miércoles, 20 de septiembre de 2017

Conclusiones de la semana mundial de la prevención del suicidio: El amor que todo lo puede.

Algo tarde, pero creo que debo una conclusión de la semana mundial de la prevención del suicidio de este año.
Dije en un par de vídeos y de escritos cortos que la importancia para mí radicaba en que a lo largo de mis batallas personales, había entendido que lo que salva las vidas de las personas es el amor. Soy una fiel convencida de esto. Ojo, con eso no estoy diciendo que las personas que se fueron en estas luchas no fueron lo suficientemente amadas. No, nunca diría eso. Sino que simplemente, tal vez, no se sintieron tan amadas como realmente lo eran, tan importantes como sus familiares sabían que eran, tan increíbles como sus amigos los consideraban. Todo está en la percepción y muchas veces, cuando se tiene una condición mental como la depresión, la bipolaridad, la ansiedad, nuestra percepción se va al carajo. Realmente, hay momentos en los que no tiene ninguna coherencia con lo que en realidad está pasando, y nos lleva a concluir cosas que ciertamente no tienen ninguna coherencia con lo que en realidad está pasando.
Teniendo esto claro, también dejo claro que por supuesto que los tratamientos son esenciales, psicoterapéuticos, farmacológicos, músicoterapia, arte, yoga, etc. Pero creo, realmente creo, que lo que define que tanto uno está dispuesto a luchar por quedarse acá es que tan amado se siente, que tan rodeado se siente, que tan importante se siente.
Partamos de la base, que muchos no entienden, que una persona que considera el suicidio de por sí, se considera insuficiente, que no lo vale, que el mundo estaría mejor sin ellos. Por esta misma razón, es que tal vez dependamos tanto de lo que los demás piensan de nosotros: Porque si nos recostamos en lo que nosotros pensamos de nosotros mismos, estamos llevados.

Ahí va mi punto de la importancia de la familia, de los amigos, de hablar, del amor.
Eso puede cambiar la vida de alguien, y puede hacerlo decidir quedarse.
Claro, el amor y la compañía no cambian el desastre que pasa por la cabeza de alguien. El amor y la compañía no hacen que cada vez que esté en un sitio alto no se me ocurra botarme o que se sentirá estrellarse contra el piso. El amor y la compañía no hacen que haya días en los que pararme de la cama, bañarme y vestirme se sientan como algo digno de una medalla de olimpiadas. El amor y la compañía no hacen que no haya días en los que arranque a llorar de la nada y me sienta absolutamente inservible e inútil.
Pero el amor y la compañía hacen que todo eso sea, en la mayoría de momentos, llevadero, manejable y soportable. Hacen que el estar vivo lo valga, porque a pesar de todo el sufrimiento y malestar, el amor es más poderoso y atrae como un imán hacia todas esas cosas que lo hacen a uno decir "Tal vez estar vivo no está mal". Digo la mayoría de momentos, porque este blog siempre se ha caracterizado por la honestidad, y hay personas que adoran eso. Y el amor y la compañía no lo son todo cuando se toca fondo, fondo, fondo. Uno dice, al carajo el amor y la compañía. Pero en esos casos, tiene que sobrevivir hasta el próximo día, tiene que tolerarlo todo por 24 días y le prometo que cuando se despierte al día siguiente o en un par de días, lo valdrá. Y ahí vendrán el amor y la compañía, hasta para jugar como razones para pertenecer a este mundo como "Yo no puedo ser tan malo como para causarle ese dolor a mi mamá/papá/hermano/...". Claro, todos los terapeutas y profesionales le dirán que uno debe vivir por uno mismo. Pero a veces, cuando uno mismo se siente como un tarro de vidrio roto y vacío, quedarse por los demás es suficientemente bueno y es el acto de amor más grande. Dios sabe que al menos acá no importa el cómo, sino que se está eligiendo la vida. Y carajo, ¡que lo vale!

Después de todo esto a que voy: A que yo estoy acá, he ayudado a quienes he ayudado, sigo respirando y decidí convertirme en activista de salud mental y prevención del suicidio porque me amaron lo suficiente en su momento para mantenerme viva. Porque me acompañaron, y me llenaron de "Eres suficiente", "No podría vivir sin ti", "No me puedes dejar solo", "Te amo más que a mi vida", "Eres tan valiosa", "Te admiro, no te des por vencida nunca", "Por mí, quédate", y otro montón de cosas así. Me llenaron hasta que básicamente me cansé y dije bueno, me quedo por ahora. Y a cada día, porque sigue habiendo crisis, me recuerdo que mi hermano no se imagina una vida sin mi, que para mi papá soy todo, que mi mamá se moriría detrás mío, que no tendría cara para despedirme de mis ahijados, que mis amigos me adoran y digo: El amor y la compañía. Y sigo.
Si algo me queda de esto, trasladándolo más allá de la prevención del suicidio (Que ya quedó claro, todos podemos ayudar), no deberíamos esperar hasta que alguien toque fondo, hasta que alguien esté con su vida en peligro, hasta que no haya salida, o hasta que (Es tremendo, lo sé) le hablemos frente a una lápida o en un funeral, para recordarle lo MUCHÍSIMO que significa. Lo increíble que es. Lo que vale su existencia. Lo potentes y admirables de sus luchas. Sabrá Dios si lo hacemos desde la infancia, si esos niños nunca tocarán fondo o pensarán en matarse. Y bien sabe Dios que si es así, lo valdrá inmensamente, porque vivir así es demasiado denso.
Así que acá pongo en práctica: A Ud. que me lee, así lo conozca o no:
Me importa su vida, me alegra que esté en este mundo, sé que hay muchas luchas pero confío plenamente en que es capaz de superar eso y millones de pruebas más, hay acá una persona que simplemente porque compartimos la condición de humanidad lo quiere y lo quiere vivo. Gracias por luchar, por existir, por no rendirse. Su testimonio inspira, así no lo sienta.


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