lunes, 9 de octubre de 2017

A mamá y papá: Gracias por la mayor muestra de amor.

Para mi octubre es un mes de muchas emociones, hay celebraciones, aniversarios de momentos difíciles, fiestas para dar gracias por la vida, en fin... Muchas emociones.
Y la verdad no sabía si hablar de parte de las celebraciones, porque involucran a otras personas, pero en una conversación hace poco salió el tema de la familia en relación con la salud mental, así que intentaré articular esas dos cosas.
Estaba justo ahora oyendo una canción de La Oreja de Van Gogh, que dejaré acá https://www.youtube.com/watch?v=7TFaez67p1A, que se llama "Cuando menos lo merezca". Y pensé en mis papás. En cómo se las dedicaría, en cómo su amor es básicamente de lo más importante en mi vida. Y en la dificultad de eso. No estoy diciendo que yo sea difícil de querer como tal, pero sí. Soy difícil de aceptar.
Recordé, y he venido recordando todo su proceso de aceptación, paralelo al mío. Como lo he dicho en distintas ocasiones, desde que estaba en la panza de mi madre siempre fui la niña cositera, de enfermedades no graves, pero siempre tenía algo. Me tuvieron que hacer una transfusión completa de sangre a las horas de nacer y de ahí en adelante han sido cosas, tras cosas. Nada grave repito, nada que me mate al menos. Pero si ha sido complejo. Y yo siempre me divierto diciendo que mis papás me concibieron con afán, por lo que quedé "Mal hecha" con necesidad de ser reparada de a pedazos.
Y todo ha sido complejo, repito, pero nada ha sido tan difícil como la aceptación de las enfermedades crónicas.
Porque sobreviene una impotencia, una cosa de culpa y de estar maniatado, de no poder darle a su hija la vida que ellos pensaron que tendría. En lo que ellos pueden hacer, me han dado una gran vida, y estaré tremendamente agradecida siempre por eso. Pero ellos no pueden meterse y manipular mi sistema inmunológico, nervioso, mis genes y hacer que sea la niña y ahora la mujer, que ellos siempre soñaron que sería.
Y cuando lo pienso me solidarizo con ellos y su dolor porque uno no trae, al menos si es un buen padre, a sus hijos a este mundo a que sufran, a que padezcan, a estar adoloridos, a que se quieran morir. Mis papás se han esforzado inmensamente, tanto en términos laborales, como en cariño desbordado, como en la labor interminable de la crianza, porque yo fuera feliz. Porque tuviera una buena vida. Porque estuviera bien. Pero hay ciertos factores que ellos no pueden y no podrán modificar, que se les salen de las manos, y sé que los carcome por dentro. Son esos factores los que hacen que su hija, perfecta ante sus ojos y anhelada desde siempre, tenga que usar bastón, tenga más incapacidades en su historial médico que años vividos, esté atada a una serie de medicamentos y demás. Tiene que apestar, realmente, saber que el hijo de uno necesita tantas muletas para funcionar, como uno soñó, que su hijo funcionaría en un mundo ideal.
Pero me aman. Me aman incansablemente. Creen en mí más que yo misma. Confían en mi futuro. Están orgullosos.
Todo eso, todos los días. Incluso en los días en que yo misma me siento un mal experimento científico y la burla personal de los genetistas, ellos no cambian eso. Claro, que ha sido difícil aceptarlo, ha sido muy difícil. Creo que si un papá no ha pasado por eso, no puede entender lo difícil que ha sido el oír la palabra "Crónico" tantas veces, el que tenga que tomarme medicamentos fuertes desde hace años y por muchos años más, que a veces no pueda caminar o escribir o moverme, que me haya quedado muda. Así claramente no era el plan, no por ellos, sino porque creo que para nadie este es el plan de vida esperado y deseado. Uno suele tener esta cosa de pensarse intocable frente a todo tipo de afectaciones hasta que le caen, y esta no es la excepción.
Y la vida cambia, todo cambia. Pero creo que su amor por mi no cambia, y si cambia es porque aumenta. Porque cada vez se van volviendo más expertos en mis temas, en el manejo, en la aceptación, en qué esperar y que no, y me aman más por quien soy realmente. Rota, pedaceada y todo. Me aman más y más, que yo no sé como lo logran, y tal vez ahí entiendo que el amor de los papás no es igual que los otros amores...
Ambos cumplen en Octubre. Mi papá ayer, mi mamá el viernes. Y celebro sus vidas, porque sin ellos yo no estaría acá. Sin su amor, sin su apoyo incondicional, sin su empuje para entender y aceptar lo incomprensible e inexplicable.
En estos días leía una frase que decía alguien que tenía la boca de su mamá y los ojos de su papá, así que siempre estarían juntos en ella sin importar lo que pase. En mi caso es eso, tengo efectivamente los ojos cafés de mi papá y la sonrisa de mi mamá, pero además de eso tengo tantas cosas de ellos que es imposible desligarlos de mi historia. Y de manera curiosa, ha sido la lucha contra todo esto inesperado, incurable, desafiante, lo que ha sacado a relucir más que nunca su esencia en mí, y la persona que me criaron para ser. Ellos criaron a una persona que era perfectamente imperfecta, nunca pidieron más, sino yo que me daba palo buscaba apuntar a más. Es hasta ahora que empiezo a amarme así, y entiendo que estoy bien tal como soy. Criaron a una persona humilde y agradecida, que a pesar de que su cabeza le dice que se mate, se rehúsa a desechar el privilegio de estar viva. Criaron a una persona entregada a los demás, que explica el porqué de este blog, y de los espacios de contar mi historia con el único fin de ayudar y educar a otros.
Tengo en mí el genio de mi papá, que me ha ayudado a negarme a vivir recluida en un estereotipo y a buscar ir más allá, a demostrarle a la gente que me ha pordebajeado por mis condiciones que eso solo me da más ánimo para subir. Tengo la resiliencia de mi mamá, que se levanta todos los días con una sonrisa a darle más oportunidades a un mundo que demuestra que el mal existe y que la gente, no siempre es buena con uno. Tengo también la sensiblidad de ella, que me ha permitido apreciar cosas como pararme debajo de la lluvia a sentirla porque ¡Estoy viva y siento la lluvia! Tengo el sentido del humor de los dos, y su sarcasmo, que me ha permitido usar mis puntos difíciles a mi favor, burlándome yo misma de ellos.
Sólo me queda por decir una vez más, gracias. Porque me dieron vida, y me la dan a cada segundo. Porque fui una niña feliz, a pesar de ya tener cosas. Porque me han mostrado el mundo. Porque me han enseñado a levantarme. Porque me han probado con su ejemplo la importancia de la familia, y cómo ellos a pesar de las diferencias, son lo mejor que tenemos. Porque me enseñaron a creer que existe algo más allá de este mundo en lo cual me aferro. Porque con sus historias me dan ejemplos, y me enseñan lecciones. Porque mi familia es lo mejor que tuve, tengo y tendré. Porque me aman, cuando yo siento que nadie me puede amar siendo como soy.
Sólo espero que el tiempo me alcance para mostrarles, cómo su amor me salvó la vida.

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