué momento todo se jodió tanto. Porque a pesar de todo esto, el dolor es tan inmenso y poderoso que no se ve otra salida. Y la vida se vuelve invivible, entre una sintomatología que hacen que cada segundo que pasa sea una verdadera tortura, y una opción que es innombrable y que uno es el primero en censurársela. Así que no venga a decir Ud., querido lector, que se quiere matar, o se quiere pegar un tiro, o se quiere suicidar porque se le acabó una serie, porque tiene mucho trabajo, porque fue a su restaurante favorito y no estaba el plato que le gusta. No. Porque créame. Ud no sabe que es eso, y no sabe la magnitud que su afirmación implica. Y lo mismo aplica cuándo afirma que alguien es bipolar, solo porque tiene cambios de ánimo como TODOS los seres humanos en TODO momento. O cuando dice que alguien es anoréxica porque está flaca. O cuando dice que alguien está deprimido porque es sensible y llora. O cuando dice que tiene ansiedad, fobia o un ataque de pánico por un pinche susto (Todo bien. Todo el respeto por las cosas que le dan susto, pero de ahí a tener un ataque de pánico o un ataque de ansiedad o decir que tiene fobia, pues no).

Y ni empiezo con el tema de "los insultos". A Ud., ¿Quién carajos le enseñó que decir que alguien es gay es un insulto? O decirle Retrasado mental, autista, etc. Si Ud., sigue insultando en el 2017 usando la orientación sexual como insulto, Ud. está muy mal en ésta vida. Si alguien lo insulta a Ud. diciéndole "mucho gay", aléjese de esa persona. Por su bien. Y con el tema de las personas con diversidad cognitiva ni me hagan empezar, pero son personas tan absolutamente maravillosas que alguien que usa el término "retrasado mental" o "autista" como chiste o insulto, no debería pertenecer a la raza humana. Porque es absolutamente discriminatorio, ignorante, bajo, ridículo e imbécil. Las personas con deficiencias cognitivas o con trastornos del espectro autista son increíbles, pero en un nivel al que no estamos acostumbrados, entonces no todo el mundo llega a conocerlo. Pero cuando se tiene contacto con ellos, simplemente uno se da cuenta la maravilla de la diversidad, la fortuna de toparse con gente así que lo haga ver la vida distinta y que ciertamente, no es nada de lo cual se debe estar avergonzado como para que se use como un insulto o una burla. Además, como si no fuera lo suficientemente difícil para la familia y la red de éstas personas tener que lidiar con las diferencias y una sociedad que no está hecha para su ser querido, como para que venga a tener que oír como la gente usa el diagnóstico de su hijo/hermano/primo/amigo como un insulto. Hay que ser muy ignorante y muy, muy descorazonado para hacerlo...
Si, es un artículo escrito con rabia. Porque es muy jodido uno lidiar con toda la sintomatología de una condición mental, con la aceptación que esto conlleva, con el cuidado que implica, como para venir a oír TU sufrimiento como una expresión de exageración coloquial. Si bien yo me pongo acá y acepto mis demonios, eso no los hace menos dolorosos. La terapia es una gran terapia, eso sí, pero eso no hace que las crisis sean más fáciles o que de un día para otro esté curada. Entonces cuando estoy en la calle y oigo a alguien decir "Este tráfico de Bogotá me tiene deprimida", tu solo puedes mirar a la persona. Y pensar ¿Entiendes qué es estar deprimida? ¿Entiendes qué es llorar todos los días, perder el apetito, vivir absolutamente agotada, dormir todo el día, sentirte culpable por todo, sentir vergüenza por tu sentir y además de todo desear no existir? ¿En serio?  Y sé que mis guerreros que luchan con la bipolaridad, la anorexia, la ansiedad, las fobias, la bulimia, TOC,  la esquizofrenia, los intentos suicidas, entre otros, sienten la misma frustración, con que su lucha, su karma, su trauma, sea ahora un término prostituído que aparentemente todo el mundo maneja y que todo el mundo tiene. Y no. Si Ud, nunca ha luchado con alguna cosa de salud mental, no lo diga, no lo invoque. Créame, SI QUE NO LO QUIERE! Sea agradecido y sea respetuoso por los que si luchamos. Y piense, por favor piense un poquitín más antes de hablar. Eso es educarse.


