viernes, 7 de abril de 2017

En el día mundial de la salud: ¡HABLEMOS POR FAVOR DE DEPRESIÓN!

Hoy es el día Mundial de la Salud. Para mi sorpresa, este año está dedicada a la salud mental, particularmente a la apertura y creación de espacios para hablar acerca de la depresión. Se ha hecho toda una campaña (Disponible en todas las redes sociales  de la Organización Mundial de la Salud) para hablar de la depresión en distintos momentos de la vida, en la niñez, en la adolescencia, en la adultez y en la vejez, qué hacer para prevenirla, cómo detectarla, cómo pedir ayuda, cómo vivir y ayudar a una persona que padece depresión, etc. 

No solamente eso, sino que dejan claro cómo la depresión es la principal causa de discapacidad de las personas a nivel mundial. Y nos metemos con el tema del suicidio, donde según las últimas estadísticas, una persona se va cada 40 segundos. 
Y la campaña es #LetsTalk, hablemos. Hablemos de una vez por todas de salud mental, de depresión, de suicidio.

He escrito sobre esto mil veces y lo seguiré haciendo porque ningún esfuerzo que se haga es suficiente frente a las vidas que podríamos estar salvando, las personas que luchan solas que podrían encontrar por fin en nosotros a alguien que los escuche, que los hagan sentir que no están solos, que les demuestre que con esto se puede vivir a pesar de la lucha diaria. 
Lo escribiré mil veces porque contar mi historia implica sí, que la gente me juzgue, que la gente sepa, que la gente se entere de mi intimidad. Pero también implica que docenas de personas (como me ha pasado) me busquen y me digan "Yo he pasado por esto", "Yo paso por esto", "Yo lucho con eso", "Yo estuve hospitalizado/a", "Yo me quiero matar y no se a quien decirle", "Yo pasé por esto y te digo: Se puede salir adelante". Y eso hace que todo valga la pena.

Hace poco, caí en cuenta por mis relatos y por hacer memoria un poco de mi recorrido en este mundo, que el fantasma de la depresión es algo que me ha acompañado desde muy pequeña, y que el bichito de no querer estar acá también ha rondado mi cabeza desde que tengo memoria. No sé si estoy lista para abordar el tema, pues implica un grado de aceptación gigante. Es una explicación, es un alivio, pero también genera la nostalgia de querer devolver el tiempo y verme a los 7 años, abrazarme y decirme "Todo eso que sientes y que crees que es normal y que todos piensan en la muerte y se aislan y explotan... Hay ayuda para aprender a entender porqué eres así, y te prometo que empezarás a vivir con eso de una mejor manera. Puede que ese fantasma y ese bicho nunca se vayan, pero te prometo que todo estará bien. Eres una valiente por luchar con esto, aún sin saber con lo que estás luchando y la magnitud de eso. Tu no lo elegiste, no te sientas culpable, tranquila.". Efectivamente, a pesar de que la gente se escandalice, los niños tienen depresión. Y algunos tienen ideas suicidas. Y algunos se van, o al menos lo intentan. 

Más adelante, en otra entrada, hablaré de mi experiencia con la depresión infantil. Pero por ahora les digo que si es real, y que uno tiene a la muerte rondando ahí a pesar de no entender en realidad la magnitud de lo que significa eso. 

De mi experiencia ya en la adolescencia y en la adultez, ya he hablado bastante. Lo que podría decir, es que es una lucha de no acabar. Es un dolor diario. Es una elección de cada segundo para seguir vivo y para encontrarle el romance a la batalla. Cuando yo empecé con los síntomas no busqué ayuda, pensé que era normal dormir todo el día y llorar toda la noche, perder el apetito, vivir cansada, ser absolutamente irritable y tener pensamientos catastróficos todo el día. Y dure de Junio a Octubre (2011) sin buscar ayuda... Hacia Septiembre fui a unos talleres de energías, reiki y meditación, pero ya era muy tarde. Ya había dejado que la depresión se asentara en mi y necesitaba ayuda profesional. Andrew Solomon, en su libro El Demonio de la Depresión, describe el entrar en una crisis depresiva mayor como ver un árbol al cual una enrredadera se lo come de a pocos. Empieza por abajo y cuando se da cuenta, ha tomado posesión de todo el tronco, las ramas, y se alimenta de él, debilitando lo que está abajo de eso, el árbol en sí. 

