domingo, 2 de abril de 2017

Ahora, ser paciente y activista de salud mental. Darlo todo por el otro: Homenaje a Amy Bleuel.

En estos últimos días, los que me tienen en Facebook habrán visto, me dediqué a rendirle un homenaje a Amy Bleuel, fundadora del Project Semicolon, que se dedica a honrar a los sobrevivientes de intentos de suicidio, recordar a los que se han ido, y prevenir para los que tienen ideas o luchan con el tema.
Yo no sabía de Amy, de su historia (más si del proyecto) hasta esta semana. Entonces por qué el alboroto? Porque te golpea y te mueve las fibras. Como paciente y como activista.

Como paciente, si uno ha tenido alguna experiencia cercana con autolesiones o suicidio (ideaciones o intentos), cuando se oye hablar del tema le cala un frío en la espalda. Porque es el secreto mejor guardado pero que más compartimos. Y nos da duro, nos da pena, nos da tristeza, nos da culpa decir "Yo pasé/estoy pasando por esas" o mostrar sus heridas o hablar del tema. Yo lo hablo abiertamente, más a veces se me quiebra la voz cuando hablo de mis experiencias más íntimas. Uno nunca se vuelve inmune al dolor que provoca el suicidio. Nunca. Porque cada nueva víctima invoca dos pensamientos fijos en la cabeza: "Ese pude/puedo ser yo" y "Que dolor tan hijo de puta por el que tenía que estar pasando esa persona". Y estos pensamientos van teniendo sus ramificaciones con cada comentario de la sociedad diciendo que fue un acto egoísta, que no tiene presentación, que cómo va a hacer eso, que si Dios la tendrá en el cielo o la mandó para el infierno, etc. Se tejen un montón de imaginarios y juicios alrededor del suicidio de alguien que uno, a pesar de seguir vivo, se los toma a pecho.

Ahora, el escenario se complejiza cuando la persona que se va es una activista de salud mental que luchó para reducir los índices de suicidio y lanzó un proyecto fomentando el valor de la vida. Y ella se suicidó. Entonces la gente empieza a hablar, a juzgar, a recalcar la ironía con morbo de la situación, a quitarle el valor a lo que ella hizo en vida sólo por la manera en que se fue. Si el presidente de la Asociación de Cardiología o como se llame, se muere de un infarto, eso le quitaría su legado? Lo que hizo bueno o malo en vida? Eso merece reproche? Claro ahí va el tema: "pues no porque él no escogió el infarto mientras ella si decidió suicidarse". Cuantas veces hay que repetir y compartir y decir y volver a repetir que una enfermedad mental no debe ser tratada distinta a una enfermedad física? Cuántas vidas se tienen que ir para que la gente entienda que es una problemática de salud mundial? Que no es gente que quiere llamar la atención o joder la vida. No. Es gente cuya cabeza funciona distinto y tienen una condición que hace que el suicidio sea la única forma de calmar tanto dolor. Y si no lo entiende, al menos no juzgue. En el caso de Amy, luchó abiertamente contra la depresión, ansiedad, alcoholismo, ideación e intentos de suicidios previos, abusos físicos, verbales y psicológicos, bullying, y más. Y si, se nos fue. Pero quién es Ud. Para juzgar lo que es vivir por 31 años con todo este equipaje?

Digamos que no está dispuesto a pasar por alto como se murió, que ud sabría como lidiar con todo perfectamente. Acaso olvidamos que fundó un proyecto que ha salvado la vida de miles? Que con su testimonio le dio esperanza a mucha gente que la tenía perdida? Que le dio el espacio a la gente para hablar de su salud mental? Que inspiró a comunidades enteras? Que encontró en una cosa tan simple, enana y cotidiana como un punto y coma ";" el significado de que la persona decide no ponerle punto final a su historia, sino decide como va a acabar la frase y que su cuento por difícil que sea vale la pena seguirlo escribiendo?