viernes, 3 de marzo de 2017

Hablando de lo que más duele: Un honor a la familia Solarte Caicedo




"Quien no padece, no compadece". Mi mamá repite y repite esa frase cada vez que le cuento que alguien me hizo un comentario no muy amable frente a la depresión o frente a la separación de mis papás o frente al suicidio. Y es la mejor manera de empezar este artículo porque siento que es la única manera de introducirlo y de sacarme un par de espinas que he tenido desde hace un tiempo pero que no sabía como expresar.

Es difícil escribir de esto, es doloroso y desde que decidí que iba a escribirlo efectivamente no he parado de llorar. Cada vez que lo estructuro en mi mente, termino llorando y llena de recuerdos y un poco confundida porque no sé como abordarlo desde mi experiencia, que es lo que finalmente debería importar en este blog. Será largo porque es una historia compleja, es básicamente un recuento de mi vida entera, y puede ser duro. Pero haré mi mejor esfuerzo para abordarlo de la mejor manera y para contar mi historia, sin meterme a contar o a juzgar lo que otros han hecho pues como siempre he dicho: La que se volvió abogada de salud mental fui yo. Y yo acepto las consecuencias que viene con eso. Pero mi grupo familiar no, el problema es que para entender cómo llegué al fondo, fondo de todo pues hay que entender el golpe más duro por el que he pasado que es la separación de mis papás. Porque esto también va atado a otro tema y es cómo lidiar con eventos difíciles de la cotidianidad teniendo un tema de salud mental. Durante todos mis 5 años y medio batallando con esto han pasado mil cosas dolorosas pues porque así es la vida de todos, dolorosa y llena de cosas sorpresivas que nos ponen al límite. Y tal vez, gente con todo el cariño y demás, pero la frase que más me decían era "Por qué te da tan duro que _____________( te terminen, se muera alguien, tus papás se separen, te estrelles) si a todo el mundo le pasa? No es para tanto". Y eso me calaba mucho en el alma, y decía por qué? Qué tengo de malo que todos pueden superarlo así de la nada y yo sigo dándole vueltas y torturándome y sufriendo y con culpas? Claro, me preocupé tanto por ser una más y encajar que pretendía reaccionar como todos los demás y actuar como todos los demás hasta que dije "Pues belleza, tu nunca vas a reaccionar igual que una persona cualquiera porque tienes una condición mental". Aceptar eso es muy difícil. Pero siendo honestos es absolutamente cierto, y además las enfermedades mentales no es que funcionen a veces sí y a veces no. No. Si tu tienes depresión o ansiedad o ambas, pues tu juicio se verá afectado y reaccionarás distinto y todo cambia. Todos los aspectos de tu vida se ven afectados, te guste o no. Entonces todo este artículo y ésta introducción es un poco para decir: Es más complejo enfrentar un cambio, una muerte, una separación si se tiene una condición mental que hace que seas trágico, pesimista, catastrófico, que no dejes ir el pasado, que vivas con culpa, etc. Todo esto va a la respuesta de "Los papás de todo el mundo se separan ¿Por qué te cuesta tanto superarlo?". Pues porque (asumo que ya lo pueden concluir) una separación y un cambio tan drástico de vida es MUCHO más complejo de asimilar si tienes depresión o una condición mental. Punto.

Así que este artículo lleva en proceso un año. Porque no tengo las agallas de poner en palabras todo lo que significó y todavía significa. Porque ponerlo en palabras es aceptar. Y aceptar es muy difícil. Entonces veremos a ver si lo logro.