Estoy segura, de que si hubiera alzado mi voz en las primeras señales, la enrredadera no hubiera crecido tanto y no hubiera debilitado al árbol de esa manera. No sé si mi futuro, o mi presente, o mi pasado hubiese sido distinto. No sé si mi lucha hubiera cambiado de alguna manera. Pero si estoy segura de que me hubiera ahorrado muchas noches en las que me sentía loca, incomprendida, sola.
Porque al buscar ayuda no necesariamente se solucionaron todos mis problemas, la primera medicación no funcionó de la mejor manera y demás, pero si encontré un espacio seguro donde mi psicóloga me hizo sentir que estaba bien hablar de todo, hasta de esos dementores que guardaba en el ático por miedo de lo que los demás pudieran decir. Pude hablar de lo vacía que me sentía, de cómo solo lo que hacía era llorar, de la muerte, del deseo de todas las noches de no despertar a la siguiente mañana, de cómo me había aislado... 

Eso no hizo que las crisis venideras no llegaran, como los que me leen saben, vino un episodio depresivo mayor tremendamente denso en mayo del año pasado. Pero estaba medicada, estaba acompañada, tenía un equipo a quien alerté a penas aparecieron las primeras señales de que la cosa iba cuesta abajo, mi familia ya sabía entonces me apoyaron y lo más importante: Gracias a la educación sobre mi condición YO YA SABÍA a lo que me enfrentaba. Eso no lo hizo más sencillo, eso no hizo que los pensamientos de muerte se fueran, que la comida tuviera sabor, que tuviera energía o que no tuviera que aplazar mis estudios hasta volver a sentirme vida. Eso no hizo que el camino fuera de rosas, pero al menos no estaba sola, al menos estaba rodeada de profesionales quienes ya sabían mi historia y por ende el abordaje fue más sencillo. No hizo que la crisis no estuviera, pero si no fuera por ese apoyo, estoy segura que yo no estaría hoy acá escribiendo esto.

Y me inspiré, en las miles de historias de otros que pasaban o que pasaron o que pasan por lo mismo que yo, y en ellos encontré que valía la pena contar mi historia, porque así animaba a otros a hacerlo, así le daba fe en el camino a otros, así nos hacíamos compañía entre todos. 
Es un trabajo tremendamente arduo, pero todos los días agradezco tener la oportunidad de ser activista y escritora de salud mental. Porque nadie habla por miedo, pero todos tenemos a alguien (o a nosotros mismos) con esa sintomatología. Todos tenemos un familiar, un amigo, un compañero, un ex novio, que luchó contra la autolesión, o incluso contra el suicidio. Todos conocemos la historia de alguien que se fue de esa manera... Cercano o no.

En el día mundial de la Salud, dedicado a la DEPRESIÓN, los invito a dos cosas. La primera: Cuenten hasta 40. Ahí se fue alguien. Cuenten hasta 40. Ahí se fue otro. Cuenten hasta 40. Otro más. Se nos va una persona CADA 40 SEGUNDOS, y en la mayoría de casos se podría prevenir... Esa persona pudo haber tenido acompañamiento, un buen diagnóstico, medicamentos y/o psicoterapia, el poder hablar... Los que quedamos acá, los que estamos en la lucha constante, los que seguimos tenemos el deber de educar, de crear espacios para hablar, de quitar el estigma, de hacer un mundo más inclusivo, más honesto, más humano. La segunda: La depresión se puede presentar en cualquier persona, de cualquier edad, de cualquier raza, de cualquier nacionalidad, de cualquier estrato socioeconómico. Nadie está a salvo, nadie es ajeno a esto. Entonces eduquémonos todos, es un deber. Y a mis compañeros de lucha: A los que están empoderados y son activistas de la comunidad, felicitaciones, se requiere agallas. A los que luchan en secreto, por favor busquen ayuda, hablen con alguien lo más pronto posible; No es su culpa estar pasando por esto y SI tienen la posibilidad de tener una mejor calidad de vida, los admiro y no están solos. 

A todos los que han tenido depresión, o tienen, o tendran: Mi amor, admiración y apoyo eterno.
Hagamos de este mundo uno mejor en términos de salud mental. Es compromiso de todos. 

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