No estoy justificando ni promoviendo el suicidio. Estoy hablando de lo tremendamente complejo que es vivir con enfermedades mentales que te susurran todo el día a toda hora que estarías mejor muerto. El estar vivo es una decisión, una elección, una lucha contra la corriente a cada segundo. Y ahí va el otro punto que lo he tocado mucho y es la responsabilidad de los activistas, escritores, fundadores de proyectos y todos los que abogamos por la salud mental, por un mundo más educado, con menor estigma, con tratamientos adecuados y disponibles, en el que se le dé el peso que merece a las condiciones psicológicas y psiquiátricas. La mayoría (todos los casos que conozco al menos) de personas que nos apasionamos por este tema es porque hemos pasado o pasamos, o alguien que amamos pasa o pasó, por un tema de salud mental importante. Son pocos los que se le meten de lleno al juego, sin haber vivido en carne propia lo que es vivir con un rótulo. Y es complejísimo.

 El balance entre ser paciente y activista, entre ser quien inspira y quien se inspira, es muy difícil de lograr porque uno juega los dos papeles a la vez. Porque incluso es la propia vivencia como paciente la que nutre el rol de activista y genera más pasión, empuje y motivos para lucharla. Pero si bien todo esto es cierto, a decidir contar su historia, uno adquiere la responsabilidad implícita de hacer algo bueno por aquellos que la leen: que se inspiren, que la luchen, que vean que hay caminos, que no se sientan solos. Yo puedo tener x cantidad de pensamientos pero nunca invitaría en un artículo a apostar por la muerte en vez de la vida. Porque una cosa es ser empáticos y ofrecer un espacio de comprensión, identificación, solidaridad y educación, y otro es decir "como todos estamos jodidos, vámonos para el hueco". Hay redes y grupos en los cuales la gente se apoya y se alimenta las conductas autolesivas, se dan tips y se felicitan por hacerlo. Lo mismo sé que existe en el caso de los desórdenes alimenticios. Pero como no manejo el tema, no tengo nada más que decir que no estoy de acuerdo con eso. Que creo que si uno tiene una voz y el poder de hablar sobre la salud mental debe ser para fines positivos.

Eso no implica que porque yo hable de la depresión y gente con el mismo diagnóstico me lea todos vamos a ser felices y escupir arcoíris y unicornios mañana. No. Implica que tal vez si, tendremos nuestros fantasmas toda la vida, pero acá seguimos luchandola, aceptando la ayuda y sabiendo que no estamos solos.

En defensa de Amy, creo que siempre invitó a la vida, a lucharla, a la recuperación, así fuera absolutamente honesta con sus batallas personales y las hiciera públicas. Amy se fue, si, pero su mensaje siempre fue que el ideal que profesa el Project Semicolon permaneciera, estuviera ella acá o no. Porque creía en la lucha, en la batalla, en que valía la pena estar acá y darse todas las oportunidades necesarias después de caer. Y creo que por eso fue una gran activista de salud mental, por eso la ausencia que deja. Porque sí luchó para dejar un mejor mundo y ayudar a todos los que pasaban por situaciones similares a la de ella; que lastimosamente nos deja pero que salvó a millones y lo seguirá haciendo así físicamente no esté presente.

Si, nosotros tenemos nuestras batallas constantes, parejas y densas. Tenemos momentos buenos, momentos fatales y alguna que otra estabilidad. Pero estamos comprometidos, al ser activistas de salud mental, con hacer un cambio que vaya más allá de nuestra historia personal. Estamos comprometidos con el dolor del otro, y dispuestos a poner nuestras intimidades al sol para que otros tengan voz y vean que existe una luz. Y sin importar como termine nuestra batalla, será una gran historia y una gran vida si dejamos lograr un mundo un poco mejor en términos de salud mental y si le calmamos, le ahorramos o le acompañamos el dolor a otro. Y si le salvamos la vida, así sea a una sola persona, ya nuestra historia pasa a segundo plano. Todo valió la pena.

Por eso, la vida de Amy valió la pena. Por eso, gracias Amy Bleuel. Por eso, nos encargamos de tener tu legado vivo y tus enseñanzas presentes. Por eso, te lloramos como comunidad de salud mental, porque se nos fue una gran activista y una paciente que lo dio todo.

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