Gente, mi familia era perfecta. Y les juro que no estoy exagerando, pueden preguntarle a cualquiera que nos conociera. Papá y mamá que se volvieron novios antes de los 20 años, 7 años más tarde estaban comprometidos, un año después del matrimonio llegó mi hermano y tres después yo. Y éramos una familia ridículamente feliz. Digo ridículamente porque siempre, siempre yo fui la malgeniada y un poco solitaria de los 4, así que cuando pasábamos mucho tiempo juntos o compartíamos mucho, yo me iba a estar sola. Tanta intensidad y amor y risas me estresaban así que me iba, claramente después de que todos me hicieran chistes de lo brava que era. Nunca me imaginé que hoy daría mi vida, daría todo por tener un momento, un día de intensidad de los de antes, con los 4 juntos en una cama viendo las películas del Señor de los Anillos.

No sé porque éramos tan unidos. Mi mamá es de papás separados y tal vez procuró siempre mucha mucha unión para compensar lo que ella no tuvo. Mi abuelo paterno se murió cuando mi papá tenía 12-13 años así que él siempre quiso que sus hijos tuvieran su figura paterna presente y activa. Además de esto, no les miento cuando digo que éramos muy felices. Mis papás nunca pelearon. Es más, hasta los 19 años yo nunca pensé que las parejas casadas pudieran tener crisis o hablarse duro, porque realmente mis papás eran la pareja más feliz del mundo. Se amaban. Eran mejores amigos. Se reían todo el día (ambos tienen un sentido del humor muy flojo así que se ríen por todo). Eran cariñosos. Eran todo lo que yo quería tener.

A mis 8 años nos fuimos a vivir a Salamanca, España, y creo que eso nos volvió aún más intensos y unidos (como si fuera posible). Mi papá se fue a estudiar allá, así que estaba casi todo el día en la casa, nos llevaba al colegio y nos recogía con mi mamá y para aprovechar el vivir allá, todos los fines de semana salíamos a conocer una ciudad o una zona nueva. Claro, vivíamos en presupuesto de estudiante, así que viajábamos la mayoría del tiempo en carro. Era un carro lindo, aguamarina, que se volvió nuestra zona de socialización. Eran viajes a veces muy largos (Llegamos a Suiza en carro, 3 días de viaje) así que ahí hablábamos de todo, cantábamos La Oreja de Van Gogh y ABBA, nos inventábamos juegos, hacíamos vídeos, todo. Fue la mejor, mejor, mejor época de mi vida. Y éramos los 4 para arriba y abajo como una masa, conociendo en jornadas de 7 de la mañana a 9 de la noche (mi papá siempre ha sido un viajero madrugador e intenso), con mil fotos y vídeos. No es que haya estado exenta de peleas o incomodidades. Por el mismo presupuesto dormíamos en hostales de carretera en un cuarto mínimo con espacio para los 4, nos fuimos a París en bus en un viaje eterno con una bebé que lloró todas las 20 y pico de horas que duró, pero de alguna forma siempre todo estaba bien. Porque estábamos juntos. Y por lo que les digo, mis papás siempre fueron muy felices así que inspiraban ser feliz. Incomodidades y todo, pero estábamos juntos. Y eso era todo lo que necesitábamos.

De ahí hasta mis 19 no hay mucho cambio. Volvimos a Bogotá y la intensidad siguió, viajábamos un montón juntos, casi siempre a los mismos sitios y contábamos las mismas anécdotas. Yo seguía siendo una fiera en comparación a la alegría permanente de ellos así que seguía siendo medianamente repelente en los momentos de mucha intensidad, lo que constituyó que siempre me molestaran por mi temperamento. Aún así, los hacía reír porque era sarcástica y porque siempre alegaba cuando todos ellos cantaban o hacían un mismo chiste y yo me quedaba seria diciendo que seguramente era adoptada. Igual mi familia seguía siendo feliz y perfecta. Mis amigas la envidiaban y mientras los papás de algunas se separaban, yo no podía estar más orgullosa de mi clan y más segura de que eso era lo que quería replicar, por eso quería luchar.

