domingo, 16 de diciembre de 2018

2 años con artritis

Hoy hace dos años, después de pasar unos días con una infección tremenda y mucho dolor en el cuerpo, me dispuse a escribir una carta. Cogí el papel y el esfero, y cuando fui a escribir simplemente la mano no me cerraba. Me miré la muñeca, que estaba absolutamente colorada, tiesa e inflamada, igual que el codo y algunos dedos. Inmediatamente, me puse a llorar por una mezcla entre dolor físico, impotencia y absoluto pánico.
Al ir al médico salió la temida palabra "artritis" y con ella una negación tremenda. Yo no podía tener artritis. Yo tenía 22 años. Yo quería viajar y ser mamá y terminar mi carrera y tantas cosas más. Yo quería poder alzar a mi ahijado y jugar con él. Yo quería poder volver a escribir en un papel. Así que hice lo que cualquier persona no sensata haría y simplemente... No volví al médico. Ni a ningún médico. Sólo a mi psiquiatra, que por ahí una vez al mes me decía "¿Y cuándo vas a ir al reumatólogo?" A lo que yo respondía con una sonrisa incómoda mientras pensaba "Nunca. Jamás. Jamás de los jamases".
Pasó un año y claramente las cosas no mejoraban ni me curaba mágicamente. Cada vez era más frecuente tener noches sin dormir a causa del dolor en los hombros y los pies (Si, los dedos de los pies pueden doler demasiado). Caminar largas distancias era casi imposible sin la ayuda de un bastón y después de escribir a mano más de un par de frases, mis manos se rendían y simplemente ya no daban para escribir. Sólo podía alzar a mi ahijado por poquitos minutos, pues la fuerza en mis brazos no daba más y me empezaban a temblar. Ni hablar del dolor que significaba agacharme, o manejar. Aún así, nunca contemplé ir al médico. En enero del 2018 me fui a Nueva York, que pasaba por una temporada de invierno tremenda. Claramente esto hizo que yo no pudiera caminar largas distancias, que fuera un trabajo supremamente difícil subir escaleras y hasta que los zapatos no me cupieran del tamaño que tenían mis tobillos. En una de las ciudades más lindas y activas del mundo, yo sólo podía pensar en dónde encontraría una banca o cuánto faltaba para que pudiera acostarme a dormir. Después del vuelo de regreso, tuve que estar acostada con las piernas en alto todo un día pues el dolor y la hinchazón eran desesperantes. Ahí supe que tenía que pedir ayuda.
En el último año vencí el miedo de enfrentarme a un diagnóstico como el de la artritis, a los medicamentos que trae consigo y al montón de exámenes de sangre mensuales. No ha sido fácil, los efectos secundarios de las quimioterapias han cambiado desde mi físico hasta el sabor de lo que era mi comida favorita, un buen pedazo de carne que ahora me suele saber a metal. Tampoco ha sido fácil aceptar el deterioro físico de algunas articulaciones, que ya empiezan a mostrar los efectos de la enfermedad y por muchos días simplemente lloraba frente el espejo diciendo "Yo soy muy chiquita para tener esto. No es justo". Y creo que si me pusiera a enumerar cada simple cosa que ha sido difícil, nunca acabaría y este artículo sería bastante triste.
En este año de tratamiento me he dado cuenta de que a veces, a pesar de que sea muy difícil aceptarlo, hay que pedir ayuda. Y la ayuda, así tenga su lado oscuro, lo vale. He ganado un montón en calidad de vida. Carajo, hace dos semanas estaba subiendo un monte rocoso, cosa que nunca me imaginé poder hacer teniendo ésta enfermedad pero que logré. Subí y bajé escaleras, bajé a una cascada, caminé, estuve en un avión casi 16 horas y muchas cosas más, acompañada de mi fiel bastón. Claro, me dolió todo el cuerpo y tuve que ir más lento que los demás. Pero lo hice.
Hoy en día duermo mucho mejor, me caben la mayoría de zapatos y puedo usar anillos sin mucho esfuerzo. He visto en usar bastones la posibilidad de empezar una colección y hasta ahora estoy muy orgullosa de mis 6 bastones que se salen de lo común. A pesar del progreso de la enfermedad, que no tiene cura, he visto como cada día vivo una vida más activa y más "normal". He visto como mi cuerpo, a pesar de estar en "modo de autodestrucción" por la enfermedad autoinmune, funciona y lo hace bastante bien, haciéndome sentir un orgullo profundo por poder habitarlo. Y eso para mi lo vale, el haber recuperado la esperanza y la fe en la vida así mi historia venga con articulaciones inflamadas y bastones.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario

El 2020: Caos, incertidumbre y cosas que no hemos perdido.

 En estos tiempos de incertidumbre, hemos podido ver que nuestra salud mental y física han sufrido bastante por distintos motivos. Esta sema...