sábado, 16 de diciembre de 2017

Para ti.

Esto es para ti.
Para ti, que acabas de llegar al mundo de la salud mental sin tener alternativa.
Para ti, que te acaban de dar un diagnóstico que ahora cargas como una piedra en tu cuello sin saber bien que hacer con ella. O para ti, que no tienes un diagnóstico todavía, pero lo ves venir, porque ya nada es lo de antes.
Para ti, que hace unos días, una semana, un mes, sientes que nunca más volverá a ser lo mismo porque algo se quebró dentro de ti.
Para ti, que lloras sin poder detenerte, o ríes de la nada con chistes morbídos y crueles, que sientes que la vida está en contra tuya, que no eres capaz de verte en un espejo sin detenerte en cada simple imperfección física, que ves cosas por más de que otros te digan que no existen o que vomitas en automático luego de cada comida.
Para ti, que extrañas la persona que solías ser y que temes se haya ido para siempre.
Para ti, que te encuentras rezándole a una deidad hasta ahora desconocida, o que es un amigo frecuente, rogándole entre llanto que te mate o te cure sin saber cuál preferirías.
Para ti, que debes balancearte de adelante a atrás mientras sostienes tu cuerpo con tus manos, y sospechas que todo está colapsando ante tus ojos.
Para ti, que sientes como cada efecto secundario se vuelve peor cada día, pero batallas pues sabes que el consumo de ese psicofármaco es literalmente cuestión de vida o muerte.
Para ti, que te sientas ante un terapeuta sabiendo lo ilógico que suena cada palabra que dices en voz alta, pero que temes que si no cuentas algo de lo que pasa por tu cabeza las consecuencias serían fatales.
Para ti, que siempre le huíste a los centros psiquiátricos pero que a media noche viene el pensamiento de si deberías estar en uno o si lograrás contar tu historia sin haberte internado jamás.
Para ti, que cuando te preguntan empiezas una lista sin fin de todo lo que has perdido, todo lo que se ha afectado, todo lo que molesta y duele.
Para ti, que cuando te dicen que expliques los síntomas resulta ser una misión imposible pues lo que antes era una prestigiosa memoria ahora se desvanece.
Para ti, que ahora entiendes que el tiempo no existe, y que ha pasado una eternidad desde tu primer síntoma hasta hoy.
Para ti, que ves como tus seres cercanos se desmoronan ante ver en ti, alguien que nunca habían visto, y repiten lo mucho que extrañan la persona que solías ser.
Para ti, que te quedas viendo viejas fotos sin entender como eras capaz de ser tan sociable, de tener una relación de pareja, de salir de fiesta.
Para ti, que es ahora inconcebible vivir tu vida como el resto de personas de tu edad.
Para ti, que lloras mares en la angustia de pensar en quien podría querer a alguien tan roto.
Todo va a estar. No bien ni mal, pero sobrevivirás. Lo harás.
Tu cuerpo se acostumbrará a los síntomas, a la medicación, a la rutina terapéutica, al autocuidado. Lo lograrás.
Entenderás que un diagnóstico no es nada más que una etiqueta a tu sufrimiento, que es igual de válido aún sin ser o siendo nominado. Lo lograrás.
Tendrás una vida que podrás vivir, en términos generales, por tu cuenta. No eres ni más ni menos valiente por cuánta gente te ayuda a mantenerte de pie o cuánto tiempo más te demoraste en llegar a la meta. Lo harás.
No voy a poetisarlo, no voy a volverlo como un cuento de Disney. Será la batalla más dura de tu vida pues tu enemigo te conoce mejor que nadie, eres tú mismo. Será el enemigo más permanente y difícil de deshacerse, pues vive en tu propio ser. Será un compromiso de todos los días de elegir la vida hasta cuando ella misma admita que es demasiado difícil y dolorosa para ser vivida. Verás gente irse y llegar, lucharás con una eterna incomprensión para solo entender que no es cosa tuya, es cosa de la vida ante la salud mental. Aprenderás, a golpes, que ni negarlo ni fusionarse sirve. Aprenderás, que no hay nada que sirva de por sí, sino lo que sea menos perjudicial y más beneficioso para ti. Te cansarás como nadie. Te cansarás como nunca. Te cuestionarás el porqué, el para qué, el como y el cuando.
Pero si pudiera decirte algo, pequeño ser que empieza su camino en el mundo de la salud mental, es que nunca olvides que no es tu culpa. Y que nunca, nunca permites que alguien te haga sentir como si tu hubieses elegido estar ahí, someter a tus amigos y familiares a eso. Nunca, por más valioso que sea quien te lo dice, permitas que alguien justifique algo tan grotesco y real, como el sentir que tu cerebro es lentamente comido por gusanos y que uno se va muriendo de a pocos por dentro, en algo más allá de lo que es: una condición que no elegiste. No permitas ni por un segundo que los comentarios excluyentes y pretenciosos te hagan sentir culpable, y te desvíen del último bien que es estar mejor. Estar cada día un poco mejor. Estar al menos, cada día un poco menos peor. Vencer cada día a la muerte.
La ignorancia de la gente no es tu labor para derrotar. No entenderán los síntomas, te pedirán diagnósticos, saldrás a deber hasta perfiles genéticos. Y no depende de ti satisfacer el morbo, sino solamente encargarte de mantenerte con vida... Que si la gente supiera la magnitud y complejidad de lo que eso implica... No pedirían más.


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