Por razones que no son de acá (porque como dije, no es mi labor juzgar a nadie o chismosear de las decisiones de la vida de la gente), mis papás entraron en una crisis muy densa en Agosto del 2013. Y ahí simplemente mi mundo se derrumbó.

Yo ya tenía una depresión preexistente, ansiedad, así que era una persona muy casera, y de repente mi casa que era mi único lugar seguro se volvió una zona de batalla. Y nadie está exento de que eso pase, pero cuando tus papás nunca habían peleado o tenido un mal momento y eran siempre felices, te parte literalmente el alma verlos cambiar al polo opuesto. Mi casa se volvió un lugar inestable, de peleas, gritos, llantos, acusaciones. Cosas salieron a la luz, emociones cambiaron, maduramos a golpes. Mi hermano se fue a un intercambio que tenía previamente planeado y me quedé sola en este ambiente. Y fue infernal realmente. Era inestable en su máxima expresión, cada día era una sorpresa nueva, la tensión se podía cortar con un cuchillo y yo estaba sola (Gracias a Dios por mi novio de ese momento, que fue mi refugio). Porque yo no podía lidiar con todo el equipaje de mi mamá, ni con el de mi papá y hacía lo posible por estar a flote yo. Por pedalear, por intentar minimizar lo que sentía para simplemente sobrevivir al día siguiente.

Escribiendo esto, me doy cuenta de lo sabia que es la mente y cómo simplemente te omite aquello que es demasiado doloroso recordar, para que puedas sobrevivir. Pero si fuera detallista y si pudiera exponerles lo que fueron los dos siguientes años, les diría que fueron una completa mierda. Fue inestable, fue frustrante, fue doloroso, fue decepcionante, fue inesperado. Se movieron tantas cosas... Cambiaron los imaginarios frente a la familia y fue ver un castillo de cristal rompiéndose al frente tuyo. Fue resignificar quienes eran mis papás para mi, entenderlos como personas (Sí, hasta mis 19 nunca pensé que mis papás fueran más que papás), perdonarlos, aceptarlos, amarlos. Y al mismo tiempo, ver a las tres personas que significan todo en tu vida destrozados, cada uno en su propia manera, cada uno luchando por sobrevivir como tu, pero cada uno absolutamente acabado del dolor y de la confusión. Y eso te mata, eso te come vivo. Ver a tus héroes, invencibles (como uno piensa que son los papás) absolutamente transformados del dolor y la confusión es una vaina muy hija de puta. Y no poder hacer nada al respecto es la peor sensación del mundo. Ellos te dieron la vida, y ahora sus vidas se acababan y tu solo podías llorar a su lado. No más.

En el 2015, en Octubre, mis papás se separan. Y por personalidad siempre he sido muy "mamá gallina", así que los primeros meses me volqué en los demás. En que estuvieran bien. En su estabilidad. Y mientras tanto mi vida era una sola inestabilidad, de esas que son tan complejas y simultáneas que la vida no te deja procesarlas porque te enloqueces si lo haces así que vas con la marea. Salimos del apartamento que tuvimos por 10 años, teníamos que despedirnos de los fantasmas que ahí vivían de lo que fuimos y no íbamos a volver a ser, vivimos en un apartamento alquilado pequeño y helado, y luego ya empezamos el 2016 en nuestra casa nueva. En un lienzo en blanco para llenar de nuevos recuerdos, sin fantasmas o al menos sin que fueran tan presentes. Un despecho, una medicación depresiva, la enfermedad de mis abuelos, otro viaje de mi hermano y el afán de la tesis incrementaron todo (No son tema para esta entrada) y aumentaron el malestar.

