viernes, 24 de marzo de 2017

Celebrando las 6000 visitas: La vida vale la pena.

Entonces... 6000! Gracias, porque son ustedes los que hacen esto posible, los que visitan y retroalimentan. Gracias, porque apoyaron mi iniciativa de hablar sin tapujos sobre la salud mental, porque leyeron y siguen leyendo mis desahogos, mis dolores, mis victorias. Gracias, porque sé que parte de esas visitas son más por el morbo y el chisme, pero también sé que muchas son por el interés genuino de educarse sobre la salud mental y de entender que es éste rollo de vivir con estos rótulos en el día a día. Y hay gente que ha aprendido cosas, hay gente que se ha sentido identificada, hay gente que me ha entendido y sobretodo, hay muchos que me apoyan. Así que gracias.
Y si me permiten, creo que lo apropiado en este momento es hablar sobre la vida, decir que vale la pena vivirla. Porque en ese aprendizaje es en el que estoy en este momento. Así que acá vamos.

La vida no vale la pena porque sea sencilla, todo lo contrario, vale la pena aun cuando es tremendamente complicada. Y cuando uno le apuesta a la vida, cuando uno decide estar vivo a pesar de que la cabeza le dice lo contrario, a pesar de que se hastíe del día a día, a pesar de las caídas y recaídas, no es porque esté eligiendo el camino fácil. Todo lo contrario, vivir es una apuesta demasiado difícil, es un compromiso muy complejo.
Y escoger la vida no es simplemente decir "Listo, sigo vivo" y ya está. Cambio de chip, pajaritos cantando, gente sonriendo, sol y arcoiris. No. Es seguir siendo quien eres, con los mierderos que tienes, pero dar la pelea. Y dar la pelea es una elección que se hace día a día, mejor, segundo a segundo. Porque por el hecho de decidir  seguir en este mundo no significa que el camino se vuelva más sencillo, sino que simplemente decides seguirlo recorriendo con sus subidas y bajadas a ver qué más hay más adelante, con que sorpresas tanto buenas como malas te encuentras. Es quedarse a ver la película completa y no salirse en el minuto 22 porque la trama era muy densa, pero el que uno se quede a verla no quiere decir que le va a gustar, o que va a ser menos compleja, o que va a tener un final feliz. Simplemente que uno está dispuesto a disfrutar de la película por su totalidad, y cuando se acabe porque se tiene que acabar, ahí si decir "Fue buena/mala, mejor/peor de lo que esperaba".

Y es que para nadie es fácil, así que ¿Por qué para uno si sería fácil? A cualquier persona que le pregunte, le garantizo que le va a responder que tiene alguna cosa que le genera dolor, dificultad, que lo preocupa, que lo desvela. Relaciones amorosas, temas de salud, falta de dinero para pagar las cuentas, desempleo, enfermedades de familiares, un hijo rebelde, etc. Todos tenemos nuestra cruz, como dicen por ahí. Y para todos, nuestra cruz es igual de dolorosa, de valiosa, de compleja. Que Ud. y yo tengamos problemas distintos, no hace que los míos sean más valiosos que los suyos. Funciona igual si tenemos problemas similares, eso no hace que los suyos sean más importantes que los míos. Los enrredos de cada cual son importantes para cada quien y punto. Claro está que hay matices, maneras de enfrentar el mundo que hacen que mientras unos surfean con cada oleada que les mande la vida, otros se ahoguen con la misma ola y se derrumben y terminen revolcados y llenos de arena en la costa. Y vuelva a empezar.

Entonces dejamos claro que para nadie es fácil, y por el hecho de que a Ud. le cueste más estar vivo, o sienta que lo llama mucho la idea de desaparecer, no hace que por luchar la vida se lo ponga fácil. Es más, uno siente que es más complejo, porque se abruma con mayor facilidad y hay momentos en los que simplemente le habla a su Dios y le dice "A lo bien estoy viva para estar apagando tantos incendios? Tenía que seguir viva para ver como x o y persona que tanto amo sufre?". Y la respuesta es 1. Si Ud sigue vivo no es porque tenía que seguir vivo, sino porque eligió estar vivo. Eligió la vida. Elige la vida cada día. Y 2. Pues si. Porque la vida es compleja (Como ya quedó claro) y vivir es estar cerca al sufrimiento propio y ajeno, a que las cosas salgan como uno no esperaba, a que lleguen decepciones grandes, a que aparezcan problemas de la nada, a sentir que todo lo que podía salir mal se junte y explote.
Porque sí, yo elijo vivir cada día. Pero hay días en que simplemente me canso y no doy más y flaqueo. Y me cuestiono cuál es el punto de estar acá, porque como lo dije en artículos pasados, una recuperación si que no es fácil. Ya vamos para un año y hay caídas feas, hay momentos duros, hay episodios complejos. Ha habido cosas que sinceramente me han superado y en los que simplemente me he reído de lo abrumada que he estado y digo "No puede pasar una cosa más", porque ha habido peleas, sorpresas no muy bonitas, decepciones, idas de gente que quiero, crisis infinitas, lugares y situaciones absolutamente aversivas, días en los que mi cuerpo simplemente no da y no quiere dar. Y no es fácil, no es romántico, no es poético. Nada. Hay días simplemente de mierda, semanas de mierda en los que escoger la vida no es sencillo.

Pero también elegir la vida ha sido viajar a sitios amados, conocer lugares nuevos, sentir a Dios en mi vida, descubrirme como escritora, leer frases absolutamente inspiradoras que le dan sentido a la vida al menos por un momento, ver a mi ahijado reconocerme, hablar como una lora y hacer pijamadas inolvidables, aprender de testimonios de gente guerrera y maravillosa de la que me rodeo que a pesar de toda la mierda que comieron (que es significativamente mucha más que la que yo he experimentado en mi vida) siguen vivos y son felices y escogen vivir. Ha sido conocer extraños por medio de la lucha de salud mental, que se han convertido en guerreros conmigo. Ha sido ver a mi mejor amiga graduarse y retomar la hermandad que nos ha unido por más de 15 años. Ha sido aprender a dejar, aprender a soltar, aprender a que no todos pertenecen en mi historia y está bien. Ha sido reafirmar quienes siempre han estado y quienes nunca. Ha sido volver a la universidad y hacer mis primeros exámenes en muchos, muchos meses, y estar en un campo donde nunca pensé acabar pero que me prende la llamita en el alma un poquito más con cada persona que conozco. Ha sido enfrentar mi realidad familiar y que poco a poco el dolor y la nostalgia se cambien por experiencias nuevas, hablar de ello por primera vez y ver que los que importan, lo recibieron con nada más que amor, comprensión y admiración.

Entonces, sí bien no es fácil el balance es bueno. Y es que hasta el dolor y los problemas lo valen cuando uno se da cuenta de todo lo bueno que se perdería si simplemente hubiésemos hecho caso a nuestras cabezas cuando dicen "No más, nos vamos de este planeta". El dolor es real, y es muy intenso, pero no se le puede dar el poder y el derecho de arrebatarnos todo aquello bueno, bonito, sincero y hasta mágico que nos da la vida día a día. Y simplemente por eso, es que la vida vale la pena. Luchar lo vale todo, porque al final de eso se trata: De aprender a vivir una vida equilibrada, entre el dolor y lo positivo, teniendo lo que se tenga, de valorar el hecho de estar acá: Porque si bien hay mucha mierda en el camino, hay el doble de magia. La vida vale la pena.

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