lunes, 16 de diciembre de 2019

2019: La sanación es la única manera.

Alguna vez leí en algún lugar que hay años que hacen preguntas y hay años que responden. En este momento me gusta pensar en que lo puedo adaptar a que hay años que hacen heridas y otras que las cierran, y es que eso ha sido el 2019 para mi. Un año de sanación.
Desde hace unos años diciembre era un mes absolutamente terrorífico para mi, en el cual podía irse a la basura fácilmente todo el progreso que había hecho a nivel emocional durante los otros 11 meses. Era un mes que cargaba mucho contenido emocional, que desafortunadamente en los últimos años tomó una connotación de dolor, de vulnerabilidad, de cansancio y de frustración. Si bien esos sentimientos podían existir desde meses antes, en diciembre todo se potencializaba tal vez por el hecho de sentir esta colectividad impulsando a estar alegre, en buen tono y agradecido. Y es que durante estos últimos años simplemente no me nacía, ni tenía sentido fingir gratitud hacia el universo por una vida que cada vez me parecía más tortuosa y complicada.
Tuve unos grandes diciembres cuando pequeña, claramente ahí había mucha magia y sobretodo, nada de dolor. Luego me diagnosticaron la depresión y mis últimas 8 navidades eran en un comienzo aferrarme a todos los rituales posibles, pedir una inmensa cantidad de deseos, prender velas a lo loco, vestirme de colores especiales, todo con el pensamiento de "Este va a ser mi último año con depresión". Lo deseé hasta llorar, porque simplemente me parecía inviable tener una vida con depresión, y todos mis otros sueños pasaron a un segundo plano. No podía pensar en ser psicóloga, en tener una familia, en ayudar a alguien más teniendo una depresión. En ese momento parecía incompatible. Luego vinieron unos diciembres en los que no me permitía sentir nada más que una resignación fuerte al ver que tantos deseos y noches de oración no me curaban, que las pastillas no funcionaban del todo, que las reuniones familiares y los buenos deseos se quedaban cortos y eran desesperantes. Cada sonido de la pólvora, la cantidad de gente en las calles, las luces, la música, la felicidad generalizada eran un recordatorio segundo a segundo de que yo ya no era parte de este ritual y que cada vez estaba más lejos de volver allí.
No ayudó en nada que asociaba a diciembre con mi último intento de suicidio (31 de diciembre, 2016) y cada recorrido por esta fecha era un recordatorio del dolor que tras uno y dos años, encontraba que no se había ido del todo. Porque la vida después de un intento de suicidio es, hasta que uno le encuentra algo de sentido, una enajenación total. Yo me sentía viviendo en tiempo prestado que creía no merecer y de alguna manera ese sentimiento se aumentaba cada fin de año. Siendo un 100% honesta, esos dos últimos 31 de diciembre fueron un recorrido mental de cada hora para pensar qué hubiera podido hacer distinto para que ese día todo se hubiera acabado.
Con este caldo de cultivo mis últimos años diciembre siempre fue este mes en el que se cambiaba la medicación, en que se contemplaba la hospitalización, en que en las citas de terapia me convertía en un ser irreconocible, en el que mi familia no me desamparaba porque representaba un riesgo para mi misma.
Pero hoy me pongo a escribir esto, el 16 de diciembre de 2019, con algo distinto que es el haber encontrado algo de sanación y paz con mi pasado. Todavía soy hipersensible a los ruidos de la pólvora y me quedo muda cuando la multitud es enorme, pero este año al menos no le huyo a la gente (Aunque... En este momento debería estar en la sala de mi casa en una novena y no escribiendo esto). Creo que se debe a que este año por fin puedo decir que estoy agradecida con la forma en que está mi vida en este momento y por haber resignificado lo que es el bienestar. Y es que no es la ausencia de malestar, en las últimas 4 semanas estuve en una crisis horrorosa de subida de medicamentos otra vez para darle la bienvenida al mes, pero esta vez mi vida no se detuvo por eso. Seguí ejerciendo mi profesión, estando con amigos, aprovechando a la familia, saliendo de mi casa todos los días e intentando estar a flote. Porque eso es lo que me enseñó el 2019 y es que hay ciertas cosas que no van a cambiar por más velitas, deseos, llanto u oraciones. Esto es lo que hay, y siendo honesta, pude vivir un gran año trabajando con lo que hay, y esto abrió un camino al amor propio que nunca había transitado antes. Me pude ir sola a otro país, volví a ser autónoma en mi vida, tengo proyectos futuros que me emocionan inmensamente, volví a sentir amor y confianza por la gente y sobretodo, no me avergüenzo de mis cicatrices. Cada vez las estoy pudiendo mostrar con más valor y transparencia, cada vez me importa menos que la gente sepa las razones reales de porqué soy quien soy hoy en día. Y me siento agradecida por eso, por la gente, por el amor, por la verdad y por la reconstrucción de quien soy. Hay algunas cicatrices que no dejarán de estar, algunos días en que tal vez necesitaré tratarme con mayor paciencia, pero ya no me dan susto. Ya no me doy susto y así mismo, no siento que los demás me tengan susto.  Eso es lo que elijo este año, que no lo había hecho antes, y es elegirme a mí por encima de esa persona que me hizo tanto daño, de ese diagnostico al que hasta ahora me empiezo a acostumbrar, a esa escena autolesionándome, a todas las velitas que se quemaron en vano con deseos de cosas imposibles, a todo ese agobio por las dificultades vividas. Me elijo a mi, con la gente que me ama, con las cosas que me hacen reír, con las ilusiones, con el perdón y la sanación, y por eso este diciembre si que es uno muy especial. Que haya mucha, muchísima paz y sanación en estos días y en el año que empieza pronto.
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1 comentario:

  1. Qué alegría tan inmensa es leer esto mi amor. Siempre esperé, como lo hiciste tú, el momento de esta sanación. Yo sabía que con todo el amor que te ha rodeado bien sea por los especialistas que te manejan, y más que todo de las personas que te aman, saldrías adelante. Sigue amor. Sigue. Tu tenacidad me muestra que más allá de los diagnósticos médicos que te han dado, la mejor medicina es el quererte tú y querer salir adelante. FELICIDADES MI AMOR. Acá estaré siempre.
    Lili

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