Y llegamos a mayo. Y estando todos medio estables, un día me puse a pensar y dije "Mierda, esto es en serio". Nunca más voy a volver a vivir en la familia que vivía, nunca más vamos a tener viajes familiares los 4, nunca más me van a cansar con su intensidad, nunca más voy a poder disfrutar de la compañía conjunta de mi papá y mi mamá un domingo en la mañana mientras me arruncho en su cama entre ellos dos mientras me hacen cosquillas. De ahora en adelante si quiero hacer un plan con el otro, tengo que dejar al otro solo, tengo que dividirme en las fiestas, tengo que decidir en la casa de quien quiero despertarme el día de mi cumpleaños y eso implica que la felicitación del otro papá es por teléfono o por whatsapp (Lo mismo aplica para las 12 el 24 y 31 de Diciembre y demás fechas relevantes), tengo que contar todo dos veces, tengo que manejar la información... Mi papá nunca fue el más expresivo con mis temas emocionales pero de ahora en adelante él no iba a estar presente en mi cotidianidad así que se alejaba aún más de mi realidad emocional, me tocaba adelantarle todo y claramente él se perdía muchos detalles de la enfermedad de la cotidianidad o del tratamiento o de mi respuesta. Y eso que reconozco que soy afortunada, porque mis papás tienen una gran relación, se hablan, pueden estar en el mismo espacio juntos y se les da bien eso de seguir siendo familia; no siempre es así y ciertamente no podría lidiar con la carga de que ellos no pudieran verse o compartir espacios comunes. Más allá de lo que pasó en su vida de pareja, son papás excelentes y no lo han dejado de ser.

Y a eso llegó mi familia perfecta, todo lo que yo quería ser y replicar. Y por eso es que no lo supero tan fácil. Y por eso es que duele y cada día, con cada cosita que sale, se actualiza el dolor. Porque hasta Mayo procesé 3 años en los que mi mundo se puso de cabeza y cambio completamente a un escenario absolutamente inesperado e inimaginado. Porque mi castillo de cristal y mis héroes se quebraron ante mis ojos y he ido de a pocos recontruyéndolos, con piezas nuevas y piezas viejas, y al rearmarlos pues me corto a veces con los pedazos. Y duele. Y es difícil. Y en adición de eso tengo que hacerlo con una cabeza que no colabora, que me pone todo en los términos más catastróficos, que me enloquece con los escenarios negativos, que me recuerda el pasado todo el día, que no deja de decirme "Nunca volverá a ser como antes". Así que es demasiado jodido.

Con todo esto, por favor sea más empático con los hijos de papás separados. Sea más amable con aquellos que pasan situaciones difíciles mientras tienen una condición psicológica preexistente, porque le guste a Ud. o no, lo entienda o no, eso SI dificulta el proceso de aceptación. La solución no está en no hablar del tema, enterrar mi pasado y no volver a ver fotos de mis primeros 19 años de vida. No. Porque eso sería evitar y solo sanamos hablando, hilando, entendiendo, dándole sentido y expresando. Y porque más allá de estos últimos 3-4 años, mi familia fue la mejor existente, fue una auténtica "Putería", un sueño, una familia de película y vale la pena ser recordada así (Claro, la mente solo me recuerda lo más reciente que es lo más doloroso): TODAS las partes de mi historia, hasta cuando se derrumbó mi mundo, merecen ser contadas.

 Y cada caso es distinto, un año para unos es una eternidad y para mi, hasta ahora es el inicio del proceso de aceptar que mi vida no volverá a ser nunca la misma de antes, que tengo que dejar ir y resignificar, que tengo que transformar el dolor y los cambios en amor y oportunidades.


San Francisco, 1997

El 2020: Caos, incertidumbre y cosas que no hemos perdido.

 En estos tiempos de incertidumbre, hemos podido ver que nuestra salud mental y física han sufrido bastante por distintos motivos. Esta sema...